XI
Pick-nick marino.—Rockway.—Los muelles.—El vapor "Plimouth."—Paisajes.—Bañadores.—Pavilion Baths.—Cantina.—Museo.—Fonda.—Los baños.—Modorra.—Un romance.—Regreso.—Las Tumbas.—Laberinto.—Asco y degradacion.—Una cita de poetas.—Jacinto Gutierrez.—Perez Bonald.—El Café Delmónico.—Lectura de mis versos.
Ayer sí que estuvo el diablo en holgorio: paseo en el mar, baile, baños; ¡cuántas cosas juntas para echar, no una cana al aire, sino todas las canas, y gastar todo un tintero de tinta color de rosa!
Trátase de un gran Pick-nick: yo tenia premeditada semejante excursion, habia recorrido con avidez elHeraldo, y me habia fijado en un paseo áRockway, que es uno de tantos preciosos islotes que bordan y alegran la bahía.
Ya hemos dicho al hablar de los Pick-nick de San Francisco y de Orleans, que ó esa diversion se hace á escote y en familia, ó es una empresa la que toma á su cargo procurar el local y la música, ó como éste, el empresario del Pick-nick toma el vehículo para determinado lugar.
Fué domingo ayer: á las nueve de la mañana mi caballeroso amigo Buzeti estaba listo, con todas las instrucciones correspondientes.
El vapor de rio es de los más elegantes; el precio, de tránsito cincuenta centavos; la música la del regimiento 23, famosa por sus walses y por sus cuadrillas deOrfeo en los Infiernos.
Como todos los domingos, la ciudad estaba desierta. Atravesamos calles y más calles solitarias, tomamos por el frente de los muelles, despues cruzamos la série de calles con sus tejados y sus hileras de pequeñas puertas que forman el sucio Mercado de Washington. En el mercado no habia una sola persona; los clavijeros vacíos, los mostradores solitarios: yo no he visto esqueleto más triste que el de ese mercado.
Del otro lado de la calle silenciosa, es decir, en la bahía, se oian músicas, y colgando de los altos palos de los buques flotaban grandes banderas y banderas pequeñitas, en cordeles que bajan desde lo más alto al casco del buque, recordando á todas las naciones de la tierra.... la bandera de México no se veia allí. Estas banderas con cria me caen en gracia.
A la entrada de cada muelle habia gente agolpada buscando el Pick-nick de su eleccion. Descendian de los carruajes y desembocaban de las bocacalles los paseantes, en lo general en familia: el padre cargando á losnenesy llevandoá otro de la mano, con sus botecitos de hoja de lata con comida; la mamá con un bolson ó con un canasto, tambien con municiones de boca; de vez en cuando una suegra, tambien oficiosa y útil, porque es de advertir que la suegra en este país es un animal de todo punto domesticado.
En pocos grupos amigos íntimos, casi en ninguno convidados.
Rios de gente corrian en los muelles, al punto que solo paraRockwayy sus inmediaciones partieron ese dia más de cuarenta mil personas. Para Corregisland y los otros puntos de recreo, más de cien mil.
El vapor que nos condujo se llama el "Plimouth:" es un vapor de rio de grandes dimensiones y sin duda destinado para largas travesías. Amplio salon con alfombras, lleno de espejos, sofás y sillas lujosísimas, toldo á proa sombreando extensas y cómodas bancas, amplios corredores cubiertos de sillas, y en la parte baja la tabaquería y elbar-room, la venta de carnes frias y los puestos con dulces, flores y frutas.
En la parte baja del buque, entrándose por un pórtico de columnas graciosas y estatuas colosales, se extiende en amplísimo salon el comedor, con su mesa redonda y sus mesillas aisladas, con sus jarrones de flores y sus grandes ventanas, desde donde se ven los mil encantadores paisajes que va recorriendo el vapor.
Entre el mugir de las embarcaciones que llegaban y partian; al ruido de las campanas de los templos; á los ecos de las músicas marciales de los otros vapores, emprendimos la marcha cerca de dos mil personas, con la novedad que, aunque repetida siempre, siempre se produce á la vista de esasciudades flotantes y de esa multitud de sombrillas, sombreros de paja, gorros con flores, cintas, velos y gasas.
Los bosques de mástiles hacian ver, como tras de una celosía, por un lado Broklyn, por el otro Jersey, entre sus arboledas; al frente, los fuertes; á los lados, los botes mil y los barquichuelos, con sus velas tendidas rozando las aguas.
El conjunto era como el de una plaza pública; los niños atravesaban corriendo; las jóvenes y los jóvenes pasaban coqueteando; las ancianas y la gente séria leia sus periódicos, y las madres de familia batallaban con susbebesy los tenian en su regazo dándoles el pecho. Y no obstante la multitud, el gentío era silencioso; no iba, lo trasladaban, estaba allí como pudiera en cualquiera otra parte.
—Vea vd., me decia mi compañero, aquella que parece gran señora, que cuando levanta su brazo ostenta sus muchas pulseras con campanillas y monedas, signo de sus muchos adoradores: es una obrera.... veale vd. las manos que oculta siempre con el pañuelo.
—¿Y esos jóvenes de sombreros de paja y bastoncillos, zapato bajo y medias de colores?
—Son sastres, empleados de las tiendas de abarrotes, conductores de ferrocarriles: de á legua se les distingue.
—Hombre, si no puede ser: esa es mucha seda, y mucho lujo, y mucho abanico.
—Pues es lo que le digo á vd.: yo no respondo de cómo estarán los retretes de estas hermosuras, ni las pobrezas que por allá revelarán camas y ajuares, sartenes y percheros; pero en la calle, todas son grandes señoras.
—Vea vd., ese es el calavera ordinario que da cada silbido que crispa las carnes, zapatea como un arlequin y retoza como quien es.... Pero vea vd. qué aspecto ofrece (dejando este salon), la inmensidad del mar.
Vea vd. aquella multitud que parece devorada por las olas.
En efecto, bajo un escalon de verdura que baja á la playa oriental, se extiende una inmensa faja de arena, y se percibe, como saliendo de las olas, un inmenso letrero que dice:Northon and Murray Pavilion Baths.
Aquel y otros establecimientos de baños son frecuentados los domingos por más de cien mil personas. Corona la gente el escalon bajo toldos y sombrillas, y los nadadores se lanzan á las olas, variando al infinito los espectáculos.
El hombre usa para bañarse los calzones de punto que conocemos; las mujeres, sacos oscuros, pero no tan celosos, que no dejen percibir en toda su belleza las formas de estas mujeres hechiceras.
Sonó al fin el vapor, como relincha un caballo que reconoce su establo. Miéntras llegábamos, yo improvisé el versito que sigue:
¡Qué alegres las barcasQue van por el rio,Las velas tendidasY sueltos los rizos!¡Qué airosos vaporesSonando sus pitos!¡Qué naves inmensas!¡Qué excelsos navíos!¡Qué bellas las lomasCeñidas de pinos!¡Qué torres gigantesDe cuellos erguidos,Que al aire levantanAgudos sus picos!La faja de arena,Que es orla del rio,De pórticos filaFormando están lindos;Y á sus anchos muellesEn raudal contínuo,Descienden saltandoMujeres y niños,Y viejos ybebes,Que van en carritos....De prisa viajerosSe miran prolijos,Cargando sus sacosEn eterno ahoguío,Que en lasestacionesEl último avisoSe da, y ya los trenesEstán en camino.En mezcla confusaLlevó el torbellino,Los tiernosadiosesDel padre y del hijo,Que el blanco pañueloSacó entre el gentío,Del barco en que partePara el mundo antiguo.Y en aquel tumulto,Casi á un tiempo mismo,Se ve del que llegaFeliz el arribo,Los viejos contentos,Saltando los chicos,Brincando entre todosEl fiel falderilloQue pega en el trageDel amo el hocico....Volviéndose el rostroDel sol á los visos,Se ven bañadoresJugando en el rio.¡Qué Adanes tan guapos!Y qué Evas, ¡San Críspulo!Las Evas rechonchas,¡Jesus, qué suplicio!Me atacan los nervios,Me dan calosfrio....¿Por qué las ballenasSe ponen vestido?¿Por qué la marmotaNo apela al suicidio,Para su volúmenNo dar al ludibrio?....Y todo lo miraCuando pasa, el rio,Y á la mar camina,Siguiendo su giro,Hasta que á sus brazosSe entrega rendido,Y muere besandoSu seno infinito.Fidel.
¡Qué alegres las barcasQue van por el rio,Las velas tendidasY sueltos los rizos!¡Qué airosos vaporesSonando sus pitos!¡Qué naves inmensas!¡Qué excelsos navíos!¡Qué bellas las lomasCeñidas de pinos!¡Qué torres gigantesDe cuellos erguidos,Que al aire levantanAgudos sus picos!La faja de arena,Que es orla del rio,De pórticos filaFormando están lindos;Y á sus anchos muellesEn raudal contínuo,Descienden saltandoMujeres y niños,Y viejos ybebes,Que van en carritos....De prisa viajerosSe miran prolijos,Cargando sus sacosEn eterno ahoguío,Que en lasestacionesEl último avisoSe da, y ya los trenesEstán en camino.En mezcla confusaLlevó el torbellino,Los tiernosadiosesDel padre y del hijo,Que el blanco pañueloSacó entre el gentío,Del barco en que partePara el mundo antiguo.Y en aquel tumulto,Casi á un tiempo mismo,Se ve del que llegaFeliz el arribo,Los viejos contentos,Saltando los chicos,Brincando entre todosEl fiel falderilloQue pega en el trageDel amo el hocico....Volviéndose el rostroDel sol á los visos,Se ven bañadoresJugando en el rio.¡Qué Adanes tan guapos!Y qué Evas, ¡San Críspulo!Las Evas rechonchas,¡Jesus, qué suplicio!Me atacan los nervios,Me dan calosfrio....¿Por qué las ballenasSe ponen vestido?¿Por qué la marmotaNo apela al suicidio,Para su volúmenNo dar al ludibrio?....Y todo lo miraCuando pasa, el rio,Y á la mar camina,Siguiendo su giro,Hasta que á sus brazosSe entrega rendido,Y muere besandoSu seno infinito.Fidel.
¡Qué alegres las barcasQue van por el rio,Las velas tendidasY sueltos los rizos!¡Qué airosos vaporesSonando sus pitos!¡Qué naves inmensas!¡Qué excelsos navíos!¡Qué bellas las lomasCeñidas de pinos!¡Qué torres gigantesDe cuellos erguidos,Que al aire levantanAgudos sus picos!La faja de arena,Que es orla del rio,De pórticos filaFormando están lindos;Y á sus anchos muellesEn raudal contínuo,Descienden saltandoMujeres y niños,Y viejos ybebes,Que van en carritos....De prisa viajerosSe miran prolijos,Cargando sus sacosEn eterno ahoguío,Que en lasestacionesEl último avisoSe da, y ya los trenesEstán en camino.En mezcla confusaLlevó el torbellino,Los tiernosadiosesDel padre y del hijo,Que el blanco pañueloSacó entre el gentío,Del barco en que partePara el mundo antiguo.Y en aquel tumulto,Casi á un tiempo mismo,Se ve del que llegaFeliz el arribo,Los viejos contentos,Saltando los chicos,Brincando entre todosEl fiel falderilloQue pega en el trageDel amo el hocico....Volviéndose el rostroDel sol á los visos,Se ven bañadoresJugando en el rio.¡Qué Adanes tan guapos!Y qué Evas, ¡San Críspulo!Las Evas rechonchas,¡Jesus, qué suplicio!Me atacan los nervios,Me dan calosfrio....¿Por qué las ballenasSe ponen vestido?¿Por qué la marmotaNo apela al suicidio,Para su volúmenNo dar al ludibrio?....Y todo lo miraCuando pasa, el rio,Y á la mar camina,Siguiendo su giro,Hasta que á sus brazosSe entrega rendido,Y muere besandoSu seno infinito.Fidel.
¡Qué alegres las barcas
Que van por el rio,
Las velas tendidas
Y sueltos los rizos!
¡Qué airosos vapores
Sonando sus pitos!
¡Qué naves inmensas!
¡Qué excelsos navíos!
¡Qué bellas las lomas
Ceñidas de pinos!
¡Qué torres gigantes
De cuellos erguidos,
Que al aire levantan
Agudos sus picos!
La faja de arena,
Que es orla del rio,
De pórticos fila
Formando están lindos;
Y á sus anchos muelles
En raudal contínuo,
Descienden saltando
Mujeres y niños,
Y viejos ybebes,
Que van en carritos....
De prisa viajeros
Se miran prolijos,
Cargando sus sacos
En eterno ahoguío,
Que en lasestaciones
El último aviso
Se da, y ya los trenes
Están en camino.
En mezcla confusa
Llevó el torbellino,
Los tiernosadioses
Del padre y del hijo,
Que el blanco pañuelo
Sacó entre el gentío,
Del barco en que parte
Para el mundo antiguo.
Y en aquel tumulto,
Casi á un tiempo mismo,
Se ve del que llega
Feliz el arribo,
Los viejos contentos,
Saltando los chicos,
Brincando entre todos
El fiel falderillo
Que pega en el trage
Del amo el hocico....
Volviéndose el rostro
Del sol á los visos,
Se ven bañadores
Jugando en el rio.
¡Qué Adanes tan guapos!
Y qué Evas, ¡San Críspulo!
Las Evas rechonchas,
¡Jesus, qué suplicio!
Me atacan los nervios,
Me dan calosfrio....
¿Por qué las ballenas
Se ponen vestido?
¿Por qué la marmota
No apela al suicidio,
Para su volúmen
No dar al ludibrio?....
Y todo lo mira
Cuando pasa, el rio,
Y á la mar camina,
Siguiendo su giro,
Hasta que á sus brazos
Se entrega rendido,
Y muere besando
Su seno infinito.
Fidel.
Rockwayes un pueblecito en miniatura: se ve la lucha de muelles, hoteles y casas de campo, entre el arenal, las arboledas y las rocas; los muelles tienden sus brazos desde la playa; las ventanas y miradores sonríen al viajero. Por entre los árboles asoman las casas y sobresalen sus techos de las copas de los más elevados, blanqueando con alegría entre la verdura.
Tiene el pueblo soberbiosrestaurantsy buenas cantinas, mostradores consoda, juegos de bolos, museo y baños.
En una ceja de tierra, y pronta para partir á Long-Island, esperaba la locomotora, bufando impaciente por partir.
Nosotros paramos en el hotel más afamado, que aloja personas distinguidas durante la estacion de los baños. En el extensísimo corredor que ve al mar, se suelen dar bailes magníficos.
Las dos mil personas que contenia el buque se vertieron como un torrente, dispersándose y tomando cada cual su camino; muchos se dirigieron á la sombra de los árboles á hacer en grupos sus almuerzos.
La calle única que merezca este nombre, no obstante lo sofocante del sol, estaba inundada de gente de paraguas ó sombrillas, que son adminículos indispensables allí, en todas las situaciones de la vida.
Ví elMuseo, el Museo de segunda mano, el Museotendejon, elburlotede Museo: un juil, una cresta de gallo, un gato: yo no sé lo que me pareció todo aquello; era como una de esas gracias que á todos dejan sérios; era como si cualquiera pusieseMuseo, al cuarto que más desechos ytarantinestuviese en su casa....
—Hombre, salgámonos de aquí, le dije á mi compañero, que tengo la bílis en las pestañas.
—American plan, me respondia mi amigo, conteniendo la risa.... Veamos si los baños nos presentan mayor diversion.
En efecto, el espectáculo, para mí, tenia más novedad.
Hombres y mujeres se bañaban juntos, y ya he descrito los trages;pero como el mar es bravo y tienen miedo las chicas, por cubrirse bien el pecho, se descubren las rodillas.... y ya solté esa especie de versito para los aficionados.... pero así es la verdad.
La leve envoltura de la bañadora se embebe tanto tanto, que aquello es una temeridad.... En las delgadas suele haber pliegues discretos y follaje púdico; pero en las gordas ¡santo cielo!...... esas gordas son una bola de gusto....
Y en este particular, la enjundia y el aquello de la civilizacion produce tales fenómenos, que personas del bello sexo que pudieran salir del baño al encuentro de su ropa, casi desapercibidas.... salen y rodean por donde la multitud, en semicírculo, disfruta del espectáculo de la natacion. Esos cuadros al natural no tienen precio. El yankee suele ver esto medio dormido.... y al presenciar algo de un mundo desconocido, exclama con imperturbable flema:oll right!y sigue mondando un limon con su enorme navaja.... pero no todo está tan frio, y los vejetes y los chicos de trueno.... se sacuden.... y mucho que se sacuden....
Yo no sé, pero la opinion unánime es que los baños son divertidos.... y á mí, para no mentir, me parecieron tambien muy divertidos.
Almorzamos en elrestaurant: nos invadió la modorra, porque el sol era tremendo, y esperamos para regresar, las cuatro de la tarde.
—Vd. se ha fastidiado, me decia mi amigo; apénas hemos oido la música, y aquel coro destemplado no debe haber divertido á vd. mucho.
—Yo no sé, tal vez el estado de mi espíritu; pero la gente me ha parecido triste, no se comunican unos grupos con otros, casi no hablan, ni los amantes, que siempre tienen algo que decirse....
La tarde era magnífica. Algunas parejas aisladas habian tomado sus botes, y se veian á distancia bogando en el mar.
El caballero alquila el bote, se quita la levita y empuña sus remos; la dama, esbelta, audaz y generalmente enamorada, se sienta en la popa sombreándose con su paraguas, y así se entregan al desierto de las aguas.... Esos paseos me parecieron llenos de encantadora poesía.
—No crea vd., continuaba B***, que no se conformaba con mi tristeza, que todos losPick-nicksson así. Muchos los forman familias, de las que cada una da un platillo para la mesa. En losPick-nicksde franceses reina la alegría, no cesan las canciones, y los bailes tienen animacion, á la luz de la luna que ilumina el mar....
Aburrido de no entender palabra ni conocer á nadie, me senté en un rincon y consagré, en mi cartera, los recuerdos de mi expedicion áRockway, del modo siguiente:
Banderas de mil coloresAsidas á sus cordeles,Van saludando los maresY se van meciendo alegresSobre del bajel de fuegoQue tiene color de nieve,Donde del canto los ecosVan en el viento á perderse.Como inundacion invadeEl barco todo la gente,Y del fondo á la cubierta,Sube, baja, corre, hierve.Lindas matronas en brazosLlevan á sus lindosnenes,Y á otros los dejan que sueltosSobre las alfombras jueguen.En el salon está el piano,Y en su torno, hermosas vense,Entre gigantes estatuasY en espejos relucientes,Mujeres como deidades,Hombres que en bolsas y pliegues,Si no huelen á tabaco,Es porque áwhiskeytrascienden.Ellos con holgados trages,Ellas con sus trages leves;Pero en número tan grande,Que arrebatarse parecenEl aire, cuando se escurreDe carne entre las paredes.Cruzan el concurso inmensoMil traficantes que vendenUnos,estroberys(fresas),Los otros bizcochos (queques),Otroscandís(charamuscas)Y otros cerveza con nieve.Esto esbar-roomambulante,Refrigerio de lasladies,Porque abajo, en las cantinas,Barriles desaparecen,En esos tubos inmensosQue de cuello el nombre tienenDeyankee, donde licoresA borbotones se absuerben;Pero en medio del tumulto,Cuando los cantos no hiendenLos aires, ¡qué silenciosasY qué tristes van las gentes!Ellas hacen sus negociosY ellos comen y se duermen,O ellos y ellas elHeraldoCasi de memoria aprenden.Ni un semblante, ni un acentoMi triste pecho conmueve:¿A dónde dejaré el almaQue mis recuerdos no lleve?Inquieto al venir estuve....Inquieto estoy por volverme....¡Ay de mí! que á todas partesLa inquietud me sigue siempre!Fidel.Julio 15 de 1877.—A bordo del"Plimouth," bahía de Nueva-York.
Banderas de mil coloresAsidas á sus cordeles,Van saludando los maresY se van meciendo alegresSobre del bajel de fuegoQue tiene color de nieve,Donde del canto los ecosVan en el viento á perderse.Como inundacion invadeEl barco todo la gente,Y del fondo á la cubierta,Sube, baja, corre, hierve.Lindas matronas en brazosLlevan á sus lindosnenes,Y á otros los dejan que sueltosSobre las alfombras jueguen.En el salon está el piano,Y en su torno, hermosas vense,Entre gigantes estatuasY en espejos relucientes,Mujeres como deidades,Hombres que en bolsas y pliegues,Si no huelen á tabaco,Es porque áwhiskeytrascienden.Ellos con holgados trages,Ellas con sus trages leves;Pero en número tan grande,Que arrebatarse parecenEl aire, cuando se escurreDe carne entre las paredes.Cruzan el concurso inmensoMil traficantes que vendenUnos,estroberys(fresas),Los otros bizcochos (queques),Otroscandís(charamuscas)Y otros cerveza con nieve.Esto esbar-roomambulante,Refrigerio de lasladies,Porque abajo, en las cantinas,Barriles desaparecen,En esos tubos inmensosQue de cuello el nombre tienenDeyankee, donde licoresA borbotones se absuerben;Pero en medio del tumulto,Cuando los cantos no hiendenLos aires, ¡qué silenciosasY qué tristes van las gentes!Ellas hacen sus negociosY ellos comen y se duermen,O ellos y ellas elHeraldoCasi de memoria aprenden.Ni un semblante, ni un acentoMi triste pecho conmueve:¿A dónde dejaré el almaQue mis recuerdos no lleve?Inquieto al venir estuve....Inquieto estoy por volverme....¡Ay de mí! que á todas partesLa inquietud me sigue siempre!Fidel.Julio 15 de 1877.—A bordo del"Plimouth," bahía de Nueva-York.
Banderas de mil coloresAsidas á sus cordeles,Van saludando los maresY se van meciendo alegresSobre del bajel de fuegoQue tiene color de nieve,Donde del canto los ecosVan en el viento á perderse.Como inundacion invadeEl barco todo la gente,Y del fondo á la cubierta,Sube, baja, corre, hierve.Lindas matronas en brazosLlevan á sus lindosnenes,Y á otros los dejan que sueltosSobre las alfombras jueguen.En el salon está el piano,Y en su torno, hermosas vense,Entre gigantes estatuasY en espejos relucientes,Mujeres como deidades,Hombres que en bolsas y pliegues,Si no huelen á tabaco,Es porque áwhiskeytrascienden.Ellos con holgados trages,Ellas con sus trages leves;Pero en número tan grande,Que arrebatarse parecenEl aire, cuando se escurreDe carne entre las paredes.Cruzan el concurso inmensoMil traficantes que vendenUnos,estroberys(fresas),Los otros bizcochos (queques),Otroscandís(charamuscas)Y otros cerveza con nieve.Esto esbar-roomambulante,Refrigerio de lasladies,Porque abajo, en las cantinas,Barriles desaparecen,En esos tubos inmensosQue de cuello el nombre tienenDeyankee, donde licoresA borbotones se absuerben;Pero en medio del tumulto,Cuando los cantos no hiendenLos aires, ¡qué silenciosasY qué tristes van las gentes!Ellas hacen sus negociosY ellos comen y se duermen,O ellos y ellas elHeraldoCasi de memoria aprenden.Ni un semblante, ni un acentoMi triste pecho conmueve:¿A dónde dejaré el almaQue mis recuerdos no lleve?Inquieto al venir estuve....Inquieto estoy por volverme....¡Ay de mí! que á todas partesLa inquietud me sigue siempre!Fidel.Julio 15 de 1877.—A bordo del"Plimouth," bahía de Nueva-York.
Banderas de mil colores
Asidas á sus cordeles,
Van saludando los mares
Y se van meciendo alegres
Sobre del bajel de fuego
Que tiene color de nieve,
Donde del canto los ecos
Van en el viento á perderse.
Como inundacion invade
El barco todo la gente,
Y del fondo á la cubierta,
Sube, baja, corre, hierve.
Lindas matronas en brazos
Llevan á sus lindosnenes,
Y á otros los dejan que sueltos
Sobre las alfombras jueguen.
En el salon está el piano,
Y en su torno, hermosas vense,
Entre gigantes estatuas
Y en espejos relucientes,
Mujeres como deidades,
Hombres que en bolsas y pliegues,
Si no huelen á tabaco,
Es porque áwhiskeytrascienden.
Ellos con holgados trages,
Ellas con sus trages leves;
Pero en número tan grande,
Que arrebatarse parecen
El aire, cuando se escurre
De carne entre las paredes.
Cruzan el concurso inmenso
Mil traficantes que venden
Unos,estroberys(fresas),
Los otros bizcochos (queques),
Otroscandís(charamuscas)
Y otros cerveza con nieve.
Esto esbar-roomambulante,
Refrigerio de lasladies,
Porque abajo, en las cantinas,
Barriles desaparecen,
En esos tubos inmensos
Que de cuello el nombre tienen
Deyankee, donde licores
A borbotones se absuerben;
Pero en medio del tumulto,
Cuando los cantos no hienden
Los aires, ¡qué silenciosas
Y qué tristes van las gentes!
Ellas hacen sus negocios
Y ellos comen y se duermen,
O ellos y ellas elHeraldo
Casi de memoria aprenden.
Ni un semblante, ni un acento
Mi triste pecho conmueve:
¿A dónde dejaré el alma
Que mis recuerdos no lleve?
Inquieto al venir estuve....
Inquieto estoy por volverme....
¡Ay de mí! que á todas partes
La inquietud me sigue siempre!
Fidel.
Julio 15 de 1877.—A bordo del"Plimouth," bahía de Nueva-York.
Antes de escribir los últimos versos del anterior romance, estaba llamándome B*** para que saliese á ver la multitud de vapores, embarcaciones pequeñas y botes que iban cruzando las aguas por donde nosotros bogábamos.
El espectáculo era animadísimo: pescadores, simples paseantes, muchachos audaces, marineros en asueto, familias pobres con sus chicuelos al borde del bote, ó haciendo saltar las aguas en leves glóbulos, poniendo su mano contra la corriente.
A nuestra vista, los remeros levantaban sus remos en señal de respeto; los pañuelos y los sombreros se agitaban, unos chicos enarbolaban sus camisas, y nos saludaban sus mangas desgobernadas....
Anclamos en Brockyn, tomamos por ese laberinto de callejones que miran al Este, culebrean, se embrollan y parecen extenderse cerca deCity Hall; pero saltan por su espalda, se enmarañan y complican, desembocando al fin á Broadway, que atraviesan como en fuga para perderse por el laberinto del Weste. La mayor parte de esas calles son como hechas en máquina: todas, las mismas paredes de ladrillo, las mismas hileras de ventanas con sus persianas verdes. Y la parte baja, tendajos, casas de empeño, ygrozeries, entre almacenes, fábricas y templos.
Las Tumbas, esa prision pavorosa, con sus gruesos pilares, cuadrada, maciza, como sentada tras de sus hierros, y á medio cubrir con el manto de yerba que cuelga como desgarrado á su espalda.
En un salon colocado inmediatamente á la derecha de la entrada, es donde há lugar el primer exámen de los que caen bajo la accion de la justicia. Llámase "Tombs PoliceCourt," ó "Juzgado de Policía de las Tumbas," y allí toma asiento todas las mañanas un Juez de Distrito que escucha los cargos que presenta la policía contra los arrestados y dispone de la suerte ulterior de éstos. En los casos de menor cuantía, tales como embriaguez, conducta desordenada ó vagancia, aquel magistrado tiene la facultad de imponer multa, sumaria ó prision, ó perdonar la falta.
Las órdenes de encarcelamiento son para el juicio ulterior del reo, por uno de los varios tribunales superiores; pero el único de éstos que administra justicia en las Tumbas, es el Tribunal de Sesiones especiales, ó "Court of Special Sessions." Dos jueces presiden este tribunal, los mártes, juéves y sábados de cada semana, para resolver sobre los delitos de pequeños robos, asaltos y atropellos personales, y otros menores. El conocimiento que dichos jueces tienen de las clases y hasta de los individuos, la mayor parte reincidentes, cuyos desmanes tienen que castigar, les permite apreciar los distintos casos imparcialmente y aplicar el condigno castigo, y si las influencias políticas no se emplearan algunas veces en torcer el curso de la Justicia, esos jueces llegarian á ser el terror de los malvados, purgando en gran manera á la sociedad de los muchos que la infestan, confiados en la impunidad que dicha influencia política les ofrece. Muchos de esos criminales salen de este tribunal para ir á ocupar las celdas ó calabozos; pero la mayor parte de éstos recibe sus huéspedes del Tribunal de Sesiones generales y demás tribunales superiores. La distribucion y arreglo del interior de las Tumbas, en la parte carcelaria, se diferencían poco de los demás establecimientos de su clase, carecen de comodidades y tienen poca ventilacion.
La aglomeracion de presos, no solo perjudica la higiene sino que en lo moral tiene pésima influencia.
Hay once calabozos especiales destinados á los reos de prision perpétua ó pena de muerte. Otros seis calabozos se dedican para compurgar delitos de cierta gravedad, y los seis restantes sirven como de hospital.
En la parte superior hay ochenta y dos celdas. Cada preso cuesta al condado treinta centavos próximamente por su manutencion.
El patio interior que rodea los calabozos, es el lugar en que se aplica la última pena, y aun cuando nada denota el destino que de vez en cuando está llamado á ejercer, la lobreguez que lo domina, las barras de hierro que cierran los estrechos huecos por donde apénas penetran el aire y la luz en los calabozos, al parecer incrustados en las sólidas murallas de piedra gris, y las ideas que naturalmente surgen en la mente del que la curiosidad lleva á aquel sitio, le imprimen un sentimiento involuntario de terror, cada vez que el eco se despierta en aquel lúgubre recinto, al ruido de los pasos.
Las calles angostas y torcidas, la soledad, la suciedad y la basura, dan triste aspecto á esas calles que rodean las Tumbas, que parecen de una ciudad en que residen el hambre y la peste.
La vejez de la mayor parte de estos edificios es espantosa; las falsificaciones de piedra que hacen tan buen efecto cuando las casas están nuevas, se ponen en evidencia: es la costra, es la llaga, es la hérpes en las escaleras, el tumor en las cornisas, el mal de San Lázaro en las puertas y ventanas.
Por allí resulta reja de palo la que se creia pared; másarriba la torre es el costillar de un esqueleto; cuelgan las duelas al suelo; las puertas, las celosías, aparecen como sobrepuestas, como si se quisieran reacomodar sobre un cráneo facciones de otro rostro humano.
Al abrirse un cimiento, se forma ante todo un estanque en seco, que es elbasamento; despues se levanta un cono de ladrillo; esa es la cloaca y lo único que sobrevive entre aquella osamenta de astillas, ladrillos rotos, chirlos de papel dorado, pero de un oro sarcástico, terrible, como es terrible un rizo rubio y sedoso flotando sobre un cráneo.
A veces una puerta corrediza da paso á un callejon, despues á un corral coronado de esas habitaciones en alto, habitadas por grupos, por resíduos, por palizadas de gente, por trasformaciones de alacranes, mestizos, sapos y tortugas, que sin perder del todo su forma, pertenecen á la humanidad.
La decadencia del sombrero, la caducidad de la seda, la petrificacion del zapato y la trasmutacion de la piel humana en pellejo, en badana, en corteza y en cuarzo. Yo no he visto nada de más tremendamente hediondo ni espantable que hombres, y mujeres, y cosas, como las que yo percibí en aquella madriguera de la embriaguez y de la calentura perniciosa.
Comí de prisa, porque me esperaban mis amigos Jacinto Gutierrez y Perez Bonald, para tomar un refresco en el Café Delmónico.
Permítanme mis lectores que les presente á mis amigos, y descansaremos despues en el café.
Es el Sr. D. Jacinto Gutierrez y Coll un hombre de cerca de cuarenta años, pequeño de cuerpo, de color moreno, profusa barba y ojos negros y grandes llenos de vida; nació en Venezuela, donde hizo brillantes estudios, completó su educacion en Paris, donde estuvo como secretario de la legacion de su país, encargado de negocios, y desempeña actualmente en Nueva-York el Consulado general de Guatemala.
El Sr. Gutierrez es notable poeta: nutrido en la escuela francesa, debe á ella sus bellezas y sus defectos; es correctísimo, pule con amor sus frases y las redondea con delicadeza exquisita, engastando en ellas joyas de valía, hasta ser como una filigrana, cuajada de piedras preciosas, cada una de sus composiciones.
La patria, los íntimos dolores del alma, el amor, forman las cuerdas más preciosas de su lira.
Habla con pasion; de su entendimiento concentrado se lanzan relámpagos de fogosa elocuencia por intervalos; y á la claridad de esos relámpagos, se percibe la lucha del poeta con el filósofo y el escéptico.
El Sr. Perez Bonald es un hombre de treinta y cinco años, venezolano tambien, alto, blanco, de frente despejada, insinuante y afable.
El Sr. Bonald está dedicado al comercio, sus ocios los entrega á la literatura y cultiva con muy buen éxito la poesía.
Posee varios idiomas, y entre ellos el aleman, con notable perfeccion. La dote más sobresaliente de su alma, es la admiracion por el ajeno mérito. Exento de toda pretension, ignorante con sinceridad de su elevado mérito, hizo culto de su cariño á Heim, y el gran poeta ha tenido un intérprete fiel de sus inspiraciones singulares.
La traduccion de las poesías del Voltaire aleman, hechas por el Sr. Perez Bonald, acaba de ver la luz pública en Nueva-York, en medio de los entusiastas elogios de la prensa.
El Café Delmónico, uno de los más espléndidos de esta ciudad de esplendores, está situado en la Quinta Avenida y consta de tres secciones.
El granSalon del Restaurant, con sus pequeñas mesas, sus alfombras, sus espejos, sus torrentes de luz de gas y su tapicería deslumbradora.
Los gabinetes reservados ó retretes en que se aisla una pareja de amigos ó una familia, verdaderos nidos del placer y del bienestar, y el café, vastísimo salon lleno de columnas y sembrado de pequeñas mesas, á la usanza de México, con su gran cantina surtida de licores delicados, refrescos, café y chocolate, que aquí se acostumbra aguado, sin dulce y tomado con cuchara.
El servicio no deja que desear: los criados visten con perfecta elegancia, presentan sus cuentas escritas en un platillo de plata. En el café se fuma libremente.
Instalámonos en una mesilla del café: el Sr. Gutierrez me habia leido sus versos, que yo habia admirado; el Sr. Bonald me habia obsequiado con un tomito de su preciosa traduccion. Nuestra cita era para que yo les leyese algunas de mis coplas; y no obstante haber hecho pocas y la mayor parte improvisadas, con lápiz, en la cartera, sobre la rodilla, la instancia fué tal, que rayaba en descortesía mi resistencia.
Pedimos refresco: saqué mi carterita y un rollo de manuscritos, y hénos ahí delirando, soñando, iniciando á aquella familia tierna y entusiasta que me deparaba el destino, en mis más íntimos dolores....
Olvidé el café y las conveniencias todas; leia como si no tuviera auditorio; leia como quien tiene la conciencia de que por primera vez se le comprende. Era la lectura cansada; pero yo seguia, sin considerar que del mismo Homero habrian fastidiado dos horas de versos.... Pero ya los literatos y los conocidos no existian; eran los confidentes; eran los amigos; era el viejo marino que contaba sus naufragios á los que solo conocian del mar los esplendores y las brisas.
Insensiblemente nos veiamos el espíritu: la patria inspiraba; la raza reclamaba sus fueros; las auras de los primeros años replegaban el ala, para besar nuestras frentes enamoradas con el canto de nuestros recuerdos.
El café habia quedado medio solitario cuando acabé de leer, en medio de testimonios de generosa estimacion, que nunca olvidaré.