CANTO DECIMO-QUINTO.

En este canto se cuenta la batalla que hubo entre los de Garay y los Charruas, y como fué herido Garay en los pechos, y su caballo muerto, y muchos indios muertos y heridos.

En este canto se cuenta la batalla que hubo entre los de Garay y los Charruas, y como fué herido Garay en los pechos, y su caballo muerto, y muchos indios muertos y heridos.

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¿A quien he de llamar que me dé aliento?O ¿quien podrá acertar, que estoy enseñadoA tratar de tristezas y lamento,Y poco de placeres he gustado?Pues esto de la guerra hago á tiento,Que menos de las armas he probado:A vos, Señor, favor pido y demando,Que vuestra ayuda sola voy buscando.Dejé, si os acordais, en la marina,Pasado ya el naufragio, á nuestra gente;El Aurora nos viene ya vecina,Apolo muestra ya su roja frente;El bergantin navega á la bolina,Subiendo el rio arriba diligente;El Zapican ejército, marchandoEn siete escuadras, viene ya gritando.El bergantin le vido, mas primeroLe habian descubierto tres soldados,Aquestos dieron arma muy ligero,Los arcabuces fueron bien cargados.No vide que queria ser postreroAlguno, porque todos aprestadosEn un punto salieron muy gozosos,Por dar fin al Charrua codiciosos.Doce caballos solos se ensillaron,El Capitan con once compañeros,(Que muchas de las sillas se mojaron)Salieron veintidos arcabuceros.Los bárbaros á vista se llegaronCon órden y aparato de guerreros,Con trompas, y bocinas y atambores,Hundiendo todo el campo y rededores.El Capitan mandó que se emboscasenLos once de á caballo, hasta tantoQue los alegres bárbaros llegasenA tiro de arcabuz, porque de espantoDe ver á los caballos, no tornasen:Y el Capitan se puso al otro cantoCon sus arcabuceros, atendiendoSe fuese el enemigo introduciendo.Llegado á poco trecho, hacen alto,El Capitan procura de cebarles,Un poco retirándose en un alto,Por mas á su placer escopetarles.El bárbaro de seso no está falto,Que entiende ser aquesto asegurarles,Por dó hace parar sus escuadrones,Y dice con gran grita estas razones."Estamos de esperaros ya cansados,Que há dias que tenemos entendidoQue sois hombres valientes y esforzados,Agora será el caso conocido.Salid los mas valientes y alentados,Riñendo uno con otro este partido,Salid, que tardar tanto es cobardia;Veremos vuestro esfuerzo y valentia.Con solo matar veinte de vosotros,Pues sois de tanta fama y nombradia,La vida por bien dada de nosotrosTenemos todos juntos este dia:¿Podeis ser mas valientes que los otros,Cuyo valor poco há que fenecía?Salid á los vengar, acobardados,Cornudos, mugeriles y apocados."Mas cosas les oí por mis oidos,Que un poco de su lengua ya entendia,Gritaban, daban voces, alaridos,Con su grita la tierra estremecia.Cual indio la perneta, cual fingidosMotines y ademanes, cual haciaQue cae en tierra triste y desmayado,Y en un punto veréisle levantado.Llamaban con las mantas que traianCeñidas á los cuerpos, no cesandoDe dar voces, diciendo, que queríanPonerse nuevos nombres peleando.Mas viendo que los nuestros ya salían,Al alto se volvian retirando,Juzgando por mejor un alto cerro,Y el sueño, como dicen, fué del perro.Saliendo al alto, y siendo traspasadoUn poco de pantano que allí estaba,El Capitan á priesa ha caminado;Los once de á caballo que llevabaSiguieron con esfuerzo denodado:La trompa con presteza resonabaEn ellos,Santiago,Santiago,Y oid un bello lance y gran estrago.Seguíanle los once de tal suerte,Que juntos se metieron, y mezclaronEn medio el enemigo, dando muerteA todos cuantos indios encontraron.Rompieron una esquadra grande y fuerte,En que de setecientos se pasaron;Salieron de otra banda cien flecherosCon ánimo gallardo muy lejeros.Sobre estos nuestra gente revolviendoPelea, y ellos rostro y cara hacen:Los otros al socorro muy corriendoAcuden, mas los nuestros los deshacen.Volvieron á romperlos, y rompiendoLos mozos sus deseos satisfacen,Que tantos por el suelo van rodando,Cuantos caballo y lanza van tocando.Aquí vereis el indio atravesadoPor medio la garganta, y allí juntoEl otro todo el casco barrenado,Saliéndole los sesos luego al punto.Por medio de los pechos traspasadoEstaba Tabobá, y casi difunto,Y tanto de la lanza se aferraba,Que ya perderla Leiva imaginaba.Allega Menialvo con su espada,Y dále un golpe tal que desafierraLa lanza el enemigo, y aun pegadaLa lanza con la mano deja en tierra.El indio vé su mano destroncada,Y quiere escabullirse de la guerra,Mas no le dán lugar, que tras su manoTendido le dejó Leiva en el llano.Y como recobró Leiva su lanza,Habiendo á Tabobá muerto, con priesaRevuelve Abayubá sobre él, y lanzaEl mozo un bote tal que le atraviesaEl ombligo, y el indio se abalanzaPor la lanza adelante, y hace presaCon el diente en la rienda, de tal suerte,Que la corta, y fenece con la muerte.El viejo Zapican, que vé tendidoA su sobrino en tierra, bien quisieraEn Leiva se vengar, mas ha acudidoEl bravo Menialvo, que le dieraUn golpe tan terrible, que partidoPor medio, por encima la cadera,En dos partes quedò: fué cuchilladaDe brazo poderoso, y fuerte espada.Añagualpo, que estaba muy pujante,En suerte le ha cabido á Vizcaino:El bravo indio se puso de delanteCon pica que parece un grande pino.El mozo le encontró luego al instanteCon su lanza, y aun hizo tal caminoPor medio de los pechos de aquel perro,Que la espalda pasó su fino hierro.Su lanza sacó tal y tan bermeja,Que el hierro pura sangre parecia:Dos pasos de este puesto no se aleja,Cuando un indio de fama le seguia:A esperarle el mancebo se apareja,Que es indio muy gallardo y de valía,Al mozo ha acometido Yandinoca,Y él métele su lanza por la boca.Arevalo gallardo vá hiriendoLa gente que jamas fue conquistada;El hierro de su lanza va tiñendoEn sangre con los sesos mixturada.Con fuerza vá Aguilera descubriendoAquí, y acá y allá de una lanzada:Al indio deja tal, que pareciaQue el indio só la tierra se hundia.El buen Mateo Gil, soldado viejo,Con esfuerzo y valor de Trugillano;Nacido en el lugar de Xarahicejo,Andaba por el campo muy lozano.Parécele que mata algun conejo,Matando algun soldado Zapicano,Y así tan gran estrago va haciendo,Que las yerbas del campo va tiñendo.Hernan Ruiz pelea sin pereza,De Córdova heredando la osadia:Acá y allá acude con destreza,Con ánimo y esfuerzo y valentia.Un indio le encontró con gran fiereza,Y quitarle la lanza pretendia:Camelo le ayudó, perdió la vidaEl indio, con la mano bien asida.Con gran fuerza por medio MagalunaDe cinco ó seis soldados se metia:Al encuentro le sale Juan de OsunaCon su espada, que lanza no traia.Al mozo favorece la fortuna,Que el indio con su pica tal venia,Que si el caballo un brinco no pegára,Por medio de los pechos le pasára.La pica suelta el indio muy corrido,Y al pecho del caballo se ase y garra:El mozo, que lo vido tan asido,La daga de la cinta desamarra:Con ella fuertemente le ha herido,Y tanto las entrañas le desgarra,Que Magaluna altivo, bravo y fuerteCayò en tierra herido de la muerte.[72]Tiene el campo Juan Sanchez ya pobladoDe zapicanos muertos con su espada;Un indio le acomete señalado,Con una espada inserta y enhastada.Un bote le tiró por un costado,Y el mozo le responde de estocada,Y aciértale por medio de la frente,Y da con èl en tierra derrepente.Rasquin piensa ya hoy hacer remateDel ejército todo zapicano:Mas veis otro que viene en el combate,Que quiere en general probar la mano,De encuentro, de reves, dá jaque y mateAl indio sin dejarle un hueso sano,Con la fuerza que pone en su caballo,El fuerte y animoso Caraballo.Fortuna, si quisieres estar queda,Cuan presto el Charruaha se acabaria:Si el capitan Garay viera tu rueda,Bien con su lanza audaz la clavaria.En un cerro una esquadra estaba quedaDe indios, á la mira que haria,El Capitan por ellos va rompiendo,Y en él todos á puja rebatiendo.Rompíolos, y al romperlos fué herido:Miráronle los indios si caía,Y viendo como en tierra no ha caido,Sin órden cada cual allí huía.El Capitan tras ellos ha corrido;En esto su caballo se tendía,Y muerto fenecióse la pelea,De que el indio no poco se recrea.Acuden los soldados, como vieronCaer su Capitan con el caballo;De presto en otro al punto le pusieron;Procuran al real luego llevallo.Los bárbaros al punto se huyeron;La trompa á recoger toca: dejalloConviene al enemigo. En estos cuentosMurieron, segun ví, mas de doscientos.Recógese la gente muy gozosaDe ver quedar el campo muy pobladoDe la soberbia sangre belicosaDel indio, en estas partes señalado.Era cierto esta gente muy famosa,Su fuerza y su valor tan estimado,Que toda la provincia la temia,Y muy grande respeto le tenia.El Capitan, que á todos gobernaba,Fortísimo y valiente era en la guerra:Por aquesta razon le respetaba,Sin su gente, gran parte de la tierra:Y aunque él en estos llanos habitaba,Tenia alguna gente allá en la sierra,Los cuales á su tiempo le servian,Y á su mano y diccion siempre acudian.Con esto estaba el perro tan pujante,Que á todo el mundo junto no temia,Juzgándose asi solo por bastanteContra la tierra toda y monarquía.El nombre de cristiano, y lo restantePensaba de acabar solo en un dia,Y no le falta ayuda de paganos,Que vienen de los pueblos mas cercanos.En tanto que nosotros celebramosEl triunfo de victoria muy gozosos,Y aquel siguiente dia reposamos,Los indios despoblando temerososLa tierra adentro huyen: despues vamosEn busca de Rui Diaz muy gozosos,Que huyendo del tiempo adverso y duro,Tomó en San Salvador puerto seguro.Adonde en su ribera deleitosa,De todos los desastres olvidados,Nos tuvimos por gente muy dichosa,En vernos ya de asiento allí poblados;Con gozo celebrando la famosaVictoria de mancebos esforzadosContra el soberbio indio belicoso,Y en todo el Argentino mas famoso.A priesa cada cual hace morada,Que de maderos hay gran aparejo,Y teniendo su carga descargada,Por Juan Ortiz se parte Melgarejo.No siento le da pena la tornada,Que aunque es el Capitan ya cano y viejo,A trabajos está tan avezado,Que no se halla bien si está parado.Aquí, pues, los dejemos, descansandoLos unos y los otros muy gozosos,El tiempo en regocijos empleandoPor los campos y prados deleitosos:A Juan Ortiz volvamos, que penandoEstá con sus soldados lastimosos:Al que quisiere ser bien informado,Serále en otro canto relatado.

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En este canto se trata de las crueles y terribles muertes que los indios daban à los cristianos cautivos.

En este canto se trata de las crueles y terribles muertes que los indios daban à los cristianos cautivos.

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De aquello que una vez se hubo estrenadoEl vaso nuevo guarda, como vemos,El gusto y el olor: lo que es usadoPor largo tiempo en hábito tenemos,Y tanto en natural se ha transformado,Que siempre con lo tal bien nos habemos:Y así dejar costumbre muy usadaEs cosa muy dificil y acabada.Oí, cierto, una cosa muy galanaDe un hombre cuartanario, que decia,Teniendo ya salud entera y sana,Que sin gusto y contento ya vivia:Estaba ya tan hecho á su cuartana,Que por falta su absencia la tenia.Mirad qué es la costumbre, y de qué suerte,Que dicen, que mudarla es par de muerte.Estoy ya tan cursado en esta historiaEn males infortunios y descuentos,Que aquello que tuviera otro por gloria,Tratar del enemigo y sus lamentos,No daba tanto gusto á mi memoria;Y así me parecía los acentosFaltaban por tratar yo de alegría,Por dó vuelvo à cantar como solía.La gente desdichada zaratina,De la esperanza estaba muy colgada:El que esperando está siempre imaginaLa cosa que le està mas apropiada;Y cuando vé mudanza repentina,Tras ella su memoria và guiada:Que el ánimo dudoso tiene aquesto,Que acà y allá se muda muy de presto.Estaban congojosos, esperandoQue vuelvan los navios al concierto:Ya viene Melgarejo navegando,Dejando la mas gente allà en el puerto.El buen Capitan entra pregonando,Que el perro zapican quedaba muerto,Y que iba ya huyendo de corrida,Su ejèrcito y su gente de vencida.Con placer le reciben de alegria,Y todos con la nueva se alegraron,El roto campo y gente, artillería,En la zabra y bajeles embarcaron.La zabra el Uruguay entrado habia,El canal los pilotos no acertaron:Ni basta izar trinquete, ni el antena,Que fuertemente encalla en el arena.Los bergantines suben prestamenteA descargar el hato que llevaban,El Guaranì acudiera diligenteA ver que los cristianos esperaban.Recibidos de paz, y prestamenteLos indios à su casa se tornaban;Y en breve à dos cristianos han traido,Y que otros dos traerán han prometido.Venidos los bajeles, y buen viento,La zabra desencalla del bajio,Sin recibir de aquesto algun tormento,Que piedras por aquì no tiene el rio.Al puerto se llegó con gran contento,A donde el Guaranì volvió con pioDe haber de los rescates castellanos,Y trajo por rescate dos cristianos.El capitan Garay hecha teniaA Juan Ortiz la casa en que viviese,Y cada cual la suya se hacia,Por tener un rincon dó se metiese.El Juan Ortiz en este proveia,Que de hoy en adelante se dijeseY nombraseVizcayael Argentino;¡Mirad el ambicion del Vizcayno!Despues al Paraguay determinabaQue vayan á traer mucha comida:Al capitan Garay acompañabaRui Diaz, que procuran la manidaDe Cayú, que en las islas habitaba.Allà los dos caminan de corrida,Primero con Chanaes encontraron,Y de ellos, dos ó tres aprisionaron.De aquì los dos pasaron adelanteEn busca de comida, y en el rio,Que dije Igeipopè; dò està triunfanteEl indio Guaraní, que es un gentío,Como hemos dicho ya, en maña pujante.Sin otra presumpcion ni desafio,En los indios asalto dan bravoso,Cuando el sol asomaba luminoso.Habian estos indios abscondidoSus hijos y mugeres, y pensaban,En viendo algo seguro su partido,En nuestra gente dar, y así hablaban,Diciendo, pocos son: mas fuè sabidoEl falso que en secreto concertaban;Y asì salen huyendo por las vegas,Dejando de maiz muchas hanegas.Tres casas y buhios se dejaron,Con docientas hanegas bien colmadasDe maiz, y otras cosas que se hallaron,Y estaban sò la tierra sepultadas.Los soldados las casas les quemaron,Y fueran con los nuestros ya quemadas,De un indio que lo andaba maquinando,Si no estuviera Arevalo velando.El capitan Garay con sus soldadosCamina á la Asumpcion con mucha priesa;El capitan Rui Diaz, (bien cargadosLos suyos de comida y de la presa,Que fueron cuatro indios señalados,Y entre ellos de Cayù un hijo), atraviesaA donde està el real, y en breve allega,Y la comida y presa toda entrega.La nave vizcayna se me aqueja,Que de ella no me acuerdo: està plantadaAllá en un arenal, á dò la dejaJuan Ortiz, de gente mal poblada.Parèceme que queda como ovejaA lobos desambridos entregada:De cuando en cuando van á visitarla,Mas la gente se teme de guardarla.Y no quiero culparles, pues que tieneCualquiera, acá dó estamos, sobresalto,Pensando cada cual que le convieneRogar á nuestro Dios, que de lo altoEnvie su socorro: que si vieneA dar el enemigo algun asalto,Sin duda perecemos, porque vanaLa guarda es sin la guarda soberana.Un caso contaré, que manifiestaEn su tanto y manera esta sentencia,De como humana guarda poco presta,Si està encontra divina Providencia.Sucede á media noche una molestaY triste desventura, diligenciaNo basta á le impedir, porque la casaDe Juan Ortiz se torna hecha brasa.Al punto que la gente reposaba,Un fuego se emprendiò, el Adelantado,Segun pareció ser, despierto estaba,A priesa sin parar se ha levantado:El viento al fuego fuerza acrecentaba,La casa y cuanto tiene se ha abrasado,Que mientras mas va, el fuego mas se atiza,Y vuelve todo en polvo y en ceniza.¡Eterno Dios!, que azotas y castigasLos hombres por razones esquisitas,Que de tormentas, hambre, sed, fatigas,Trabajos, guerras, cosas infinitasHe visto? Y sé Señor, que mas obligasAquel á quien castigas, y le incitasA que ande entero siempre en tu servicio:Mas no conoce el malo el beneficio.Metióse Juan Ortiz en su navio,Adonde su hacienda està guardada;No cura de hacer ya mas buhio,Que la zabra la tiene por morada.La guarda se le hace junto al rio,La gente por el campo está pobladaEn sus chozas de paja, sin abrigo,Con no poco temor del enemigo.Al arma un dia se toca: alborotadosA todos los vereis, porque asomabanEl piloto mayor y los soldados,Que la nave sin guarda la dejaban.A todos los vereis amedrentados,Las damas y doncellas lamentaban,Los hombres desmayados, suspirandoAndaban por la plaza divagando.Llegó, pues, esta gente que guardabaLa nave vizcaina, y en llegandoAl piloto unos grillos luego echabaEl Juan Ortiz la cosa exagerando.El preso su venida disculpaba,El miedo por escusa presentando,Diciendo: "que en la nave à la venturaEstaba, y beneficio de natura."Aquel Cayù, que dije, que huyendoSalió con los demas, y que dejàraCaptivo el hijo, vuelve ya corriendo,El rio Uruguay atravesára.Algunos de los suyos le siguiendoA Juan Ortiz pescados presentára,Con làgrimas y ruego significaLo que con alma y vida le suplica.Que en rescate del hijo una graciosaMozuela tome, pide; asì pensandoCumplir su voluntad tan deseosa,Su rostro y hermosura exagerando:Y dícele: la tome por esposa,Y mientras, él está aquesto tratando,El Juan Ortiz la moza recibia,Y al indio sin su hijo en paz envia.En este tiempo ¡O cosa lastimera!Flecharon al dichoso Chavarria:Aqueste á los Chanaes les cupiera,Al tiempo que la presa se partia:Ordenado de grados supe que era,Versado en natural filosofia,Discreto, sábio y muy caritativo,De mucha habilidad y seso vivo.Es justo deste quede gran memoria,Que su fin lo merece lastimoso,Y pues llevò la palma de victoria,Gozoso le nombremos y dichoso.Yo espero nuestro Dios le dió la gloria,Que yo le conocì por virtuoso,Y oidme aquesta grande maravilla,Que mas me mueve à envidia que à mancilla.Sacàronle los indios del pobladoEn un pantano grande anegadizo,Y en un palo le ponen amarrado,Y flechas dàn en él como granizo.Quedó en breve tiempo tan cuajado,Cual vemos el pellejo del herizoDe sus agudas puas, tal estaba,Y con esfuerzo grande asì hablaba."Eterno Dios, el alma te encomiendo,Que el cuerpo miserable que padece,(Aunque está este tormento padeciendo)Mayor por mis pecados él merece."Estando estas palabras él diciendo,El bárbaro cruel mas se embravece,Y Chavarria en Cristo contemplando,ElMiserere meiestá cantando.Cual suelen cazadores por el SotoCon perros y sábuesos voceriaAlzar, asì hiriendo á este devoto,El crudo barbarismo lo hacia.Estaba ya su cuerpo todo roto,La sangre hilo à hilo dèl corria,Mas èl no deja el canto de consuelo,Que espera de tener paga en el cielo.Y oid, mi buen Señor, aquì otra cosa,Que tiene en confusion à estos paganos,Por ser á vista de ojos espantosa,Segun lo refirieron tres cristianos.Captiva uno esta gente perniciosa,Y sácanle los ojos, pies y manosLe cortan con malvada y gran fierezaY dicen que està vivo. ¡Qué grandeza!Juan Gago este cautivo se decia:De Guadalupe mozo virtuoso,En Logrosan, mi patria, me serviaAl tiempo que dejàra yo el reposo.A la Virgen purìsima MariaDe Guadalupe, dice este dichoso:"En este punto sed vos mi abogada,"Y acude à su costumbre tan usada.Dios sabe cuanto yo lo he procuradoSacar de cautiverio por mil vias,Y el trabajo y las hambres que he pasado,Andando tras los indios muchos dias.En muy grandes trabajos me he arrojadoPor mi propia persona, y con espias,Y nunca he sido en ello de provecho:Acaso Dios hará con èl su hecho.Juan Barros de los indios fuè cautivo,En tiempo de D. Pedro, en los Beguaes:Mataron otros, mas aqueste vivoCriaron, que era niño, y á ChanaesLe venden (aqueste hombre de que escriboAlgun tiempo traté): ChiriguanaesLe cautivan, y tiempo mucho estuvoEntre ellos, y muger é hijos tuvo.[73]Aqueste Juan de Barros cierto videQue hizo gran provecho à los cristianos:Que Dios todas sus cosas siempre mideCon divinos secretos soberanos.No sabe el triste hombre lo que pide,Lo mas cierto es dejàrselo en sus manos:Esta consideracion en verdad hago,En el negocio siempre de Juan Gago.Estaban, sin los dichos, mas cautivos,Que asimismo mataron estos perros,Empalando y flechàndolos aun vivos,Y tambien desgarrándolos con hierros;Y por mostrarse crudos y nocivos,En vida á muchos meten en entierros,A dó mueren de hambre, cruda, perra,Y vivos sepultados só la tierra.Aquí quiero no quede por olvidoUn caso que me viene à la memoria.Del grande Patriarca enriquecidoDe bienes duraderos en la gloria,Seràfico Francisco ha merecidoUn hijo suyo palma de victoria,En tiempo de D. Pedro le mataron,Y el caso de esta suerte me contaron.Estando este bendito religiosoHincado de rodillas en el sueloCon grande devocion, el envidiosoAgaz, tirano indio, sin receloLe flecha: mas al punto un luminosoNublado descender se vé del cielo,Y en el subir à todos pareciaUna doncella, bella en demasia.[74]Los indios con aquesto se espantaronDe suerte, que á èl con otros compañerosQue habian muerto, à todos enterraron,Llorando porque fueron carnicerosDe aquel bendito fraile que mataron.Y estàn en su temor hoy tan enterosLos descendientes de ellos, que receloTienen que les venga fuego del Cielo.A nuestra historia, pues, dando la vuelta,Cayú de su hijuelo deseoso,Tras el Garay se fué, que à vela sueltaEl rio arriba iba sin reposo:Y cuenta como al hijo no le sueltaEl Juan Ortiz, y pìdele llorosoQue le escriba una carta, en que le ruegueQue su querido hijo se le entregue.Es Yamandù en aquesto el trujamante,Que es primo del Cayú; muy confiadoEstá, porque poniéndose delanteDe nuestro Juan Ortiz, Adelantado,Harà con su saber y buen semblante,Que quede Juan Ortiz bien engañado:Mas uno piensa el bayo (allá en CastillaSe dice) y otro es él que le ensilla.Con priesa Cayú vuelve en compañiaDel falso Yamandù, que confiabaQue muy presto al sobrino llevaria,Que Garay en sus cartas lo rogaba.Con ánimo gallardo y alegria,Al Capitan el preso demandaba;La gente dice toda, pues tenemosEl pajaro en la mano, ¿què hacemos?No quiero referir las opiniones,Juicios y pareceres diferentes,Que habia en el real, y locuciones,Coloquios y corrillos entre gentes,Todos daban sus causas y razones,Al parecer de muchos suficientes:De Yamandù se trata, si convieneSe prenda, ò que se vuelva como viene.El Yamandù, como hombre cauteloso,Procurando librar à su sobrino,Mostròse muy alegre y muy gozoso,Y dice à Cayú vuelva su camino,Porque èl está ya hà dias deseoso,De estar entre cristianos, y así vinoCon fin de bautizarse y ser cristiano;Y desta suerte habla al primo-hermano."Cayú, bien vés cual quedo entre cristianos,Y tu hijo tambien: tén buena cuenta,Que guardes de malicia bien tus manos,Y cosa contra aquesto no se sienta:Que tratas con los indios Zapicanos,Ni Guaraní por pienso en tal consienta,Que al punto que haya tal, entrambas vidas,De tu hijo y de mí, serán cumplidas.""Yo quedo con contento y alegria,Asi se lo decid á mis parientes:Mirad que mucho hà que yo os decia,Que habian de venir de lejos gentes.Dejados de esa vana fantasia,Mirad que no podeis ser tan valientesQue deis cabo de tantos: sed ya buenos,Poned à vuestras almas duros frenos."Con esto y otras cosas que hablaba,El falso Yamandú disimulandoSu pretension fingida procuraba,Diciendo desear ser bautizado:Y tanto esta ficcion suya duraba,Cuanto de la Asumpcion se hubo llegado,Como diré despues, que agora sientoEn Santa Cruz un mal levantamiento.Tratemos dél agora, que sucedeEn tanto que lo pasa el zaratinoMuy mal, y yo aseguro que bien puedePonerse él de Toledo ya en camino,Sino quiere ser causa de que ruedeDon Diego con su gente al Argentino,Y con su rueda dé tal estampida,Que el Perú venga todo de caida.

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