CANTO QUINTO.

En que se trata de la mas cruda hambre que se ha visto entre los cristianos, la cual padecieron los de D. Pedro de Mendoza en Buenos Aires, y como se pobló el Argentino.

En que se trata de la mas cruda hambre que se ha visto entre los cristianos, la cual padecieron los de D. Pedro de Mendoza en Buenos Aires, y como se pobló el Argentino.

————————————

Lo que ha sido muy justo y bien ganadoMuchas veces se pierde, como vemos:Pues de lo que con mal se ha grangeado,Que se pierda y el dueño esperaremos.Don Pedro de Mendoza fué soldadoCuando hubo disencion entre Supremos,Y al tiempo de pillar hinchò la mano;Mas todo su trabajo salió en vano.Borbon perdió la vida; Juan de UrbinaEntrò en Roma cantando la victoria:De aqueste asalto y saco, y grande ruinaD. Pedro enriquecido, en vana gloria,A D. Carlos pedia la ArgentinaProvincia, pretendiendo su memoriaLevantar en conquista de paganos,Con dinero robado entre romanos.Como fuese de suyo gran guerrero,Viéndose de riquezas abastado,Ofrecióse à gastar mucho dinero,Y el Rio de la Plata ha demandado.Don Carlos, en valor claro lucero,El título le da de Adelantado;Y asì hizo una gruesa y rica armada,De gente muy lucida y extremada.Dos mil soldados salen de Castilla,Sin gente de la mar y marineros.Juntáronse en alarde allà en Sevilla,Y viendo tan lucidos caballeros,Salian á los ver á maravillaTan apuestos à punto de guerreros:Mas dicen: "pues se van estos soldados,Recemos los oficios de finados."Al fin salió de España aquesta armadaMuy rica, muy hermosa y muy lucida;De todos adherentes abastada,Aunque hubo despues hambre muy crecida.La gente que embarcó era extremada,De gran valor, y suerte muy subida,Mayorazgos è hijos de Señores,De Santiago y San Juan comendadores.Es Maestre de Campo un caballeroJuan Osorio, que es hombre muy valiente,Tambien va Juan de Oyolas el guerrero,Medrano, Salazar, Lujan prudente.Otros muchos que van decir no quiero,Que cada cual bien puede ser regente:Mas Osorio entre todos se señala,Y en todo lleva à todos palma y gala.A Neptuno y sus ondas carniceras,Se entregan invocando à Santiago.Las naves van corriendo muy lijeras,Rompiendo con gran furia el ancho lago.¡O lastima, y angustias lastimeras,Horrendo, y gran temor, ó crudo trago!Que tan brava tormenta se levanta,Que el mas fuerte y bizarro mas se espanta.D. Pedro con buen celo y pecho pio,En Dios pongamos, dice, la esperanza,Y pues es para mas su poderío,El nos darà muy breve mar bonanza,Los pilotos con grande desvarìo,Dicen que la tormenta va en pujanza:El tríste marinero con gran pena,No acierta al aparejo ni á la antena.Iza el trinquete, amaina la mesana,Aferra ese timon que imos perdidos;A la bomba, à la bomba muy de gana,Que seremos de presto sumergidos,Cual llama San Lorenzo, cual Santa Ana,San Telmo dicen otros afligidos,Otros San Nicolas, que puso quillaY costado, de nos tenga mancilla.El sexo feminil y lacrimosoLevanta hácia el cielo vocería.Con la furia del viento tan furiosoLa una nave de otra se desvía;Mas volviendo la mar en su reposoConviertese el dolor en alegría,Y llegan á Canària muy ufanos,Dò toman tierra, y salen muy galanos.Despues de haberse aquí ya refrescado,A proseguir tornaron su viage.Habiendo ya diez dias navegado,Hallàronse muy cerca del parageDe las islas, y Cabo que es llamadoVerde; enfermo asiento y estalage;Cansados del sañoso y largo lago,Tomaron la que dicen de Santiago.No estaba en este tiempo tan poblada,Como al presente está de Lusitanos:No está mucho la costa desvíada,Poblada de valientes Africanos:De color negra y son muy tisnada,Los que mas á Cabo Verde son cercanos,Y tienen en comun carniceria,De los negros haciendo anotomía.Tomòse de estas islas bastimento,Tambien se refrescaron los soldados,Y diòse con presteza vela al viento,Los ánimos de todos bien osados.Mas ¡Ay dolor! cuan presto à mas de cientoDe poco prestarà ser esforzados,Que la hambre pasando de la zonaA roso ni velloso no perdona.Con pròspero nordeste favorableCamina alegremente nuestra armada,Y el mar mas sosegado navegable,La lìnea en breve tiempo fué pasadaCon viento en popa próspero y amigable,De Cabo Frio la punta ya doblada,En costa del Brasil tierra tomaron,Y aun isla Santa Bàrbara nombraron.Del gran Carlos las armas le pusieronY posesion por él allì tomando,Y luego su viage prosiguieron,Y en el puerto de Vera le encerrando,Bien comiendo alegres estuvieron.Continuò por la playa mariscando,Que hay en aquel puerto grande sumaDe hermosos pescados como espuma.Estando pues aquí, ha comenzadoEl demonio sus cosas tan usadas;Salazar que con otros se ha juntadoA Juan de Osorio dan de puñaladas.Envidia y cobardia lo han causado,[47]Por ser las obras dèl tan señaladas:A don Pedro hicieron que creyeseQue le iba en esta muerte el interese.Al principio el error, aunque pequeño,Grandìsimo se hace al fin y cabo.Era este caballero halagüeñoCon todos; y en aquesto mas le alabo,Que en verle sacudido y zahareñoCon nobles, de lo cual le desalabo:Que al mas pobre soldado en mas tenia,Que diez de presumpcion de hidalguia.Fué causa, segun dicen, esta muerteTan fuera de razon, contra justicia,Del funesto suceso, horrible, y fuerteDel infeliz D. Pedro y su milicia.Que echada esta envidiosa y cruda suerteCon tanta cobardía y gran malicia,Comenzò à castigar Dios el armada,Con un grave flagelo y cruda espada.Desde que empieza el mundo está sabidoEl castigo que hace Dios eterno;Por vista de los ojos conocido,Está cuando la estima el Sempiterno:La muerte del que es justo y bien creido,Tenemos la castiga con infierno:Que la sangre de Abel el inocenteClamando está ante Dios omnipotente.Al fin de aquesta isla se ha pasado,Con algunos descuentos que no digo,Y el Rio de la Plata se ha tomado,Y el puerto San Gabriel de desabrigo.De allí luego pasóse al otro lado,A Buenos Aires, que es de mas abrigo,A dó fué el lastimoso acabamiento,De tanta bizarria, cual yo cuento.De ver era salir en aquel llanoAl soldado valiente y caballero,De sedas y brocado muy galano,A guisa y parecer de perulero.Salìa con contento muy ufano,Y hasta el pobrecito marineroAquella bella tierra contemplaba,Y à España no volver jamas juraba.A Juan de Oyolas hubo despachadoDon Pedro el rio arriba, porque asombreAl indio. Va con èl un buen soldado,Llamado Salazar, valiente y hombre.Don Pedro en este tiempo hubo enfermadoDel morbo, que de Galia tiene nombre:Con miedo de morirse en aquel rio,A Castilla se vuelve en un navío.Volvia, pues, D. Pedro en su viageA España sin haber puerto tomado:Empero á vueltas ya de aquel parage,Que llaman las Terceras, ha acabado.Asì no gozó bien ni su linage,El tesoro que en Roma habia pillado.Dichoso el que atesora allá en el cielo,Que es burla atesorar acà en el suelo.Quedò por Capitan y por Teniente,Y en muerte sucesor de aquella tierra,Oyolas, que fué arriba con la gente:Acà Francisco Ruiz hace la guerraEn Buenos Aires, y anda diligente,Mas poco le aprovecha, que la perraPestífera cruel hambre canina,A todos abandona y los arruina.La gente ya comienza à enflaquecerse,Las raciones se acortan cada dia,No puede el padre al hijo socorrerse,Que cada cual su muerte mas temia;Y aunque es muy natural el condolerse,Y cada cual del otro se dolia,Empero mas su vida procuraba,Y caridad de sì la comenzaba.Un hecho horrendo, digo lastimoso,Aquì sucede: estaban dos hermanos;De hambre el uno muere, y el rabiosoQue vivo està, le saca los livianosY bofes y asadura, y muy gozosoLos cuece en una olla por sus manos,Y còmelos; y cuerpo se comiera,Si la muerte del muerto se encubriera.Comienzan à morir todos rabiando,Los rostros y los ojos consumidos:A los niños que mueren sollozandoLas madres les responden con gemidos.El pueblo sin ventura lamentando,A Dios envia suspiros doloridos:Gritan viejos y mozos, damas bellas,Perturban con clamores las estrellas.Es hambre enfermedad la mas rabiosaQue puede imaginar ningún cristiano:La mano està temblando temerosa,No quisiera de tal ser escribano.Mi Dios, por vuestra sangre tan preciosa,Libradme de este azote, que el tiranoQue llegaba à tentaros, bien sabiaQue es grave mal la hambre en demasia.Fuè cierto celebrada allí su saña,De aquesta matadora sin medida,Con tanta crueldad y tan estraña,Que no podrá de alguno ser creida,No hizo ella jamàs tal otra hazañaEn Roma, ni en Judea referida,Como esta: de dos mil que se contaron,Con la vida doscientos no escaparon.No quiero referir estrañas cosasCausadas de esta perra y vil tirana,Que bien pudiera yo muy dolorosas.Una muger habia, llamada Ana,Entre otras damas bellas y hermosas;Tomò paga del cuerpo una mañana,Forzada de la hambre, y hecha iguala,Al pretensor envia en hora mala.Era el galan pretenso un marinero,El precio una cabeza de pescado;Acude à la posada muy ligero,Y viendo que la Dama le ha burlado,Al capitan Ruiz, buen justiciero,De la dama se habia querellado;El cual juzga que cumpla el prometido,O vuelva lo que tiene recibido.Maldito seas, juez, si no quisierasMirar á nuestro Dios omnipotente,Y de esto à buen juzgar te conmovieras,Y à quitar el pecado subsecuentePor evitar la muerte, lo hicieras.Que claro està que el casto y continenteMejor pasa la hambre que el vicioso,Y dado al vicio y acto lujurioso.Sabemos, semejante á esta bajeza,Que causa otras dos mil esta traidora,Que aunque dice el refran, que no es vileza,Y ser con nuestro Dios merecedoraCreemos la virtud de la pobreza:[48]Sin su favor la perra es causadora,De hambre, que es un mal tan sin medida,Que darà el padre al hijo por la vida.Mas volvamos á Oyolas y su gente,Que sube el rio arriba muy gozoso.El puerto Paraguay, que es al presente,Hallaron del caribe belicoso.Poblado estaba aquì el fuerte y valiente,Yanduazubì, en la tierra poderosoCapitan, y cabeza que regía,Y toda la comarca le temia.Aqueste fuè en favor de los cristianos,Y hizo à Salazar que allí poblase.Oyolas pasò el rio y los pantanos,Diciendo á Salazar que le aguardase.Llegó donde hinchó muy bien las manos,Mas Dios no fué servido que tornase;Que Salazar no cumple el prometido,Por dó el pobre de Oyolas se ha perdido.El Paraguay arriba poco trechoHabia Juan de Oyolas navegado;Saltó en tierra, y camina bien derechoLa vuelta del Perú, y bien cargadoDe plata, y à su gusto satisfecho,Volvió dò à Salazar habia dejadoCon barcos y navios esperando,En tanto que la tierra iba talando.Salazar como viese que tardaba,Bajóse al Paraguay dó ya dijimos,El gran Yanduazubi-Rubicha estaba[49]Con el gran Lambaré; y entrambos primosLe dicen, de lo cual mucho gustaba,"En tanto que nosotros dos vivimos,Ayuda te daremos como à hermano,A tí y todo nombre de cristiano."En esto vuelve Oyolas diligenteCon plata, mas no halla los navios.El hecho viendo el indio derrepente,La carga de la plata deja y lios,Y acude contra Oyolas y su gente:No puede escabullirse, que los ríosEstan delante de él, y asì murieronEl pobre, y los demas que con él fueron.Los indios, que esta gente aquí mataron,Payaguaes se dicen, belicosos:A muchos en mi tiempo cautivaron,Y yo tambien lo fuì de estos furiosos.Salazar, y los otros que bajaronPoblaron en el puerto muy gozosos.Las familias aumentan con sus hijos,Y se entregan à dulces regocijos.El guaranì se huelga en gran maneraDe verse emparentar con los cristianos:A cada cual le dan su compañeraLos padres, y parìentes mas cercanos.¡O lástima de ver muy lastimera,Que de aquestas mancebas los hermanos,A todos los que estan amancebados,Les llaman hoy en dia sus cuñados.A tal tèrmino llega aquesta cosa,Que cada cual vivia à su albedrio;Aquel que india tenia mas hermosa,Se juzga por mejor, y de mas brio.Y en siendole la india enfadosaLibello de repudio con desvioConcede, y toma á otramazacára,Que manceba la llama á la clara.Mazacàra es un pece muy sabroso,Y tanto que los indios cosa ricaLe dicen, por ser pece tan gustoso;Y el nombre de este pece el indio aplicaAl amiga que tiene, deseosoDe siempre la gozar, que significaMazacàra la cosa que es amada,Que no enfada por ser muy estimada.No habia en este caso alguna enmienda,Por ser en general costumbre mala,Que aquel que convenia poner la rienda,Sin guarda de excepcion todo lo tala;Aprenden de la escuela y de la tiendaEn esto los demas todos de Irala;Que aunque era en muchas cosas concertado,En esto de la carne desfrenado.Y el mal era mayor y mas crecido:Que los gobernadores se han jactadoDe tener mazacàras; y ha venidoA terminos la cosa, que tratadoCon ellas han, é hijos han tenidoEn público, y por suyos los han criado.¡Ved los pequeños tal que documentoHabian de tomar de tal descuento!Cuanto convenga en tierra, cuando es nueva,Sembrar buena semilla, labradores,Era en los principios à dar pruebaDe virtud y bondad, predicadores.El dicho del poeta lo comprueba;Que el vaso en que una vez echan licoresGuarda bìen el sabor siendo reciente:Así ni mas ni menos es la gente.Estando pues el pueblo muy ufanoAl gusto, y paladar de su medida,Juzgaron por consejo bueno y sanoA Irala obedecer toda su vida.Sobre esto muchos dicen ser tirano:Serà bien esta cosa conocida.De todo aquel curioso que leyere,El canto que tras este se siguiere.Que yo no he de juzgar aquì sus hechos,Decir lo bueno y malo me conviene.Confieso que hizo Irala mil provechos,[50]Por dó en aquella tierra fama tiene.Algunos perseguidos y deshechosPor él fueron, y quiera Dios no peneEn pago de sus culpas, y los malesQue hizo á Diego de Abreu y leales.Mandando, pues, la tierra como digoIrala, y Buenos Aires despoblado,[51]Cesado habia la hambre, y mucho trigoTenian, y otras cosas que han sembrado.A la Asumpcion se suben al abrigo,Los unos y los otros se han juntado:Que la virtud estando bien unidaMas fuerte vemos que es que desparcida.Estando así, cualquiera procurabaHacer casas, estancias y hacienda:Y aunque la dulce España deseaba,Y mas el que tenia alguna prenda,El imposible visto, trabajabaCualquiera, por no haber plaza ni tienda:Por donde todos eran labradores,Monteros, hortelanos, pescadores.D. Carlos V. en esto ha proveidoPor su Gobernador y Adelantado,A Cabeza de Vaca, que ha salidoDe allá de la Florida, donde ha estadoCautivo de los indios, y metidoLa tierra adentro à fuerza de su grado.Diremos de èl despues, en entretantoCesemos hasta ver el quinto canto.

————————————

En este canto se dice como vino Alvar Nuñez Cabeza de Vaca al Rio de la Plata, y de su prision y trabajos que de ella sucedieron, y del gran Moxo, Señor del Paytití.

En este canto se dice como vino Alvar Nuñez Cabeza de Vaca al Rio de la Plata, y de su prision y trabajos que de ella sucedieron, y del gran Moxo, Señor del Paytití.

————————————

Segura vida llaman la pobreza,[52]Y de santos, de santas es amada;Tambien la Magestad y sacra AltezaAmándola, le dió suerte estimada.Aquel que en poco tiene la riquezaPor cierto vive vida sosegada;Y el que con su pobreza se contentaMas rico es que el que tiene mucha renta.Las guerras y las grandes disencionesEl interes las causa, como vemos.Motines y revueltas, rebeliones,¡Qué de mal por la plata padecemos!Autores de las santas religiones,Que amastes la pobreza por extremos,Decid, ¿no es mas segura la pobreza,Pues por ella gozais de la riqueza?Cualquiera en la Asumpcion está gozoso,Con solo su comer vive contento:No andaba por la plata codicioso:Metido en su morada y aposentoLabrado, muy pulido, muy costoso,Sin curar de tapiz ó paramento.Y al fin por interes la furia ingrata,Discordia, su contento desbarata.¡Qué fuera si tuvieran plata y oro!Que aquesto mas conmueve en esta vida.Que al fin aquel que tiene gran tesoroProcura su contento sin medida,Aqueste fin le fuerza el triste lloro,Y llanto al navegante en su corrida,Y aquesta á veces causa en este mundoA muchos que desciendan al profundo.Mas oro, y plata es lo que lo vale:[53]Y bien es honra, mando, poderío,Cualquiera de estas cosas equivale,Y trae al retortero, al albedrio.Que aunque no sea forzada, empero saleLa voluntad de madre como rio,Y lleva á la razon tras sí rendida,Y á su diccion y gusto sometida.Al fin, pues, interes les fuerza tantoEn la Asumpcion sin plata ni dinero,Que su placer se vuelve en triste llanto,Los cuellos entregando al carnicero.Pensaron de salir de un gran quebranto,Y dieron en un hondo sumidero:Como verá cualquiera que esté atento,A la historia presente que yo cuento.Habiendo aquel que al mundo dió de manoEn trueco del eterno y gran reposo,Dejándole primero todo llanoY en paz, al heredero muy dichoso,[54]Juzgado por consejo bueno y sano,De dar hombre valiente y belicoso,Al Argentino envia Adelantado,Que Cabeza de Vaca fué nombrado.Del cual su armada á prisa abastecidaDe todo el necesario, y sus pertrechos,De la ciudad de Cádiz fué partida,Y á las Canarias llegan bien derechos.Los mas de todos es gente lucida,Algunos con insignias en los pechos,De nobles y lutrosas encomiendas,Y muchos de valor y grandes prendas.Pasada la famosa y gran Canarìa,En Cabo Verde, que es de Lusitanos,Entraron; y aunque era tan contraríaEntonces su nacion á Castellanos,No le fué á la nuestra allí adversaria,Que á todos los reciben como á hermanos:Que al fin la diferencia es de tal guisa,Que para las mas veces todo en risa.Despues de haberse aquí ya refrescado,La gente del armada muy gozosa,Con algun bastimento que ha tomadoSe embarca, por le ser muy deseosaLa fin de su viage comenzado,Juzgándole por cosa provechosa:Que vemos que cualquier descubrimientoEs al tono de boda ò casamiento.[55]La Torrida, que alguno inhabitableEscribe, traspasaron derrepente.No ser en todo tiempo navegableSabemos, que el sol hiere crudamente.Un viento hace á veces amigable,Navégase con él al occidente:Despues de aquesta tórrida doblada,Está casi ya hecha la jornada.[56]La costa del Brasil reconocida,Y un isla, Santa Bárbara, tomada.Por la insignia imperial que de corridaAllí fué por D. Pedro bien fijada,Conocen que su armada fué surgidaEn ella, mas tocando de pasada,El rumbo enderezaron muy aínaAl isla dicha Santa Catalina.De aquí el Gobernador ha despachadoCon gente que descubran el camino,A Dorantes de Bejar, buen soldado;El cual fué, y con presteza mucha vino.Noticia del camino cierta ha dado;Por donde caminando con buen tino,La tierra adentro entraron muy gozosos,Mas de los naturales recelosos.No quiero referir la gran miseria,Trabajos, infortunios que sufrieronEn aqueste camino, y su lazeria,Y hambre y sed que todos padecieron.Pues vemos no murió en aquella feriaAlguno de trecientos que allá fueron.Que aquesto de las hambres y su queja,Solo á Mendoza y á Zárate se deja.En tanto que Alvar Nuñez caminabaAl Paraguay con guias muy derecho,Su gente con salud toda llevabaA manos el camino de indios hecho.Sabido por Irala que llegaba,Con maña, que la usaba en su provecho,Envia á cierta gente de corrida,Que el parabien le dén de su venida.Sobre cuarenta el quinto año corria,Cuando el buen Alvar Nuñez ha llegado,Y no el cuarenta y siete se cumplia,Cuando se vé de grillos rodeado.La causa de este mal y tirania,Y de caer el pobre de su estado,Envidia fué, que suele, dó se ofrece,[57]Aquello combatir que mas florece.Llegado al Paraguay se determinaDe ir el rio arriba descubriendo,Y sin hallar noticia de oro ó mina,Con barcos y navíos fué subiendo.Trecientas y mas leguas pues camina,Hasta saber de plata: pero viendoQue la rabiosa muerte andaba suelta,Por no perder su gente dió la vuelta.San Fernando se dice este parage,Dó se tuvo notícia de riqueza:Mas era tan enfermo el estalage,Que cobran los soldados gran tibieza.Dejaron á esta causa su viage,Que promete sacarlos de pobreza:Que la piel por la piel el mentiroso,Nos dijo, que dá el hombre y el reposo.Si la muerte no teme aquesta gente,El Argentino fuera mas somosoEl dia de hoy, que nueva ciertamente,Se tuvo aquí de un indio belicoso.La plata y oro bello relucienteSe ha visto, no es negocio fabuloso,Que cántaros de oro á maravillaTenia aqueste indio y gran vajilla.En una gran laguna este habitaba,Entorno de la cual están pobladosLos indios, que á su mano él sugetabaEn pueblos por gran órden bien formados.En medio la laguna se formabaUn isla, de edificios fabricados,Con tal belleza y tanta hermosura,Que exceden á la humana compostura.Una casa el Señor tenia labrada[58]De piedra blanca toda hasta el techo,Con dos torres muy altas á la entrada,Habia del una al otra poco trecho.Y estaba en medio de ellas una gradaY un poste en la mitad della derecho,Y dos vivos leones á sus lados,Con sus cadenas de oro aherrojados.Encima de este poste y gran coluna,Que de alto veinte y cinco pies tenia,De plata estaba puesta una gran luna,Que en toda la laguna relucía.La sombra, que hacia en la laguna,Muy clara desde aparte parecía.¿Quien hay que no tomára una tajadaDe la luna, aunque fuera de menguada?Pasadas estas torres, se formabaUna pequeña plaza bien cuadrada;En el mayor estío fresca estaba,Que de árboles está toda poblada,Los cuales una fuente los regaba,Que en medio de la plaza está sitiada,Con cuatro caños de oro gruesos, bellos,Que yo sé quien holgára de tenellos.La pila de la fuente mas teniaDe tres pasos en cuadra su hechura:De mas que de hombre mortal parecíaEn talle, perfeccion y compostura.En estremo la plata relucíaMostrando su fineza y hermosura.El agua diferencia no mostrabaDe la fuente y pilar dó se arrojaba.La puerta del palacio era pequeña,De cobre, pero fuerte y muy fornida:El quicio puesto, y firme en dura peña,Con fuertes edificios guarnecida.Seguro que del pelo y de la greña,Del viejo del portero, que es crecida,Pudieramos hacer un gran cabestro:Oid pues del viejazo el mal siniestro.Aquellos que por dicha ya han pasadoPor medio de las torres y coluna,Habiendo las rodillas ya postrado,Levantando los ojos á la luna,Aqueste viejo así les ha hablado,Con una muy feroz voz importuna,Y dice: "A este adorad, que es solo unoEl Sol, y fuera dél otro ninguno."En alto está un altar de fina plata,Con cuatro lamparillas á los ladosEncendidas, y alguna no se mata,Que estan cuatro ministros diputados.Un sol bermejo mas que una escarlata,Allí está con sus rayos señalados:Es de oro fino el sol allí adorado,¿Mas hay de quien él sea deshechado?Aqueste gran Señor de esta riquezaEl gran Mojo se dice, y es sabidoMuy cierto su valor y su nobleza:Su ser, y señorío enriquecidoDe sus vasallos, fuerzas, y destreza,Por nuestro mal habemos conocido:Que pocos tiempos ha que en cortas trechas,Probamos la fiereza de sus flechas.¡A que no fuerzas, hambre detestadaDel oro, que los ánimos perdidosTras tí llevas con ànsia tan nefanda,Que ciega las potencias y sentidos!Con todo désque ven que la muerte andaDe priesa, con temor los doloridos,Que habian emprendido este viaje,Se vuelven para atras de este parage.Volviendo pues la gente de su entrada,Sucede en la Asumpcion una tormenta:Dos hombres la levantan, que escusadaLa tal ó motin es, si no lo inventaEl pecado, que cosa es muy usada.Lebron el uno es, el otro Armenta:Desde que el Gobernador preso tenia,Muy bueno ha andado Armenta, les decia.Sucede á prima noche el desbarate:El pobre caballero está durmiendo.Entrégales la puerta Juan Oñate,Y así de golpe entraron con estruendo.A voces dicen todos ser dislateQue con la vida quede, que viviendo,Habrá de causar mal, pues está ciertoEl hombre no hablarà despues de muerto.Rasquin con un arpon enarboladoLe apunta amenazando que se diese.De la cama se ha el pobre levantado,Sin saber de este caso como fuese.La espada con gran ánimo ha empuñado;Mas ¿quien era posible resistieseA tantos, pues que Hércules el griegoNo pudo contra dos entrar en juego?Irala astuto, sabio, cauteloso,Del enfermo se hizo en este punto,Y por quedar él libre y ganancioso,Segun pude saber, y lo barruntoA Cáceres agudo y bullicioso,Le dice, con Venegas vaya junto,Y Cabrera, del Rey tres oficiales,Principio y causadores de estos males.El pueblo conmovieron ignorante,Y en odio le encendieron como brasa.Acude á la prision, y en un instanteLe sacan muy asido de su casa.Irala se ha hallado muy triunfante,Que cierne, hiñe, y masa aquesta masa,Y siendo el preso puesto en tal aprieto,Por caudillo de todos es electo.Comienza gobernando pues IralaSu negocio á entablar, y aficionabaA todos, y en mil cosas se señala,Y al pobre con mas veras ayudaba.Empero corta, abrasa, hiende, talaAl que el contrario bando acompañaba:De suerte, que el leal era tenidoPor hombre vil, infame y abatido.A muchos ahorcó de los leales,Diciendo que la tierra perturbaban.A tal punto se vino, que los talesEn los montes y bosques habitaban.Los que eran causadores de estos males,Lo bueno de la tierra se gozaban;Los otros hambreaban suspirando,Y á Dios justa venganza suspirando.Entre otros que prendió fuera Vergara,Hermano de Ruy Diaz Melgarejo:Y á aqueste sino huye le ahorcára,Que voluntad no falta y aparejo.Al otro con su hija le casára;Ruy Diaz nunca fué de tal consejo,Y así con los leales se ha huido,Andando por los bosqués escondido.Había Diego de Abreu tomadoLa mano en señalarse con cuadrilla,Contradiciendo á Irala por alzado.Son Abrego y Ruy Diaz de Sevilla:Consigo mucha gente han congregado;Irala ha procurado de seguilla,Y algunos los conmueve por regalo,Y á muchos cuelga y pónelos de un palo.Irala sale en esto con armada,Y el rio arriba yendo bien se aleja;Y porque la ciudad sea gobernada,A D. Francisco de Mendoza deja.Lazcano muy malvado de celada,Con ánimo endiablado se le queja,Diciendo no conviene que tuviesePor un tirano el mando, y desistiese.Y que él con los leales trataría,Que en nombre del Gran Carlos se eligiese,Y aquesto facilmente lo haría,Sin que persona alguna lo impidiese.Tratólo de tal suerte, que haciaQue el triste D. Francisco le creyese:Con este engaño y falso compellido,Mendoza de su mando ha desistido.Al punto que desiste luego vieneLa gente de leales de los sotos,Y el Abrego leal no se detiene,Que espera de tener aquí mas votos:El Lazcano malvado pues no tieneLos filos del intento, malos votos,Que con presteza á muchos sobornando,Al Abrego procura dén el mando.Malvado llamo á Lazcano yo en mi versoPor ser causa primera de un gran daño,Que nunca se perdiera el universo,Por Mendoza mandar siquiera un año:Que si buen celo tuvo al fin fué adversoA Mendoza causando un mal tamaño,Y al Abrego de muerte, y gran fatigaA todos cuantos eran de la liga.El Abrego por votos fuè elegido,Que cédula real dispone de esto:Y siendo ya del pueblo recibido,Comienza de envidar todo su resto.El Mendoza se vé tan afligido,Y acaso le fué Abrego muy molesto,Que no pudo sufrir verse burlado;Y oid en lo que para este nublado.Con sus pocos amigos, dicen, quizoTratar de recobrar con nueva trazaEl mando. Mas este otro tiene avisoDel caso, y con presteza dále caza:Y préndele al punto de improviso,Y la cabeza cortánle en la plaza.[59]Al tiempo que cortar se la querian,A sus hijos habló que allí venian.A D. Diego el mayor habló primero,Diciendo en alta voz: "Mira que seasVasallo de tu Rey, muy verdadero,Porque en aqueste trance no te veas:Y pues, hijo, tú ves como yo muero,Así la gloria eterna tu poseas,Que cures de vivir siempre de suerte,Que no mueras tambien de aquesta muerte."El presagio del padre, que moria,Dejado por postrero testamento,Al D. Diego de poco le servia,Pues tuvo en Santa Cruz atrevimiento,Y pagó en Potosí su tiranía.Diré en otro lugar este alzamiento:Al Abrego volvamos, que sabiendoQue Irala vuelve, al monte vá huyendo.Irala habiendo tiempo navegadoEl Paraguay arriba con su gente,Y al buen Nuño de Chaves despachadoA que salga al Perú muy diligente,Se vuelve á la Asumpcion, que el que ha pecadoNo puede asegurar jamás la mente:Que no puede hallarse mejor ciencia,Ni prueba, que le iguale á la conciencia.Llegando á la ciudad al fin Irala,Con grande regocijo es recibido;De Mendoza la muerte le desalaEl corazon, y entrañas le ha rompido.Tras Abrego con priesa el monte tala,Y á Escaso aquesta causa ha cometido:Mas no le fué en el tiro de su mano,Que un tiro que tiró no sale vano.Al Abrego á prender Irala envia,Porque él con los leales retiradoAndaba por los bosques á porfia,Del remedio de España confiado.El Escaso, que supo dó dormia,Una noche le halla descuidado,Y al blanco pecho apunta, y fué tan cierto,Que el corazon le parte, y deja muerto.Muchos de los leales desmayaron,Por verse sin cabeza y perseguidos,Y algunos al Irala se pasaron,Y fueron con amor dél recibidos.Los otros, que mas tiempo porfiaron,Vinieron con dolor muy afligidos:Que el nombre de leal era nefando,Y en trisca le nombraban, y burlando.A tal punto llegó el atrevimiento,Del bando del Irala, que casandoSu hija con Vergara, por contentoY placer, un soldado suspirandoEn una farsa sale descontento,Y roto y pobre, y otro preguntando,Y él responde, diciéndole ¿quien era?De los leales soy, que no debiera.¿Qué, de leales sois, le dice luego:Mirad pues bien el pago que sacadoHabeis de esa contienda y triste juego,Que tan contra razon habeis jugado?Hermano, por ventura estais tan ciego,Que no veis que es andar de pié quebrado:El triste del leal dice temblando,Hermano, lo que sé que estoy penando.El valeroso Chaves caminabaLa vuelta del Perú donde ha salido,Con trabajo sobrado que pasaba,De gente que el camino le ha impedido.A muchos fuertemente conquistaba,Y á su diccion y mando ha sometido,Rompiendo fuertes y altas palizadas,Con obras muy heroicas y afamadas.Conquistò los Chiquitos, que es fronteraDel gran Mojo, Señor de la Laguna:Y entiendo que si mas adentro fuera,A cuestas nos sacára la coluna;Y Hércules segundo Chaves fuera,Y por mas le imitar, el sol y lunaA cuestas sustentára, como al cieloEl otro, por le dar á Atlas consuelo.Al fin salió al Perú, donde ha halladoAl licenciado Gasca el venturoso.Despues de su negocio relatado,Procura de volverse muy gozoso.Un pueblo en el camino hubo poblado,Por extender su fama deseoso,Santa Cruz de la Sierra le nombraba,Que el sitio al de su tierra semejaba.A Cabeza de Vaca ya volviendo,Lleváronle á Castilla aherrojado.Agora que lo estoy aquí escribiendoMe admiro, como nunca castigadoAqueste caso fué, atroz y horrendo,Y el gran levantamiento confirmado.En mi tiempo yo ví se recelabaEl pueblo del castigo que esperaba.Venegas y Cabrera, pues, al presoLlevaron á Castilla, y lo entregaronAl Consejo Real con gran proceso,Y causas, que á su gusto fulminaron.De aquestos dos el uno pierde el seso,Al otro en breve tiempo lo enterraron,El preso por sentencia fué privadoDel título y blason de Adelantado.En su lugar habiendo proveidoA Sanabria el gobierno, va á Sevilla,[60]Casóse, y el casamiento le ha impedidoQue no pueda salir ya de Castilla:Que en breve se murió; y ha partidoCon el resto de gente y la cuadrillaQue en armada Sanabria puesto habia,Entregada á la mar, Doña Mencía.Tomaron de la costa á San VicenteDespués á San Francisco, dó estuvieronAlgun tiempo viviendo alegremente.Por tierra al Paraguay despues vinieron.La mas de toda aquesta poca gente,Que nombre del Socorro les pusieron,De Estremadura son, dó influye MarteDe sus sacros tesoros tan gran parte.Sanabria en Medellin nacido habia,Con hijos y muger allí ha vivido,Viudo ya una vez, Doña MencíaEn Sevilla por suerte le ha cabido.Movida de su vana fantasía,Con sus hijas de España se ha partido,Con fin de las casar; y así sucede,Que en la muger la honra vale y puede.Tambien Diego Sanabria, el heredero,Despues salió con gente en mala extrena;Que erraron dos pilotos su rotero,Y dieron en el puerto Cartagena.En Potosí le ví hecho minero,Mas nunca tuvo el pobre mina buena:Busquemos una agora en otro canto,Que ya cansa decir en este tanto.

————————————


Back to IndexNext