En este canto se trata cuan mal lo pasaba la gente de Juan Ortiz en San Salvador, y como, ido al Paraguay, muriò, dejando por Gobernador á su sobrino Diego de Mendieta.
En este canto se trata cuan mal lo pasaba la gente de Juan Ortiz en San Salvador, y como, ido al Paraguay, muriò, dejando por Gobernador á su sobrino Diego de Mendieta.
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Pobreza, dice el vulgo, no es vileza,Ni menos hambre ó de otros bienes faltaMas hace venga el hombre en tal bajeza,Y mas cuando la gracia de Dios falta,Que no basta el valor y la nobleza,Que sobre el bajo cobre mal se esmalta:El pobre jamas halla en cosa abrigo,Y así, dice el refran, no tiene amigo.¿Quien vido bizarria y gentileza,Crianza, policìa y buen donaireDe galanes, y damas tal belleza,Postrada por el suelo con desaire?Al fin todo este mundo, y su braveza,Su vana presumpcion, es humo y aire,Y todo es burlería prestamente,Sino servir á Dios Omnipotente.La gente sin ventura zaratina,Que digimos estaba rancheada,La muerte cada paso por vecinaTenia con la vida muy tasada.Seis onzas dan escasas de harinaHedionda, sin virtud, y mal pesada:Así se và la gente consumiendo,Hoy diez, mañana veinte, se muriendo.Sin esto Juan Ortiz daba baldonesA todos, con denuestos en la cara,Al tiempo del partir de las raciones,Por dò era la racion doblada cara."Malditos, endiablados comilones,Tragones, apocados, gente avara,Que os trage yo de España á sustentaros,¿Qué os debo? estoy à punto por dejaros."¡Oh! cuantas veces, dijo un tesorero,(Hernando de Montalvo se decia)Si Dios llevase aqueste vocinglero,El miserable pueblo quedariaAlegre, muy contento y placentero,Y luego nuestro mal se acabaria:Mas suelen durar mucho aquestos tales,Para enmienda y castigo de mortales.Con esta falta estando de comida,Llegó del Paraguay socorro y gente,Que habiendo allá llegado de corrida.Garay, la despachò muy prestamente.Celebròse con gozo tal venida,Porque era necesaria de presente,Que à tal punto llegò nuestra miseria,Que vide à un religioso en tal laceria.Al bosque yendo un dia desganado,Muy falto de consuelo y de alegria,Encontré con un fraile muy honrado,Fray Alonso La-Torre se decia.De letras y virtud era dotado,A su Padre Seráfico servia:Preguntándole yo ¿Qué estais haciendo?Al punto este me dice respondiendo."Entiendo que en muy breve he de acabarmeY he salido á cortar, y no aprovecho,Madera: si os plugiese de ayudarmeHaré para morir un candelecho,Que no espero jamas de levantarme,Segun estoy sin fuerzas y deshecho.Aquesto me diciendo, hácia el cieloLos ojos levantando, dió en el suelo.Yo viendo su fatiga, muy llorosoY triste, que le amaba en sumo grado,De presto de aquel prado, verde, umbroso,Cortè para su lecho buen recado.Del suelo se levanta algo gozosoPor verme à mí, de varas bien cargado;Llevéselas à cuestas que el tal iba,Que ya no figuraba cosa viva.Algunos otros vide en este estado,Soldados, sacerdotes, religiosos:Que no tiene respeto al esforzadoLa vil hambre, ni teme poderosos;Ni mira al que es filòsofo ó letrado,Ni menos à los nobles generosos;Que al Papa, Rey, y bajo zapatero,A todos los iguala por rasero.El socorro que digo, pues, venidoAlegra nuestro ejército hambriento,Y en gozo y en placer es convertido,El pasado dolor y gran lamento:Mas nuestro Yamandú ya arrepentido,De estarse con nosotros tan de asiento,En una tenebrosa noche y prieta,Sin nadie lo sentir, huyendo aprieta.No se tiene esperanza que parezca,Ni que vuelva á nosotros de su grado,Sino es para causar alguna grescaConforme à las demas que él ha forjado.Roguemos, pues, à Dios que no se ofrescaEn que el haga su oficio tan usado,Porque él en hacer mal està tan diestro,Que puede en el infierno ser maestro.Gran priesa Juan Ortiz para partirseEn este tiempo tiene, el rio arriba;Mas no podrà aquí Trejo escabullirse,Pues materia nos dá que de él se escriba.Por cierto que él que no sabe medirseEn su lengua, no siente en que se estriba:Hablar, muy muchas veces ha pesadoA muchos; mas callar nunca ha dañado.En el Perù sabemos que acontecePerder por el hablar muchos la vida,Y él que à hablar se atreve, mal padece;Y escapa quien obrò, y merecidaLa muerte bien tenia, que se ofreceA veces tropezon en la corrida.Gran cosa es el secreto y de gran precio,Pues vemos no le tiene el hombre necio.A Trejo, Juan Ortiz bien respetaba,Y por vicario puesto le tenia,En tanto que de arriba se enviabaEl recado que en esto convenia:Es cierto (que yo lo vi) le regalaba,Con ser la falta grande en demasia,Al Trejo no faltó jamas comida,Mas él suelta su lengua desmedida.En público està un dia entre soldadosHablando de las cosas que haciaEl Juan Ortiz: trató descompasadosNegocios este Trejo en demasia;De suerte que ya tuvo amotinadosA muchas con las cosas que decia:Entre ellas, dice, aqueste es mal cristiano,Conviene muy en breve echarle mano.Hacer informacion que roba á todos,Que nunca hace cosa en buenos puntos,Habiéndonos robado por mil modosA cada uno por si, y à todos juntos:Que trata à todos mal, y por los ladosA todos echa; y de esto los trasuntosA nuestro Rey envìen en proceso,Y á vueltas en cadenas, èl, y preso.El Juan Ortiz, que supo esta maraña,Comienza de hacer informaciones;Convièrtese el amor en pura saña,Y dice del vicario mil baldones:Al fin se dá en la cosa tanta maña,Que sube Trejo arriba con prisiones,Dejando en este puerto mal paradaLa gente que ha quedado de la Armada.Partido Juan Ortiz, y comenzandoA caminar por brazos, por esterosQue el rio por allí lleva, formandoMil islas de onsas, tigres, osos fierosPobladas: mas no salen rescatandoLos indios, como suelen, con sus cuerosNi carnes, ni pescado; que es indicio,Que quieren intentar otro ejercicio.Sospéchase de cierto, pues no vienenLos indios al rescate acostumbrado,Que guerra concertada alguna tienen,Y el falso Yamandú la habrá forjado:Pues ya seguro estoy, por cierto, suenenMuy pocos arcabuces, que el soldadoDesnudo, desarmado y desembrido,Cansado de remar, està dormido.Al fin á Santa-Fé, tiempo gastando,Se llega, dò poco antes los vecinosSalieron à nosotros navegandoEn balsas, y canoas los Calchinos,Mepenes, Chiloazas voceando;Tambien salen por tierra á los caminos,Celebrando con gozo la venidaA quien quitar quisieran alma y vida.Estaba esta ciudad edificadaEncima la barranca, sobre el rio,De tapias, no muy altas, rodeada,Segura de la fuerza del gentío.De mancebos está fortificada:Procura el indio de ellos el desvío,Que son diestros y bravos en la guerraLos mancebos nacidos en la tierra.Subiendo, pues, el Rio de la Plata,Al Paraguay se llegua muy ameno,El cual con menos furia se desata,Y en su corriente viene mas sereno.Por sus riberas caza bien se mata.Que el campo de venados està lleno,Y en él muchos dorados y patìes,Corvinas, palometas, y mandíes.Con esto á la Asumpcion llega la genteCon gran placer, contento y alegría,Y con mucho socorro, que el tenienteAl camino enviado nos habia.La gente paraguense alegrementeA nuestro Adelantado recibía,El cual de à poco tiempo que ha llegadoAbajo bastimentos ha enviado.Holgó la gente, en ver que el bastimentoLlegase à tan buen tiempo, que teníanGran falta de comida y de sustento,Y mucha hambre todos padecian.Dejémoslos ahora en su contentoPues ha tan poco tiempo que plañianQue no durarà mas el alegria,Que suele, al que es tahur, en su porfia.La nao vizcayna, que plantadaDejamos en la tierra á su aventura,Habiendo sido de indios visitada,Con fuego la consumen su hechura.Mirad si fué la cosa bien pensada,En no dejar en ella criatura,Que alli fuera del fuego consumida,Sin poder escapar libre la vida.El Juan Ortiz arriba con prestezaSu oficio de justicia gobernaba,Con gran solicitud, y sin pereza,Quimeras nunca oidas inventaba.Aquel haberse visto en gran riqueza,Y verse de ella ageno, le cegabaSu razon de manera, que tropiezaPor esto, é hiere siempre de cabeza.No quiere sujetarse á otro consejo;El suyo, dice, que es el mas seguro.Un dia le hallé con sobrecejo,Pregúntole, qué hace? Dice, juroPor Dios, que si me viese en aparejo,Y á punto de perderme, y un maduroMe diese algun consejo, mas querriaPerderme, que hacer lo que él decia.Los reyes, yo le dige, que tomabanConsejo y parecer de sus letrados,Las ciudades tambien se gobernaban,Por hombres en las cosas mas versados:Y que solos aquellos acertaban,Que de consejo bueno son guiados.Antes, dice, querré se pierda todo,Que no tomar consejo de un beodo.Vivió en el Paraguay algunos meses,Poniendo á muchos malos duro freno:Mas tuvo mil dislates y reveses,Que fué de caridad quito y ageno.De ver por cierto es, tucumanesesNunca gobernador hallaron bueno;Los nuestros Paraguenses cosa malaJamás confesarán que hizo Irala.Y no lo tengo cierto á maravilla,Que aquesto del gobierno está en ventura,Y mas cuando no acierta la cuadrillaA ser de buena masa y compostura;Que no basta razon para regilla,Pues que carece della y de cordura:Bien claro está que mal será regidaLa cosa que no tiene en sí medida.Los soberbios y vanos, los altivos,Muy mal vemos que dejan gobernarse;Los hombres zahareños, los esquivos,Que no quieren á yugo sugetarse;Aquestos son muy malos y nocivos,Y no puede con ellos bien tratarse.¿Pues qué hará quien manda con tal genteQue de toda razon es careciente?Habrá de armarse el tal con un escudoDe gran paciencia y grande sufrimiento;Pedir á Dios favor muy á menudo;Mostrar con un sagaz contentamientoAmor á cada cual, por torpe y rudoQue sea, procurando que su intentoCon el divino sea regulado,Con que en el gobernar será acertado.En la Escritura vemos claramenteConstar esta verdad muy á la larga,Cuando para regir Moisés su genteAyuda pide á Dios, y le descargaDe la carga pesada; en consiguienteA aquellos buenos viejos se la encarga:De Moysés y su espirítu quitandoAquello que á los viejos Dios fué dando.Aunque el Adelantado procurabaGuardar cuanto podia la justicia,Y al malo con presteza castigaba,Se veia que pecaba de malicia:Con todo en gran manera le cegabaAl tiempo el menester, mas su codicia;Por donde vimos todos claramente,Que estaba muy malquisto entre la gente.El vulgo, en general, mal le quería,Y su vivir les daba grande pena;Y viendo que en la cama adolecía,Lo tuvieron los mas á dicha buena.El Santo Sacramento recibíaEn un dia, y estando casi agenaEl alma de su cuerpo, por gran ruegoTestó, y apenas firma, y muere luego.Murió con mucho ánimo y con brio,Diciendo, ¡si podremos con la muerte!Yo mismo se lo oí, ¿y desafioHaceis, entonces dige, con el fuerte?Mas ella diò con él al traves frio,Tomando contrayerba de esta suerteEn el caldo deshecha, por huylla,Y hállala mas presto en la escudilla.Habia Pedernera, un hombre viejoRogádole la tome, que seriaRemedio saludable y aparejoPara sanar del mal que padecia.Pues quiere aprovecharse del consejoAl punto que su vida fenecia,Quien de consejo en vida no curaba,Segun él poco antes blasonaba.Dejó en su testamento declarado,Que sea su legítimo herederoLa hija que en los Charcas ha dejado,Y aquel que fuere esposo y compañeroSuceda en el gobierno y el estado,Segun como lo tuvo él de primero:Y mande y rija, en tanto que ella viene,Su sobrino Mendieta que allí tiene.El cabildo y ciudad le han recibido,Comienzan á llamarleSeñoria;Es mozo que veinte años no ha cumplidoY en seso mayor falta padecia.Désque se vé en su trono ya subidoA todos hace agravio y demasia:Al tio yo le oí pronosticarlo,Y harto duro estuvo de nombrarlo.Nombróle coadjutor que le ayudase,Que fué Martin Duré: mas el MendietaDice á Martin Duré no le pasasePor pensamiento tal, ni se intrometaEn cosa que hiciese èl ó mandase;Que en el punto que tal cota acometa,Sin duda le hará tan crudo juego,Que tenga menester ageno ruego.Quedando con poder solo absoluto,Comienza de enfrascarse en desatinos,En obras y palabras disoluto,Haciendo mucho agravio á los vecinos.Por verle en sus costumbres tan corruptoBuscaban todos ya nuevos caminos,Y yo quiero buscarle en canto nuevo,Que ya en este decir mas no me atrevo.
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Trátase del mal gobierno de Diego de Mendieta, y de como fué preso en Santa Fé, y de como saliò Garay al Perù, y volvió huyendo, y en su seguimiento el capitan Valero.
Trátase del mal gobierno de Diego de Mendieta, y de como fué preso en Santa Fé, y de como saliò Garay al Perù, y volvió huyendo, y en su seguimiento el capitan Valero.
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Refran es muy antiguo y muy usado,Que el malo que tras otro sucediereHará bueno al que fuere ya pasado.Al que el presente canto bien leyereSeràle aquesto bien manifestado:Que si notarlo un poco bien quisiere,Verá que Juan Ortiz era un bendito,Mendieta, su sobrino, muy maldito.Al tiempo que la muerte le apretabaA Juan Ortiz, le oí que conociaQue el pueblo su salud no deseaba:"Yo soy malo, mas cierto que algun diaMe haga alguno bueno." Si rogabaLa vieja por aquel que mal regíaEn Roma, si á Mendieta conociera,Mentarlo un solo punto no quisiera.[79]Subido ya en la cumbre de su gloria,De toda cosa buena descuidado,Juicio, voluntad, y la memoria,En solas sus pasiones ha fundado.Y aunque esto demandaba nueva historia,Irá tan solamente aquí cifrado,Que no quiero contar por las parejasSus cosas, que ofendiera las orejas.Comienza, pues, Mendieta de cegarse,Vencido de zelillos y locura,De malos procurando acompañarse,Hallando en ellos corte á su hechura.No osaba de los buenos confiarse,Por ser de diferente compostura:A cuatro caballeros aprisiona,Y con mil vituperios los baldona.En grillos y colleras los ponía,Y así los desterró por malhechores:Y el pobre no conoce que se víaQue todo lo causaban sus amores.A cumplir su destierro los envía,Mas oye Jesu-Cristo sus clamores:Volvieron del camino, y así presosEstan en tanto que hay nuevos sucesos.Vicencio á esta sazon, dicen, dijera:"Mal hace de prender Mendieta gentesSin culpa, y sin razon." Mas quien lo oyeraDenuncia con palabras diferentes.Al fin vino la cosa en tal maneraQue encarta á los que estaban inocentes.Vencido del tormento, y engañado,Por dó fué luego á muerte condenado.Al tiempo que en la horca esta subido,De su conciencia y alma temeroso,Pública como en todo habia mentidoPor medio del tormento riguroso,A voces testimonio fué pedidoDe aquello que allí dice, y el furiosoVerdugo le colgó, que está compuestoQue hiciese el oficio muy de presto.Garay, que en Santa-Fé está teniente,Con la muerte de nuestro AdelantadoAl Perú se salió con Pedro Puente,Aunque Abrego impedirlo ha procurado.A los Charcas llegando incontinente,Habiendo su negocio relatado,Procuran Doña Juana se casaseCon persona que bien les gobernase.[80]Por suerte á Doña Juana le cabíaEl Licenciado Vera por marido:Por Oidor en los Charcas residía;La misma plaza en Chile hubo tenido;Y en su tiempo el Arauco le temía,Que á vueltas de las letras ha servidoA nuestro gran Filipo con la espada,Andando tras la gente rebelada.D. Francisco el Virrey, dicen, quisieraCasar á Doña Juana de su mano:A Garay le escribió que á Lima fuera.Las cartas del Virrey fueron en vano,Que el Licenciado Torres y de VeraHabia madrugado mas temprano;A Juan Garay hace su teniente,Y vuélvele á enviar muy brevemente.Matienzo en este tiempo presidía,Y tiene del Virrey ya mandamientoContra Garay, que á priesa residía,Temiendose de algun impedimento.Tras él el Presidente al punto envíaA Valero, que sale como un viento,Y con las provisiones le requiere,Mas él, obedecerlas nunca quiere.El buen Torres de Vera como entiendeAquesto, determina de partirseAl Rio de la Plata, que pretendeDel Virrey y su ira escabullirse.Tras él saliendo Céspedes, le prende,Que no le aprovechò con priesa el irse.Triunfó Loyola de él con mucha estima,Y luego le despacha para Lima.D. Francisco le tuvo aprisionado,En él ejecutando puras sañas;A cabo ya de dias se ha librado,Que el tiempo vemos cura mil marañas.A su plaza despues que se ha tornado,A cabo ya de dias tuvo mañas;Como se vuelve á estar, aunque le quitaD. Diego cuando vuelve á la visita.[81]Mendieta pensará ya que le olvido,Por ver que en el Perú ando olvidado;Habiéndole yo mismo prometidoDecir aquí cuan mal se ha gobernado.Andaba el sin ventura tan metido,Y en fuego del amor tan abrasado,Que las brasas de amor, y vivo fuegoLe tienen convertido en niño ciego.Antiguos, que á Cupido celebrastesPor Dios de amor, con arco y con saeta,Y niño rapacejo le pintastes,Con venda que la vista bien le aprieta;No dudo sino que nos acordastesQue habia de nacer este Mendieta:Que si es ciego el amor y sin sentido,No teneis que buscar otro Cupido.Aunque á muchas mugeres requestaba,Y á su gusto y mandado las tenia,A una mas que á todas él amaba,Que en hermosura á todas excedia.Por esta de muy muchos se celaba,Por esta á todo el mundo aborrecia,Por esta tuvo orígen su locura,Por esta feneció su desventura.Por esta muchas fiestas se hicieron,Por esta se jugó sortija y cañas,Por esta toros bravos se corrieron,Por esta se hicieron mil hazañas:Por esta algunos justos padecieron,Por esta vide yo muchas marañas,Por esta andaba el pueblo alborotado,Por esta se han los cuatro desterrado.Por esta, una muger que fué nacidaEn el Brasil, muy vieja, con gran sañaMe dijo "Ay, mi señor, como perdidaEn otro tiempo, dice, que fué EspañaPor la Cava, esta tierra doloridaPor está lo será; y pues que dañaLa tierra tanto esta, procuremosQue salga presto della y sus extremos."Y aunque al Mendieta á veces sucedianDisgustos, pesadumbres á manojos,Y á él por esta causa aborrecianAlgunos, y le daban mil enojos,Muy poco aquestas cosas le empecian,Que mas amaba aquesta que á sus ojos.Y así buen rostro á todos males hace,Y en su gusto á su gusto satisface.En una noche un page hubo halladoUn papel bien cerrado, en que decia,Que mal á todas gentes ha tratado,Y agravia con molestia en demasia;Y que no siendo en esto moderado,El pago le dará Dios algun dia:El pobre con enojo loco y ciegoPublica lo que dice el papel luego.Comienza de hacer informaciones,Y prende á los que estaban inocentes,Y con algunas falsas relaciones,Con prision atormenta á muchas gentes.No sale con sus vanas pretensiones,Aunque pone calor y grandes dientes;Y así confuso deja la pesquisaDel libello, diciendo que era risa.Tambien prendió á una dama, porque habiaDe la cárcel sacado á su marido,Con crudo corazon y tirania,En muy brava prision la hubo metido.La triste con dolor así decia,Su rostro de llorar muy consumido:"Adonde estás, Filipo ¡Ay desdichada!Doliéraste de verme maltratada.""Sabráslo, pues, Rey mio, si plugiereAl alto Rey de reyes, y sabidoEl castigo harás que mereciere,Quien con tanta crudeza me ha oprimido."—"En tanto yo haré lo que quisiere,Mendieta la responde embravecido,Y vos prestad los pies á aquestos grillos,Que habeis, por mas que os pese, de sufrillos."Su marido de aquesta preso estaba,Con dos pares de grillos y cadena,Y aunque el Mendieta culpas publicaba,La mayor no pesaba como avena:Y como la muger se recelaba,El alma de temor y miedo llena,Al marido á sus cuestas ha sacado,Y en la iglesia y sagrado lo ha encerrado.A personas muy muchas oprimia,A viejos Españoles muy honrados,Que á los mozos traviesos consentiaEn sus vicios andar muy desmandados.Con esto y otras cosas que hacia,Estaban los juicios ofuscadosDe todos, el remedio no esperando,Si no morir con pena suspirando.Andaba la Asumpcion tan temerosa,Que padres á los hijos no hablaban,La muger del marido recelosa,Las madres de las hijas se guardaban.Justicia del Señor muy rigurosa,Las cosas de Mendieta figurabanCastigo en recompensa de pecados,De los presentes vivos y pasados.Los Españoles viejos muy ancianos,Con su cabello blanco y barbas canas,A la importuna muerte ya cercanos,Cansados de sufrir cosas tiranas,Echaban á monton juicios vanos,Y fingiendo esperanzas muy cercanas,Formaban el remedio deseado,Y así crecia la pena y el cuidado.Los clérigos y frailes muy á prisaAvisos para España despachaban.Mendieta en esto pone gran pesquisa,Las cartas en zapatos despachaban:El falso mensagero se lo avisa,Y como en los zapatos se hallaban,En callar se resumen suspirando,Que el hablar se juzgaba por nefando.En esto á Santa Fé quiso bajarseCon vana presumpcion y bizarria,Que es víspera cercana de acabarseSus quiméras y loca fantasía.De mucha gente hizo acompañarse,Que á fuerza de su grado le seguia,Apenas, como dicen, ha llegado,Y vése de prisiones rodeado.La causa no pensada cierto ha sido,Que no pudo hallarse fundamento,Sino solo sentir como ha venidoDe arriba del supremo firmamento.Con Francisco de Sierra hubo tenidoPalabras, atencion pido á mi cuento,Que no fué aquesta cosa fabulosa,Antes la juzgo yo por milagrosa.Aqueste Sierra era muy honrado,Y de los naturales muy querido,Hombre de presumpcion y muy soldado,Por donde era de todos muy temido.Despues que las palabras han pasado,Mendieta le llamó, mas no ha queridoA su mando ir, que se recela,Que Mendieta le llama con cautela.A la iglesia se vá huyendo luego,Que al fin bien vale mas salto de mata,Que no de los amigos buenos ruego,Segun el comun dicho dice y trata.Mendieta sale al punto como fuego,Y cuando nuestro Sierra no se cata,De la iglesia le sacan sin recelo,Sin dejarle llegar los pies al suelo.Como sacan del templo consagradoA Sierra con aquella pesadumbre,El pueblo todo junto alborotadoAcude, y de mancebos muchedumbre.Salió gritando á voces un soldadoSin saber lo que es; que de costumbreTenia de gritar; sueltan á Sierra,Y á Mendieta la gente toda afierra.El pobre desque vió como aferrabaLa chusma de èl, procura escabullirseCon una poca gente que llevaba,Que con él determina de huirse.Como Sierra sintió que le dejaba,Apenas acabó de desasirse,Cuando con furia echó mano á la espada,La chusma le acudió de mano armada.Juntóse el pueblo todo con él luego,Y viendo que Mendieta fué huyendo,Cercáronle la casa, y pegar fuegoQuerian; mas sintiendo el gran estruendoMendieta, con temor pide á gran ruegoLe dejen: la canalla le está oyendo,Que dice, "por amor de Jesu-CristoCesad, que de mandar yo me desisto."El pueblo sosegó de aquel bullicio,Y piden que dé fé un escribanoComo Mendieta cede de su oficioQue aquesto dicen ser á todo sano.Nuestro Rey lo tendrá por gran servicio;El pueblo dice que este es un tirano;Hágase aquí de todo buen proceso,Y vaya este traidor á España preso.Con él se habian, huyendo, retraidoGaliano de Meira, el bullicioso,Y Ochoa vizcaino, su querido;No sè cual de ellos era mas vicioso.El pueblo con instancia le ha pedidoQue si quiere tener algun reposoAquestos eche fuera de la casa,Sino que le harán en breve brasa.Su perdicion el pobre conocida,Hablándoles está de esta manera:"Muy bien sabeis, amigos, por la vidaSe ha de aventurar cosa cualquiera:Salid, porque pasada esta corrida,Y vuelto yo á me ver en talanquera,Yo os juro que de aquestas opresionesMuy largo vengareis los corazones.Salieron, que el salir era forzado:Los alcaldes los prenden. A MendietaDejáronle salir acompañadoDe guardas, porque temen no acometaHacer apellidando mal recado,Que alguna gente viene, aunque secreta,Que le puede ayudar; mas el famosoDe Tebas, contra dos no es provechoso.Con las guardas salía á pasearseAl campo, por tomar algun consuelo:No deja con lamentos de quejarseDe su triste ventura, y crudo duelo."¡Habrá algun tiempo, dice, de acabarseMi pena, mi dolor y desconsuelo!Tendrán cabo mis males algun dia,Pues lo tuvo mi gozo, y mi alegría!"¡A que duro diamante no ablandára!¡A que leon cruel no conmoviera!¡A que hircana tigre no amansára!¡A que pecho mortal no enterneciera,Si el principio y el fin consideráraDe aqueste sin ventura, su quimera!Aquel verle en su trono colocado,Y ahora por el suelo derrocado.Maldita seas, Fortuna, loca, insana,Ingrata, desleal y fementida,Cruel, injusta, pérfida, profana,Invida, desleal, desconocida,Traidora, sin verdad, perra, tirana;Mudable, sin compas, descomedida;Seguid de la Señora sus preceptosQue mas tiene de aquestos epitetos.Anduvo, pues, el triste y afligidoMendieta, algunos dias de esta suerte,Confuso, sin favor, aborrecido,Y aun temeroso mucho de la muerte.En esto su proceso concluido,Echáronle en prision segura y fuerte,Con fin de despacharle preso á España:Y oid de aqueste hecho una maraña.Despáchanle con gente y marinerosEn una muy hermosa caravela:El alcalde Espinosa con mil fieros,Con su gente le hace centinela:Sin pasar veinte dias bien enterosA San Gabriel llegaron, porque vuelaLa nave, como un vivo pajarito,Tambien con Espinosa su barquito.Espinosa se vuelve désque habiaLlegado con Mendieta á aquel parage;Su gente le ha rogado convenia,Que un poco retorciese su viage,Y que á San Salvador lleve la via:Hicièronlo: Mendieta con corageBajaba por el rio suspirando,Y á Dios venganza de esto demandando.Garay, que del Perú viene huyendo,Habiéndole Valero con prestezaSeguido, y estorbarle pretendiendoLa entrada, al Argentino sin perezaCamina: mas Valero le siguiendo,Sentido ha sido dél. ¡Cuanta tristezaEl pobre de Valero ha recibido,Por ver que de Garay fuera sentido!Valero una jornada atras camina,Garay envia por él con tres soldados.Preso, delante dél se determinaDe un árbol le colgar; apiadadosLos que con él están, de aquella ruina,Y de aquellos negocios mal guiados,Rogaron á Garay le perdonase,Y vivo por entonces le dejase.La vida le concede muy rogado,Aunque muerte civil allí le diera,Habiéndole de boca deshonradoQue mucho mas, decia, lo sintieraQue haberle dado muerte y ahorcado.Aquesto á mí Valero me digera,Tambien Garay del hecho se jactaba,Y en la Asumpcion á mí me lo contaba.Dejóle allí llorando su ventura,Y para que no pueda ir adelanteLa cosa asegurar así procura.Arrebata un agudo pujavante,Y jurando cumplió luego la jura.Despálmale la mula en un instante;La mula con dolor está gimiendo,Y Garay con los suyos vá riendo.Allega á Tucuman de mano armada:El Abrego que estaba gobernando,Nunca supo de aquesta melonada,Pasóse en breve á priesa caminando:Que si la cosa fuera revelada,El Abrego papeles ordenando,Al Perú á Garay preso enviára,De que el Virrey muy mucho se holgára.Aunque es verdad Garay se defendieraY así con sus soldados lo ha tratado;Con todo, yo bien creo no pudiera,Que habia de quedar muerto ó ligado.A cencerros tapados sale fuera,Y con razon se juzga bien librado:A Santa-Fé endereza su camino;Valero á Tucuman en esto vino.De lo pasado dando larga cuentaAl Abrego, que estaba arrepentido,Con ansias y dolor casi revienta,Perdiendo la memoria y el sentido.Por escrito muy largo, bien lo asienta,Y á los Charcas el caso ha referido,A dò Matienzo en breve ha despachadoY al Virrey el negocio ha recontado.En gran manera siente la huidaDe Garay el Virrey; y se sonabaQue corriera peligro de la vidaSi el Virrey le cogiera, y procurabaVengar la desverguenza cometida,Que por tal, se decia, la juzgaba:Que quieren los señores, segun veo,Los sirvan á medida del deseo.Garay á Santa-Fé llegó contento,Y en breve á la Asumpcion ha procuradoSubir á remo y vela con el viento;Salió de mucha gente acompañado:Que esto de estar un hombre en grande asiento,Y pròspera fortuna colocado,Aumenta los amigos, y los criados;Los pobres luego son desamparados.Camina el rio arriba diligente,Que fué muy ayudado de les vientos,Y así bien se vencía la corriente,Por dó se satisfacen sus intentos.La ciudad le recibe incontinente,Y algun tiempo estuvieron muy contentos:Mas presto de otra suerte sucedía,Que no puede durar el alegria.Mendieta, que bajaba navegando,Antes de salir al mar ha procuradoTomar tierra, en la gente confiandoQue tiene el postrer pueblo allí poblado.Por bajo Santa Fé vá atravesando,Por medio de la tierra ya llegado;Quirós, que allí mandaba, le recibe,Mas luego al Espinosa se lo exhibe.Espinosa le vuelve con prestezaA embarcar desde allí en la caravela;El triste de Mendieta con tristeza,En demanda de España dá la vela:El Piloto, que fia en su destreza,Con muy grande esperanza le consuelaDiciendo, que darán en San Vicente,De á dó podrá volver con fuerza y gente.Con temporal deshecho, ó de su gradoLa costa del Brasil luego tomaron,Y habiendo todos ya desembarcadoEn el Rio Janeiro dó aportaron,Mendieta su negocio recontado,Los Lusitanos todos le ayudaron:Determina volver, y fué de suerte,Que de ello no sacó menos que muerte.Rehechos, pues, de pocos adherentes,Salieron del Brasil en su navío,Al Ibiaza llegaron diligentes,Con vana presumpcion y desvario.Juicios, parecéres diferentes,Dividen todo el reino y señorio;Pues esto fué la causa fenecieseMendieta, y su soberbia pereciese.Así como tomaron puerto aína,Mendieta en tierra salta, procurandoA todos maltratar con su malignaY brava condicion tiranizando.La gente comarcana allí, y vecina,De ver su crueldad está temblando,Y los que con él vienen lo aborrecen,Que sus cosas y hechos lo merecen.Habíase con él desembarcadoAlguna de la gente que veniaEn el navío á vueltas: un soldado,Por no sé que temor, de él se huia:Por engaño y palabras ya tornado,En dos partes por medio le partia,Y cuelga la mitad con la cabezaEn un palo, y en otro la otra pieza.El piloto mayor, y marinerosAl viento dan las velas, temerososDe ver aquestos locos desafueros,Y al Paraná se vienen recelosos.Dejáronle con siete compañeros,Entre indios bautizados y amorosos.En el navío dando vela al viento,A Santa-Fé llegaron á contento.Garay, que en la Asumpcion estaba, arruinaA todos por el suelo, sin derechoGuardar, si no lo que él solo imaginaQue puede convenir á su provecho:Y con una soberbia cruel, malignaEncumbra su negocio hasta el techo,Y pobre del que él hiere con su mano,Que no hay pollo á quien hiera así el milano.En esto se acordó hacer conquistaAl Nuara, que es indio muy mentado;Hizo de los soldados una lista,Y al pié de ciento treinta se han juntado.Garay con mucha priesa pues se alista,Que piensa en la conquista ser medrado;Y el fin que se publica es, hacer guerraAl indio levantado por la tierra.Los indios Guaraníes rebeladosNo acuden á servir como solian,Y siendo, como son, ya bautizadosEn ritos y abluciones se metian.Serán aquestos cuentos relatadosEn su lugar, y cosas que hacian:Con este calor salen, pues, ligerosGaray, y ciento treinta arcabuceros:El rio arriba yendo navegandoAl Jejuí, muy hondo, rio pasaron;Despues la tierra adentro van cortando,Y al Ipaneme grande atravesaron.En luengo dél arriba caminando,A la Fuente de Lirios allegaron,Dó nace el Ipané tan afamado,A quien el indio llamaDesdichado.El piloto mayor con el navío,Llegando á Santa Fé, salió gozoso:Alaban los de allí su desvario,Diciéndole que ha sido venturoso.Mendieta quedó allá sin el navío;Dó presto feneció, triste y lloroso:Estotros placenteros con contentoDe Santa Fé salieron con buen viento.A la Asumpcion llegaron victoriosos,Pensando que hicieron grande hazaña,A donde los recibe muy gozosos,Como si vueltos fueran ya de España.En referir su cuento estan dudosos,Que no saben cual cosa es buena ó daña;Mas poco les costó, que es cosa usadaEn las Indias costar lo malo nada.El bueno allá padece cruda pena,Y siempre le vereis andar corrido,Y tiénelo á ventura, y dicha buenaEstarse en su rincon solo metido.Al malo, mal suceso no le pena,Que si hoy dos mil desastres le han venido,Mañana le vereis con triunfo y gloria,Perdida de sus males la memoria.La causa de este mal es el anchura,Y libertad tan grande permitida,Que vemos una grande desventura,Que la muy baja gente es tan tenida,Como la que es mas noble de natura.Es esta cosa allá tan conocida,Que el zapatero vil y el calceteroSe iguala con el noble caballero.Preguntó un caballero Trugillano,Llamado Luis de Chaves, ceceoso,A Hernando Pizarro, cuyo hermanoVencido fué de Gasca, el gran mañoso:Que si allà en el Perú, al que es villanoY al que es hidalgo y hombre generoso,Les daban sus medidas bien cabales;Pizarro respondió, que eran iguales.Buen siglo, dijo el Chaves: allá tengaEn el Cielo mi padre, que ha dejadoHacienda en esta tierra; allá se avengaAquel que por la plata allá ha pasado;Que en mas estimo yo se desavengaConmigo aquel que en sangre no ha igualado;Que la plata con esas confesionesNo es para quien tiene presumpciones.Dejemos esto ahora, y revolvamosA Garay, que se siente con pujanza:Y porque por extenso lo digamos,Hagamos aquí fin de aquesta estanza.Y mas que en la siguiente recontamosDel furioso arcabuz y de la lanza,Conviene cosas nuevas y de espantoComenzar á contar en nuevo canto.
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