XVIII
Trenton.—Filadelfia.—Baltimore.—Llegada á Washington.
Volaba el tren del ferrocarril como si fuera atravesando un subterráneo; las tinieblas se presentaban como espesos muros, el cráter de la locomotora lanzaba erupciones de chispas que se desbarataban en centellas.
El interior del wagon era sombrío, las lámparas alargaban su llama entre humo espeso que se pegaba al tubo; la mayor parte de los pasajeros dormian, tomando esas figuras estrambóticas del sueño, y la trepidacion ó cernimiento del carruaje, les hacia mover como de una pieza, y como movimiento de cadáveres.
Francisco, con su cachucha sobre las cejas, se concentraba sin hablar palabra: despues de algun andar, me dijo:
—Vamos á pasar porTrenton, capital de Nueva-Jersey.
Algunos faroles, una casa de comercio abierta, fué todo lo que conocí y de que puedo dar idea.
—Si de este jaez, dije á Francisco, son mis impresiones sobre Filadelfia, me voy á divertir.
—Pues así serán, porque pasaremos por allí ántes de que amanezca.
Hizo un alto el tren é ingresaron á él dos caballeros que tomaron asiento frente á nosotros, saludándonos en correcto español, muy cortesmente.
Yo respiré; ardia en ganas de hablar de Filadelfia, y Francisco no tenia humor de darme gusto.
Los nuevos compañeros son originarios de Venezuela: llámase el uno, el más jóven, D. Juan Herrera, y el otro, D. Estéban Galvez.
Herrera, como yo, no conocia á Filadelfia; pero le importaba un bledo, tenia suficiencia para figurársela poco más, poco ménos, á la vez que Galvez trataba de instruirle con particular interes.
—Esta ciudad (Filadelfia), decia Galvez, está situada entre los rios Delaware y Schuytkill, á seis millas de su confluencia y á noventa y seis del Atlántico.
—Déjate de particularidades. ¿La ciudad es bonita? Me han dicho que es tristona: no te canses, el que ha visto Paris....
—Es la ciudad monótona, aunque regulares las calles. Corren de Norte á Sur, y como en todas las ciudades americanas, un nombre sirve para la extension de una vía, aunque tenga varias secciones, y la numeracion es de pares de un lado y nones del otro.
—Lo mismo da todo eso.
—¿Quién habia de decir á Guillermo Penn, observaba Francisco, cuando en 1682 vino aquí con su colonia de cuákeros, el sorprendente desarrollo de estos pueblos?
—Sin embargo, la emigracion fué muy rápida, objeté yo, y se consideró como la ciudad más importante en tiempo del gobierno colonial.
—Aquí se reunieron el primero y segundo Congreso, y se hizo la solemne declaracion de la Independencia el 4 de Julio de 1776.
—Tambien pueden citarse, dijo Galvez, como títulos históricos, la reunion de la Convencion para formar la Constitucion, en 1787, residiendo allí el Presidente de la Union.
—¿Y cuál será la poblacion actual de Filadelfia? pregunté.
—Segun la estadística del año de 1876, Filadelfia contaba 817,448 habitantes.
—No es mal pico, dijo Herrera; pero ochenta grisetas hacen más bulla y son más divertidas que esos miles de mochos, complemento de sus máquinas.
—El comercio es muy cuantioso; el número de establecimientos es 8184.
Los operarios empleados, 137,496.
El capital invertido, 174.016,674.
Y los productos del año de 1870, 322.004,517.
—Pero, hombre, te estás quedando dormido....
---Y tú tambien, me dijo Francisco.
—Pues si esto solo puede divertir á D. Bonifacio Gutierrez ó á José María Mata.
—Yo creo, dijo Herrera, que en vez de esos bocados de estadística, algo diéramos por descansar en elContinentaló enGirard hotel, que dicen que son excelentes posadas.
—Muy caras, replicó Galvez, lo mismo que el hotel de la Columnata, porque son cuatro pesos diarios los de más lujo, ó tres pesos y medio los de segundo órden.
—Creo, me dijo Francisco, que en materia de cafés yrestaurants, Filadelfia no está á la altura de Nueva-York.
—Convengo, dijo Galvez; pero elHotel-café, elBresorter, elAsher, son buenosrestaurants, y en elUnion league Club, se come como en el mejor hotel de Nueva-York.
—No hagamos comparaciones, dije yo; personas muy conocedoras me han asegurado que la sola calle de Broadway vale todo Filadelfia.
—Pues no crea vd. que Market St., que es en Filadelfia la calle de los grandes negocios, es cualquier cosa; tiene cien piés de ancho y es animadísima.
—Broad St. y Chesnat, son tambien hermosas, añadió Francisco, y tienen, como Market, suntuosos almacenes.
—Nada de riquezas, ni de hermosura, ni de placer y amor, dijo Juanito; vdes. repasan vejeces cuando tratan de Filadelfia.
Allí está la iglesia más antigua,The old, Twea'church, construida en 1700 en el lugar que estuvo la primitiva, construida en 1677. Allí, segun Estéban, llevan á vd. muy reverentes los yankees á ver una casa grosera de ladrillo, construida por Penn; más adelante, como si visitara vd. los Santos Lugares, le enseñan un cafesucho de mala muerte, donde se reunen hace más de un siglo los magnates de la ciudad. Acullá un obelisco señala el lugar que ocupaba el olmo, bajo cuya sombra hizo Penn su primer tratado con los indios.
Paseando con un yankee, tiene vd. que mostrarse extasiado en Carpenter's Hall, lugar donde se reunió el primer congreso....
—De todo, lo que se puede considerar como más curioso, observó D. Estéban, es el edificio llamadoIndependence Hall, grande fábrica en Chestenat St., construido de 1725 á 1735, con el costo de ménos de treinta mil pesos.
En una pieza del lado del Oriente se hizo la declaracion de Independencia. La pieza se conserva con religioso cuidado en el mismo estado que tenia cuando aquella declaracion.
Las mismas pinturas, los mismos muebles.
Hay en aquel edificio una estatua de Washington, de mérito, así como retratos y reliquias de la revolucion, considerándose como preciosa la campana que sonó inmediatamente despues de hecha la declaracion de Independencia, y á la que llamanLiberty bell(Campana de la libertad.) Todo grande amor es fanático.
—Pues yo no tengo esa pasion por las baratijas, dijo Juanito. Cuando me encarecen el mérito de un sombrero de Napoleon, yo, siendo su dueño, lo daria por cualquier sorbete de uso comun.
—Hazme favor, Juanillo, de reprimirte, dijo Estéban; hazme el favor, porque á la tierra que fueres, haz lo que vieres.
—Y de edificios verdaderamente notables, ¿qué me cuentas? pregunté á Francisco.
—Que el Correo, la Aduana, y la Casa de Moneda, son muy hermosos.
El Correo está concluyéndose y ya sorprende su magnificencia. El extenso patio es de mármol azul, las paredes de mármol blanco, la torre que corona el edificio tiene 450 piés de alto, ó sean ciento treinta varas, es decir, más del doble de las torres de la Catedral de México.
LaAduanaes una copia del Partenon de Aténas, y laCasa de Moneda, de mármol blanco y construida del órden jónico, es admiracion de los artistas inteligentes.
—La vez que más me detuve en esta ciudad, dijo D. Estéban, no visité esas maravillas por ver elAsilo naval, ó sea hospital para marineros inválidos.
Hay dos arsenales, el uno para la construccion de vestuario para el ejército, y el otro para la fabricacion de municiones, siendo de advertir que este es el más grande depósito de pólvora de los Estados-Unidos.
—Siento que no veas la Penitenciaría. Su aspecto te inspiraria una leyenda, porque tiene la forma de un castillo feudal.
El sistema adoptado es de separacion de celdas, no de aislamiento, aunque el aislamiento se modifica cuando está muy llena la prision, de modo que estén á la vista y sin molestarse, dos presos en cada calabozo.
El prisionero está provisto de útiles y material para un trabajo moderado, y tiene permiso para hablar con el capellan, sus celadores, y los oficiales de la Penitenciaría, pero no con sus compañeros de prision.
—Dejemos, si te parece, mercados, templos y bancos, interrumpió D. Juanito; los templos son cerca de trescientos, los mercados bien surtidos y los bancos riquísimos. Todo eso lo traigo en la punta de los dedos; pero háblame tú á la europea, no olvides que mi pasion es Paris. ¿Qué hay de teatros?
—Pues creo que no te disgustaria el de la Academia de Música, que tiene asientos para más de tres mil personas.
—Poca cosa, chico, poca cosa; en Paris hay por centenares de esos teatros.
—Juan, contente.... porque te pasas de la raya.
—Sobre que cada parisiense vale por tres yankees: hay, además, el teatro de laCalle del Arco, el de laOpera, elCentral.
—¿Y respecto á librerías? pregunté á Francisco.
—Abundan, así como las Galerías de Artes. En primer lugar, se cuenta la Biblioteca de Filadelfia, instituida por la influencia y bajo los auspicios de Franklin, que tiene 100,000 volúmenes.
Doce mil volúmenes más encierra la librería mercantil.
La de losAprendices, la delAteneo, laAlemana, están perfectamente surtidas de libros especiales, y no menciono librerías pequeñas, porque seria cosa de estarnos inventariando bibliotecas toda la noche.
Lo verdaderamente admirable, se interrumpió Francisco con cierto entusiasmo, es laAcademia de ciencias naturales; posee y exhibe en salones espléndidos colecciones riquísimas, que se aumentan dia por dia, de zoología, ornitología, geología, mineralogía, conchología, etnología, arqueología y botánica. Agassiz afirma que hay más de 250,000 muestras, y que es la más variada y hermosa coleccion de objetos de ciencias naturales de cuantos existen en el mundo.
—A mí, dijo D. Estéban, me agradó mucho, cuando lo ví, el Instituto Franklin para fomentar la mecánica y las artes útiles. Posee el Instituto una biblioteca numerosa y escogida, y los sabios dan allí lecciones al público, sobre ciencias.
—Con nosotros habian de dar, dijo Juanito; vaya vd. á reducir á nuestra raza á que cultive el gusto de los sermones.
—Amigo, dije yo, para eso nuestros sabios; dicen que son prodigios, cuando se paga á un médico ó cuando despabilan media fortuna como resultado de un pleito; pero esas becas de gracia, concedidas á los jurisconsultos; esas asignaciones á la agricultura; esos aparatos científicos, no han valido al pueblo, sino pocas veces, estoy por decir que ninguna, una leccion sobre el uso de la garrucha, acerca de los derechos del hombre; nada.... cuando más se dignan los sabios censurar.... aunque peguen cada rebuzno cuando abren los labios, que atarante....
—LaAcademia de Bellas Artes, continuó Francisco sin fijarse en mi charla, es del estilo gótico; en extensísimos salones de rasgadas ventanas hay galerías de pintura y escultura muy valiosas, y modelos traidos de Francia é Italia á todo costo; los trabajos están perfectamente distribuidos; es prodigioso el número de alumnos, y muchos se hacen notables por su aprovechamiento.
D. Juanito dormia en el hombro de D. Estéban; Francisco, que es poco afecto á la conversacion con personas desconocidas, se bajó hasta la punta de la nariz la visera de su cachuchilla, y yo seguí en vela en el wagon, aburrido y asendereado, esperando con ansia que llegase la luz.
Pero quiten vdes. de ahí, si la noche era como el alma de Judas de negra, y la lluvia repicaba que era un contento en los cristales del wagon....
De pronto paró el tren; serian las once de la noche; yo creia que habia ocurrido alguna desgracia. Era simplemente arreglar la locomotora para que atravesase el tren un costado de la ciudad. Antes se atravesaba ésta, tirados los wagones por caballos.
Al fin, por media hora cesó el ruido y cesó el movimiento que me traia desencajados los huesos.
Francisco me sacó á la plataforma del wagon; pero, repito, el cielo era de bronce, y de ébano la oscuridad en que estábamos encerrados.
Algunas luces dispersas, como aves refugiadas de la tempestad, se veian pegadas á altísimas vigas y á cornisas gigantescas sin duda.... aquello, segun congeturaba, era una estacion.
A cada uno de los fugaces, pero rapidísimos relámpagos, como que brotaba sorprendente la gran ciudad con sus calles, sus cúpulas, sus torres, sus macizos de árboles y su conjunto inmenso; yo, en aquellas apariciones súbitas, le ponia nombre á lo primero que veia, segun las reminiscencias de mi guía. Aquel, le decia yo á Francisco, debe ser el Hospicio de Pobres, que dizque lo forman cuatro edificios espaciosísimos, que ocupan diez acres de tierra.
Los relámpagos seguian, y con ellos mis extravagantes congeturas.
—De fé, le decia yo á Francisco, aquellos dos edificios son elColegio de ciegosy el deSordo-mudos.
—Nada de eso: lo que señalaste es el Hospital de locos, donde mereciamos tú y yo estar, por hacer viajes á vista de relámpago.
—Pues, mira, estoy cierto que aquellas que nos parecian inmensas murallas, son el Gran Parque de Filadelfia (Fairmount Park).
—En efecto, atinaste por casualidad. Ese parque tiene una extension de 2,740 acres. Se extiende por una y otra ribera del rioSchukilly deWissahickon Creek, por más de 13 millas. Contiene muchas bellezas campestres, más dignas de una hacienda que del parque de una gran ciudad.
Los cuatro depósitos de agua que se ven en aquel parque, para surtimiento de la ciudad, son admirables; la represa para la formacion de esos depósitos tiene 16,000 piés de largo; el agua se hace subir hasta la cima del monte, por medio de ruedas y bombas.
En el parque hay una galería de pinturas, de las que algunas son muy celebradas, como los cuadros de las batallas de Gettysburg, de Rothermal, Cristo rechazado por el pueblo judío y una gran alegoría de la Nueva República, pintada por Powell.
Inmediata al parque se ve una extensa y abierta plaza en cuyo centro descuella gigantesca una estatua de Abraham Lincoln.
—Pon cuidado hácia Fairmount park. ¿Viste á la luz de esos relámpagos continuados, como una ciudad de cristales colorándose fantástica con la roja luz de la tempestad?
—Perfectamente: al Oeste de la ciudad, ¿no es cierto?
—Aunque se han destruido muchos edificios de los que se hicieron en la Exposicion, otros muchos quedan en pié, y siempre tiene belleza extraordinaria el sitio que encierra un extenso y cristalino lago, pequeños valles tapizados de aterciopelado césped, grupos de árboles y accidentes de terreno, que no embellecen á éste, comparado con el bosque de Boloña por los franceses, y no puedo decirte más, me dijo Francisco, porque, como sabes, no la ví.
—Yo tuve la fortuna de ver la Exposicion, observó Galvez, y para mí fué sorprendente, acaso porque no la pude comparar con las europeas.
El economista Molinari, que describe el terreno de esa Exposicion, dice que tenia la forma de una montera extendida en una superficie plana (comparacion rencorosa del frances contra el yankee). La punta de esa montera la ocupaba el departamento de agricultura; la base, dos departamentos perfectamente iguales, llamados Main Building y la Galería de las máquinas. El intervalo de las grandes secciones descritas, lo llenaban construcciones de todas dimensiones, de todos los estilos conocidos, de multitud de colores y de objetos los más variados que puedan imaginarse. El autor que acabo de citar, dice que eran ciento setenta y uno esos edificios.
El detalle de la Exposicion debe vd. haberlo visto en varios periódicos, y tengo noticia que en México se publicaron, con este motivo, artículos muy notables de Bachiller y Morales.
Hizo esta cita Galvez y entramos al wagon, porque nos comenzaba á molestar la lluvia.
—Los he leido, dijo Gomez del Palacio, y en ellos te puedes imponer á tu gusto de cuanto desees saber.
—Yo, quien habria deseado, añadí, que hubiese publicado sus apuntaciones sobre la Exposicion, es nuestro distinguido naturalista Mariano Bárcena.
—He oido mentar ese caballero con mucha estimacion, y aun me valí de un amigo para que me lo presentase, dijo Galvez.
—Bárcena es muy jóven y su modestia tal, que hasta queno se dieron á conocer muy ventajosamente sus obras, no se fijó en él la atencion.
De mediana estatura, robusto, sin tocar ni de léjos á la obesidad, sus movimientos son listos y de hombre acostumbrado á las fatigas.
Rosado, cariredondo, de ojos negros y nariz proporcionada, un ligero bigote sombrea sus labios, y sus ojos, aunque no grandes, son expresivos y brillan con la luz intensa de la penetracion y del talento.
En su trato familiar, lleva Bárcena la modestia hasta el punto de confundirse con el comun de las gentes; aunque siempre entregado á estudios gravísimos, no esquiva la sociedad, es alegre y consecuente con sus compañeros de colegio, y con todo el mundo finísimo y considerado.
Ama los viajes con delirio: nunca más feliz que cuando cabalgando en un caballo tísico, sin más equipo que una maleta y un criado á su lado con sus instrumentos científicos, se lanza en pos de raíces y pedruscos, penetra en las cavernas y escala las montañas.
Vuelve cargado de cada expedicion, de objetos preciosos para las ciencias, y entónces le cercamos, nos charla, nos instruye, y los que tenemos él honor de tratarle, confirmamos la merecida opinion de que disfruta en el mundo científico, y nos envanecemos con la gloria pura y universal de ese guapo muchacho, honra de México.
Cada vez que en mis articulejos de chismografía tropiezo con algo científico que me deja á oscuras, ocurro á su celda, porque así pueden llamarse las piececitas que ocupa en el Museo, y allí, entre un fémur de mastodonte, esferas, pajarracos y pedruscos, está Bárcena como la mosca en la miel.
—Dígame vd., Mariano, qué hay sobre tal materia, porque si no, invento y sale una sarta de barbaridades que entuman.
Bárcena ríe, me hace con suma paciencia luminosas explicaciones, y salgo de su cuarto, echando chispas de entendido y hasta de sabio.
Cuando volvió de la Exposicion de Filadelfia, le asalté, y sin más ni más, le pedí sus apuntaciones. (Hablando así, tomé unos papeles de mi bolsa de viaje).
—Sr. Prieto, todas están en desórden; pedazos de papel por aquí, cálculos de lápiz por acullá.
Y solo íntegro lo relativo á su informe oficial, muy ordenado y pronto á presentarse....
—¡Hombre de Dios! ¿por qué es vd. tan árido? Yo venia buscando lo que ha encontrado vd. adaptable á México.... vd. pensará, yo charlaré, y al último, vulgarizaremos los dos los conocimientos.
—No crea vd., me dijo mi sabio amigo, que he descuidado lo que vd. me dice, ni que me he olvidado de vd.; pero ya vd. ve que tengo muy poco tiempo disponible: en prueba de mi buena voluntad, vea vd. esta carpeta.
Ví la carpeta, y con mucha satisfaccion mia, leí que decia: "Para platicar con el Sr. Prieto."
Sin esperar razones, me apoderé de la carpeta, que contenia una porcion de apuntaciones escritas con pluma y con lápiz.
—Pero.... dije yo, ¿qué demonio de solfa tiene vd. aquí?
—Son apuntaciones muy privadas, indicaciones más bien que me proponia desarrollar al hablar con vd.
—Veamos cualquiera de esos papelitos, que me están mirando como cosa mia.... Haber ese de líneas coloradas y azules, que parece arrancado de un libro de caja.
Departamento de Maquinaria.
Ese, ese, exclamé con impaciencia; yo no conozco más departamentos de maquinaria que las oficinas públicas.
Bárcena leyendo:
"Amplio y vistoso edificio; tiene 1,402 piés de largo y 360 de ancho; costó 542,300 pesos. En el centro del edificio habia una máquina de vapor con fuerza de 1,400 caballos. Esta comunicaba movimiento á las otras máquinas que poblaban el edificio."
—¿Qué dice aquí?
—Máquinas industriales, leyó Bárcena.
—Para hacer ladrillos, leí yo.
"Las principales eran una francesa y otra rusa. Se ponia en ellas el lodo, tal como se encontraba en el campo, y por un simple movimiento de la máquina, salian ya cortados y perfectamente comprimidos los ladrillos."
—Vd. ve: en México se hacen barrancas para extraer la tierra, se forma el lodo, se bate, se le mezcla estiércol, y no sé despues cuántas operaciones se hacen, que los ladrillos resultan malos y caros.
—Léame vd., Sr. Bárcena, ahí donde habla de la máquina para hacer cubiertas de cartas.
Mi amigo leyendo:
"Entraban en ella los pliegos de papel; un golpe cortaba, otro doblaba, y las cubiertas se acomodaban en una ruedaque las pasaba sobre un gran cepillo con goma, que untaba sus bordes. Esto seria utilísimo para oficinas y toda clase de establecimientos."
—Y como creo que esas máquinas serán muy poco costosas, habria modo de que las adquiriese la gente pobre, y aun un recurso para las mujeres....
—Esta otra no. Vea vd., siguió Bárcena:
—Máquinas de cortar rocas.Habia varias: la de Emerson laminaba las rocas con gran facilidad; las losas salian pulidas.
—Y el Ayuntamiento, ¿tendrá noticia de esas máquinas?
—¡Oh! ¡oh! seria una falta de patriotismo no hacer contratas con nuestros paisanos.
—Eso que está ahí escrito interesa muchísimo á nuestro país.
—¿Qué cosa?
—Las bombas. Léame vd., Sr. D. Mariano.
—Las bombas, continuó mi complaciente amigo, se encontraban funcionando en un vasto estanque que se hallaba en el mismo edificio de la maquinaria: habia algunas de gran poder, propias para minas. Se recomendaban entre otras las de Blake, Hardik, Kowles, etc.
Las automáticas de Sloushour, las movia un hombre muy fácilmente, dando impulso oscilatorio á una palanca: pueden servir para sacar agua de acequias y canales, para practicar riegos, etc., etc.
Todas las máquinas funcionando á la vez, producian bosques de chorros, laberintos de corrientes, capelos, abanicos, lluvias, polvo de plata y todo lo que la imaginacion de vd. puede concebir.
—Precioso, preciosísimo es eso, le decia yo á mi amigo, y de muy fácil aplicacion.
—Por supuesto que no faltarianamigosdel trabajo, que dijeran que quedaban con todo esto brazos ociosos.
—Para eso, atenerse á la uña para excavaciones, y á los buches para trasladar el agua de un punto á otro.
—Entre las máquinas agrícolas, esta parahacer cercas, va á llamar la atencion de vd. (leyendo):
"Habia una máquina muy curiosa; se ponian en ella algunos trozos de madera y salian divididos en láminas que tenian agujeros cilíndricos equidistantes; por otro lado salian tallos cilíndricos; con esos materiales se hacian cercas. Las láminas se clavan en el terreno y los tallos cilíndricos se pasan por los agujeros de aquellas.
"Entre las máquinas para cortar pastura, las habia que aprovechan tallo, mazorca y hojas.
"Entre las de segar me llamó la atencion la que practica la operacion, coloca tallos y espigas y forma atados ó haces con hilo ó con alambre...."
La relacion que hacia á mis compañeros de mi entrevista con el Sr. Bárcena, reproduciendo el diálogo y leyendo las apuntaciones que me dijo, fué imperfectísima, olvidando mucho y quitándole el aplomo que en estas descripciones da á su dicho el hombre de la ciencia; pero tal como es, mató el fastidio de la espera, y apénas nos apercibimos de que continuábamos nuestra marcha.
Los compañeros todos, aunque guardando difíciles equilibrios, se quedaron dormidos; yo no podia dormir, y tenia necesidad de distraerme.
Don Estéban estaba en situacion análoga, y me decia:
—Es sensible que no haya vd. podido permanecer en Filadelfia; es interesante y mucho, por la grandiosidad de sus edificios y sus plazas, por sus recuerdos y por la diligencia con que se acogen los adelantos de las ciencias.
Entre otras cosas, habria vd. gozado mucho con la vista y conocimiento del Colegio Girard, magnífico establecimiento para asilo é instruccion de huérfanos, fabricado y dotado con dos millones de pesos.
Es gigantesco el edificio, todo de mármol blanco, deslumbrador de riqueza y hermosura. En cuanto á las particularidades de la vida de Girard, cuya memoria es tiernamente amada en Filadelfia, poco puedo decir á vd.
Entretenidos con las anteriores pláticas y lecturas, no advertimos siquiera cuando pasamos por Washington, capital de Delaware, en cuyo hermoso astillero se construyen afamados buques.
El conductor anunció que pasábamos por Baltimore, y despertó Juanito, que habia dormido, como en lo general duermen los tontos, es decir, perfectamente.
Don Juanito se habia quedado dormido precisamente leyendo las Guías de Baltimore y Washington, de suerte que pudo ostentar conmigo su erudicion, con aquella prosopopeya y aquel aplomo con que se proponia aturdir á sus admiradores, al regreso á la patria.
—Ahí tiene vd. una de las ciudades más importantes de los Estados-Unidos, á la orilla del rio Patapso, con una de sus entradas en la Bahía de Chesapeake, como quien dice, tocando con la mano el Atlántico, que está á ménos de cinco leguas.
Como si para esta gente no bastase con tantos elementos de grandeza, hay un arroyo que se llamaJones Falls, que corre apacible por el medio de la ciudad, la divide en dos partes y la hermosea y fecundiza.
El puerto es amplio, seguro como un baúl y tan defendible, que pudo resistir el terrible bombardeo de 1812.
—Muy bien, Juan, estoy contento de escucharte, le dijo D. Estéban.
—Como que pienso, continuó D. Juanito, imprimir mis Viajes en cuanto llegue á mi país.
—Entónces comenzarás refiriendo la fundacion.
—Diré que se eligió el sitio para la gran ciudad en 1722, que se le puso nombre en 1745, en honor de lord Baltimore, propietario de Maryland; por supuesto que le invento al tal lord, cuatro anécdotas que saquen lumbre; que yendo y viniendo dias, el puerto comenzó á ser visitado, se empedraron las calles, se construyeron edificios y templos, y que la poblacion subió por saltos, de este modo:
y al presente muy cerca de trescientas mil almas.
Diré que dos magníficas líneas de vapores ponen en comunicacion al puerto con Europa; que multitud de embarcaciones llegan á sus aguas en demanda de lucrativos cambios, y que una red de ferrocarriles trae y lleva, que es una gloria, pasajeros y mercancías.
Despues de toser, fumar un puro, contaré á mis lectores que en virtud de mis vastas relaciones y de mi amistad personal con Hayes, que es chico de buen humor y á quienle gustan mucho las hermosas, me procuré datos de las exportaciones, que consisten en tabacos (informe del que me vende mis puros), algodon (mi costurera), petróleo (el atizador de los quinqués de cierto teatro), tocino, manteca, queso, mantequilla (cualquier cocinero me pone al corriente de lo que debo decir sobre todo eso). Diré, para concluir haciendo sensacion, en un capítulo, que en Baltimore se benefician los ricos minerales de cobre del Lago Superior, y producen anualmente 4.000 toneladas de metal refinado; que de ostiones, frutas y verduras, se venden 5.000,000 de pesos, y 500,000 de cueros curtidos que se remiten generalmente á la Nueva Inglaterra.
—Está muy bien, decia Estéban; pero con ese tonillo y esa tu manera, te expones á que tengan por dudoso lo cierto, porque esos datos son fehacientes, y las Guías, aunque relaciones que andan de mano en mano, tienen en general mucha exactitud, y los datos que contienen son tomados de documentos oficiales.
—Eso lo debe suponer el lector, decia Juanillo; pero si ensarto números y números, dimensiones y tablas de cuentas, ya verás mi Viaje con un solo lector.... el de las pruebas.
—D. Juanito, hágame vd. el favor de seguir su Viaje, porque á mí me interesa, aun cuando solo sea de oidas, conocer á Baltimore.
—Seguiré, continuó Juanito, diciendo lo que recuerde de la Guía, porque este pícaro de Estéban acaba de cortar las alas al génio.
Como en todas las ciudades de la Union, hay magníficos hoteles yrestaurants; si quiere vd. lo mejor entre los primeros, pregunte por Carolton ó Barnim-Hotel, y en cuanto á los segundos, Pappes es sin duda el mejor atendido.
Once líneas de wagones trasportan á vd. donde le parece, momento por momento; y en cuanto á carretas, carros y carritos, ya vd. sabe lo que son estos tios de viciosos.
La calle que tiene por nombre "Baltimore," es la principal de los negocios, sin que dejen de tener importancia, Broadway, la plaza de Mont-Vernont y las que rodean los muelles.
Por más que hablen á vd. de los muchos y grandiosos edificios de Baltimore, los que se singularizan son el Cambio, que tiene una fachada soberbia de 240 piés, cuya fachada la decora una columnata de mármol de Italia, espléndida, el Banco y City Hall, que tuvo de costo más de dos millones de pesos.
El Templo Masónico, que se usa para conciertos y lecturas, tuvo de costo cuatrocientos mil pesos, y es elegantísimo edificio.
El Teatro de la Opera, el de la Academia de Música, son dignos de la hermosa ciudad, así como fuera de ella llama la atencion el Circo de Jockey Club, destinado á las carreras de caballos.
Los sabios pueden entretenerse con las bibliotecas del Ateneo de Baltimore (15,000 volúmenes), la Mercantil (26,000), Biblioteca Baltimore (10,000), Instituto Peabody (56,000).
La Academia de Ciencias es con justicia celebrada, por sus riquísimas colecciones de historia natural.
Hay suntuosos templos, aunque, por lo que he visto, á todos los ofusca la Catedral Católica.
—Es realmente imponente y magnífica, dijo Estéban. Es de granito, de forma de cruz, cuyos brazos tienen cada uno 177 piés de extension, la altura es de 127 piés.
Las dos torres, de estilo sarraceno, tienen la apariencia de los minaretes de una mezquita; hay en la Catedral pinturas de sobresaliente mérito, donaciones de Luis XVI y Cárlos X.
No desdice Baltimore de las otras ciudades de la Union, en el estado de su instruccion pública y sus establecimientos de beneficencia y caridad.
—Vea vd., sobre esto, lo que dice la Guía: (leyendo)
Colegio de Medicina de Maryland.
Universidad de Washington.
Colegio de Jesuitas de Mujeres, de Baltimore.
Colegio Peabody, fundado por el eminente banquero americano establecido en Lóndres, Jorge Peabody, destinado á las ciencias y á la literatura.
La Universidad Hoppins, fundada por el rico propietario de ese nombre, quien dedicó su inmensa fortuna á objetos de educacion y beneficencia.
Entre los más notables establecimientos de caridad se señalan el Hospital de locos, el de Ciegos y el Hospital del bendecido beato Hoppins, el más hermoso de cuantos existen en América, dotado para su asistencia con dos millones de pesos.
—A Baltimore, interrumpió Francisco, se llama la Ciudad Monumental, y en efecto, contiene monumentos que cualquiera de ellos podria ser la gala de la ciudad, como el llamado deLa Batalla, erigido en memoria de los que sucumbieron en defensa de la ciudad, en Setiembre de 1814.El consagrado en honra de Wildey, fundador de la Orden de losOdd-Fellows(rito masónico), en los Estados-Unidos, y el que perpetúa la memoria de dos jovencitos heróicos, muertos en la batalla de North Pourt.
Pero yo de lo que conservo apuntaciones, continuó Francisco, es del gran monumento de Washington, construido en la grandiosa plaza de Mont-Vernont, que es el más notable de su género que he visto en mi vida.
Está situado el monumento á más de treinta y tres varas sobre el nivel del agua: su base es de diez y seis varas poco más, y siete varas de altura, y sostiene una esbelta columna dórica de cincuenta y nueve varas, sobre la cual se eleva una estatua colosal de Washington, de más de cinco varas de altura, de manera que la total elevacion del monumento es de ciento cuatro varas sobre el nivel del rio. Está construido de ladrillo, con revestimento de mármol blanco, y costó doscientos mil pesos.
Desde la balaustrada del monumento se disfruta una vista deliciosa: la ciudad con sus mil torres, cúpulas y columnas, se distingue entre sus verdes arboledas; el puerto, lleno de embarcaciones, se extiende á la vista; cruzan los rios alegres sementeras y se ven á sus orillas quintas preciosas; el tráfico activísimo, á todo comunica animacion y aspecto de contento.
En estas conversaciones, y al vislumbrar la luz, tocábamos en Washington, y teniamos á nuestra disposicion tres horas para dar un vistazo á la ciudad.
No obstante no ser ni accidentado el viaje de Nueva-York á Washington, ni los carruajes incómodos, ni la concurrencia desagradable, el trayecto me estropeó, acaso porque la noche anterior la habia pasado sin dormir y lleno de fatiga y emociones.
Francisco, que habia estado varias veces en Washington, lo mismo que mis dos amigos, tenian más gana de dormir y de desayunarse, que de servirme de instructores. Por otra parte, bien á bien no amanecia, y no pude disfrutar de la vista de los alrededores de Washington y de las estancias elegantes de próceres de todas las naciones, en que se hermanan las grandezas palaciegas con la imitacion de los paisajes y de las estancias campestres. Esto lo sentí más, despues de haber oido la magnífica descripcion de estos sitios, por Manuel M. de Zamacona.
Habia hace años en mi tierra un diputado tan amigo de que no se perdieran en el olvido sus discursos, que cuando cerrada una discusion no le tocaba la palabra, al siguiente dia, en el periódico que tenia más á mano, iba publicándose, como corriendo tras de sus lectores, el discurso que debió haber pronunciado el diputado H***, con tal motivo: creíase que no habia más allá en materia de candor y amor propio; pero los que tal pensaron se llevaron chasco, porque un espúrio del Parnaso, siempre que no podia hablar en un convite, insertaba á vuelta de hoja en un periódico: "Improvisacion del C. Verso-Cojo, con motivo de tal solemnidad, etc., etc."
De ese jaez es el presente paréntesis: son apuntaciones hechas con el propósito de aprovecharlas en un proyectado viaje por la Nueva Inglaterra, viaje que no pude realizar; y como un diputado y un poeta me habian dado un buen ejemplo, yo no quiero ser ménos, y por nada de esta vida me quedo con mis apuntaciones en el cuerpo. Allá van:
VIRGINIA.
Despues del descubrimiento del Nuevo-Mundo por Cristóbal Colon, españoles y portugueses se lanzaron á los mares en pos de prodigiosos descubrimientos, creyendo cada quien, en el delirio de su ambicion, que les estaba reservada la misma gloria que al inmortal genovés.
La Iglesia, que en aquellos tiempos en todo se ingeria, acordó, por la mano de Alejandro VI á las coronas unidas de Castilla y Aragon, todas las tierras descubiertas y por descubrir, más allá de una línea imaginaria de uno al otro polo, cien leguas al Oeste de los Azores, dando al Este en propiedad á los portugueses.
Este arranque de Su Santidad, que desheredaba del resto del mundo á las naciones del antiguo continente, fué desatendida, y la Inglaterra, la Holanda y la Francia, cuidándose muy poco de la bula y de los anatemas de Su Santidad, armaron expediciones, emprendieron conquistas y establecieron colonias, combatiendo contra españoles y portugueses, quienes, como dice Laboulaye, se empeñaban en conservar el monopolio del nuevo mundo.
En 1496, de órden del mismo Dios, que habia autorizado á Alejandro VI, la Inglaterra dió á Juan Cabot, veneciano establecido en Bristol, una comision semejante á la que Fernando é Isabel dieron á Colon. No habia más diferencia sino que Cabot tenia que hacer los gastos á sus expensas, reservándose el Rey el señorío de las tierras descubiertas, y el quinto de los productos de la expedicion.
Armado de este tan amplio como disputable título, Cabot, acompañado de su hijo Sebastian, hizo su primera excursion, y en la segunda de sus tentativas, plantó en las Floridas, como signo de posesion, la bandera inglesa.
El suelo que ocupaban los ingleses estaba habitado por tribus salvajes; pero se les incluyó como entre las fieras, sin representacion y sin derechos, porque en aquellos tiempos era lícita toda iniquidad con los que no eran cristianos. Los títulos fueron de la Inglaterra y España, que tenian su Dios oficial.
El primer ensayo sério de colonizacion, se intentó en 1584 por Walter Raleigh, persona caballerosa y novelesca, el mismo que tendió su manto bordado sobre el lodo, para que su soberana no se manchase los piés.
La concesion hecha á Raleigh fué amplísima, las tierras extensas, y en cuanto á los emigrantes, se dejaban en plena libertad para que se arreglasen en los términos más convenientes con el lord propietario: Raleigh tenia una jurisdiccion absoluta en pleno señorío.
En el primer viaje de exploracion se costearon las Carolinas, y el país pareció tan encantador, que se le puso el nombre de Virginia para perpetuar el recuerdo de la Reina Vírgen, bajo cuya advocacion se habia hecho descubrimiento tan feliz.
Raleigh, perseguido por un enemigo rastrero, fué acusado de conspiracion y condenado á muerte por un jurado cobarde y corrompido.
En su prision escribió obras muy estimables.
Despues de permanecer mucho tiempo preso, fué puesto en libertad; pero sin sus bienes, sin representacion alguna, vigilado y sordamente perseguido.
Exasperado por su posicion y por sus villanos enemigos,se hizo pirata, y como el Drake, persiguió las flotas y galeones españoles.
Aprehendido Raleigh en una de sus aventuras, se le revivió indignamente la causa porque habia sido juzgado quince años ántes, y se le decapitó el 26 de Octubre de 1618, muriendo este personaje con notable entereza y dignidad.
El rey Jacobo trató de proteger las empresas de las lejanas tierras, y aunque no fué siempre acertada ni bienhechora esa proteccion, las colonias, bajo su reinado, tuvieron notable desarrollo.
En 1606, dividió el Rey en dos grandes porciones el territorio en que estaban colocadas las doce colonias que en toda su extension tenian el nombre de Virginia.
Andando los tiempos, la seccion del Sur conservó su nombre de Virginia, y la Norte tomó la denominacion de Nueva Inglaterra.
La Nueva Inglaterra se componia de las colonias que siguen:
New-Plimouth, Massachussets, Rhode-Island, Providence, Conneticut, New-Haven y Maine.
La carta de la concesion del establecimiento de la Colonia de Virginia fué expedida á una reunion de mercaderes de Lóndres, cuyos jefes eran: Thomas Gates, Georges Summers y Ricardo Hakluyt.
La carta no era como la de Raleigh concediendo mando y señorío: era unpermisomercantil para la pesca y el cultivo de la tierra, aunque en ella habia artículos para alentar la inmigracion.
A los colonos se declararon iguales derechos á los que disfrutaban todos los ingleses.
En un principio los trabajos fueron en comun: se desconoció el principio de propiedad y las consecuencias fueron desastrosas.
En la Nueva Inglaterra se siguió el mismo sistema, aunque los resultados fueron ménos funestos, merced á la intensidad del sentimiento religioso, como veremos en su lugar.
Veamos á las colonias de plantadores bajo su aspecto político.
La direccion de la Compañía residia en Lóndres, la administracion estaba encomendada á un presidente y á un consejo local, nombrados por el Consejo de Lóndres con aprobacion del Rey. Estas dos autoridades desempeñaban funciones ejecutivas y legislativas.
La administracion colonial no tenia poder sobre la vida de los colonos, y cuando se trataba de delitos de cierta gravedad, los juzgaba Inglaterra. Los delitos en general eran juzgados y castigados por el presidente, de acuerdo con el Consejo.
A los colonos no se les otorgaron derechos políticos.
La primera expedicion se hizo en 1607, y su título único de celebridad es que la dirigia el Capitan Smith.
El Capitan Smith es el héroe simpático del Romance Americano.
"El mismo, dice Laboulaye, nos ha contado en un curioso relato, su vida aventurera, sus combates contra los turcos, su prision, su fuga atravesando la Rusia, y en fin, el episodio más conmovedor de sus viajes, su prision entre los indios salvajes, su condenacion á muerte, su marcha al suplicio y la interposicion apasionada y sublime de la bella Pacohontas, hija del Rey, salvándole la vida."
Smith, por sus combates con los indios, por su prevision y constancia, merece el título de fundador de la colonia.
Hiciéronse otras expediciones á las órdenes de lord Delaware; pero lo que dió vida á la Virginia fué el cultivo del tabaco, único producto de cambio: de él, y á pesar de la escasez de dinero, dando más y más vuelo á la libertad de comercio, fundó Virginia su prosperidad, debido al triunfo de un gran principio económico.
Por aquellos tiempos, 1620, llegó á Virginia, procedente de las costas de Guinea, un bajel holandés y vendió veinte esclavos á los colonos. Esto dió orígen á la esclavitud en los Estados-Unidos.
La division territorial, la cultura del tabaco, la consolidacion de los elementos sociales, afianzados y garantizados por la propiedad, hicieron que los plantadores reclamasen los derechos de ciudadanos ingleses, ofrecidos por la madre patria.
Sir Jorge Yardley, Gobernador de la colonia en 1619, convocó una Asamblea compuesta de los propietarios de las diversas plantaciones, y se nombró un cuerpo que fungiera como legislatura, al lado del Consejo colonial.
El Consejo Superior de Lóndres aprobó lo hecho y expidió una ordenanza, asegurando la libertad de los colonos y con ella dando garantías á todas las fortunas.
La forma de gobierno dada á la Virginia fué una imitacion de la constitucion inglesa, y ella sirvió de modelo despues á las otras colonias.
Un Gobernador elegido por la Compañía, un Consejo permanente, una Asamblea compuesta de los miembros del Consejo y de dos diputados elegidos por cada planteacion porlos habitantes de ella, tal fué la organizacion del poder público, que recuerda al Rey, á la Cámara alta y la de los Comunes.
El poder legislativo tenia amplias facultades; pero tenia veto el gobernador.
El poder judicial estaba dotado de la robustez y seguridad que en Inglaterra.
Las libertades acordadas á Virginia le auguraban gran prosperidad; pero una invasion de indios en que los ingleses rivalizaron en ferocidad con los mismos salvajes, hizo necesaria la proteccion á los plantadores de la Compañía de Lóndres; esto excitó los celos del Rey, quien conspiró por la ruina de la colonia, hasta conseguirla.
Despues de una matanza horrible de los indios á los plantadores, el Rey anuló la carta de conocimiento de la Virginia, declarándole provincia real, en cuya condicion permaneció hasta 1776.
El Rey Jacobo nombró un Consejo que dirigiese desde Lóndres los negocios de la Virginia, reservándose el derecho de dictar sus leyes fundamentales; pero la muerte paralizó los trabajos del real legislador.
Cárlos I confirmó el monopolio del tabaco, que el rey Jacobo le habia concedido para asegurar su fortuna.
De hecho, la colonia conservó su Asamblea y gozó las libertades que habia conquistado á la sombra de la indiferencia del Rey.
Los sentimientos aristocráticos, el viejo realismo inglés tomaron en Virginia poderoso ascendiente.
Con esta independencia de hecho, conquistó al fin la Virginia, como derechos, en los dias de Cronwell:
Que Virginia conservara todas las libertades del pueblo inglés; que la Asamblea general se reuniria como ántes á dirigir los negocios todos de la colonia; que los habitantes tendrian en todas partes y con todas las naciones la misma libertad de comercio que la Inglaterra, y que no se podria, sin el consentimiento de la Asamblea, imponer contribucion, exigir préstamos, construir puertos ni mantener fuerza armada. Es decir, la independencia más completa, sin más que sombras de respeto á la madre patria.
Cárlos II, á su avenimiento al trono, mandó que se restringieran las libertades concedidas á Virginia.
Desde entónces la historia de la Virginia no es sino la historia de las luchas de la colonia contra las restricciones y violencias de la metrópoli.
Las doctrinas que dieron por resultado el Acta de Navegacion, pesaron con todo su rigor sobre la colonia, se instalaron, crecieron en los mares, se edificaron fuertes á título de perseguidores del contrabando, se llenó de esbirros aquel suelo. En una palabra, en nombre de la proteccion á los intereses agrícolas é industriales de la Inglaterra, se arruinó la Virginia.
El 4 de Julio de 1676, los plantadores, á las órdenes de Nathaniel Bacon, desconocieron la autoridad de Berkeley, Gobernador de la colonia; siete meses duró la rebelion, que se extinguió con la muerte de Bacon.
Entretanto, Berkeley mandó por auxilios á Inglaterra, y aunque cuando llegaron, la paz estaba restablecida, le sirvieron aquellos soldados para el ejercicio de crueles venganzas.