CANTO DECIMO-TERCIO.

Viene Rui Diaz Melgarejo; mùdase el Armada à la isla de Martin Garcia; baja Garay con socorro; sucede la muerte de los dos firmes amantes Yanduballo y Liropeya.

Viene Rui Diaz Melgarejo; mùdase el Armada à la isla de Martin Garcia; baja Garay con socorro; sucede la muerte de los dos firmes amantes Yanduballo y Liropeya.

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Fortuna, por hablar de esta manera,O hado, bien tomándolo sin dolo,Favorece à Rodrigo, porque esperaLa sin ventura gente en ese solo.Ayudale con pròspera carrera,Y con tus largos vientos, gran Eolo,Que el zaratino ejército penandoEstá, y á Dios suspiros enviando.Y tù sosiega al mar, viejo Neptuno,Y haz que su carrera llana sea,Que toda aquesta Armada de consunoA brazos con la muerte ya pelea:Y dudo ya que escape ni solo uno,De hambre no se halla ya quien vea.Remèdielo, pues, Dios, que él solo puede,Y aquel à quien él solo lo concede.El capitan Rui Diaz aprestado,Salió de San Vicente y tomò puertoEn Yumirí, que habemos ya tratado,Dò vido del Armada el desconcierto.Al Rio de la Plata enderezado,El rumbo lleva à prisa, que està cierto,Que Juan Ortiz padece; con su genteAllega, pues, un dia prestamente.El triste lamentar que allí hicieron,Dés que en tanta miseria nos hallaron,Aquel dolor y pena que sintieron,Las làgrimas que todos derramaron,No quiero referir: mas que vinieronA tiempo que á llorar nos ayudaron;Tambien con sus regalos ayudabanA muchos, que la vida ya dejaban.Con su venida todos resucitan,Que viendo la miseria tan crecida,A dar de lo que tienen bien se incitan,Por volver de la muerte à alguno à vida:Con esto ya las fuerzas se habilítanDe aquellos que la muerte de vencidaLlevaba, y si Rodrigo no viniera,Sin duda todo el resto pereciera.Del isla San Gabriel sale el Armada,Con nuestro buen Rodrigo en la demanda,De la Martin García, así nombrada,Que està por cima de esta y à su banda.En breve y poco espacio fué tomada,A dó el Adelantado luego mandaSalir á tierra á todos, porque quierePoblar en esta isla si pudiere.El capitan Rui Diaz Melgarejo,Porque de la rabiosa se recela,A nuestro Adelantado por consejoQue le despache dá en la caravela.Con ella, y con un mal bergantinejo,Se hace el buen Rui Diaz á la vela,Al preso Abarorì lleva consigo,Que promete guiarle como amigo.A mi me cupo en suerte esta jornada,Que de saber y ver muy deseoso,Jamas dejé de entrar cualquiera entrada,Aunque fuese el peligro temeroso.En una isla muy fèrtil y pobladaAbarorì nos mete muy gozoso:Entramos por un brazo, no calandoLos remos, que las yerbas van tocando.Salieron à nosotros embijadosCatorce ó quince indios diligentes,Con arcos y con flechas denodados,Mostrándose gallardos y valientes.Por tierra entre las yerbas emboscados,Pintados de colores diferentes.Andaban levantado voceria,Cubiertos de muy rica plumeria.Por este brazo estrecho, y chico rioLlegamos con favor de la mareaA la primera casa, y al buhio,Que es dicho Tabobá, de paja y nea.Los indios luego salen con gran brio,Con arcos y con flechas de pelea,Y viendo los rescates acudieron,Y mucho bastimento nos vendieron.De à poco dicen, vamos adelante,Que todo lo de aquí ya está gastado.Diciendo aquesto muestran tal semblante,Que encubren lo que tienen ordenado.Estaba el enemigo tan pujante,Que dudo del cristiano acobardado,Por su fuerza tener tan consumida,Que pueda escabullir libre con vida.En esto de la casa hubo salidoDesnudo macilento por el llano,Un mozo del Armada conocido,Que Vargas se llamaba, trugillano.Salió à la baraunda y al ruìdo;Trajeronle al navío por la mano,A dó le confesè, y en aquel diaEntrò al universal camino y via.Cristoval, indio amigo, que vinieraDe allà del Yumirí en nuestra Armada,Cautivo estaba aquì, y cuenta dieraDe la traicion que entre estos està armada.De seis cautivos que hay, este dijera:Y siendoles la paga ya entregada,Trajeronlos, y fueles prometidoQue el precio à mas traer serà subido.Entre ellos fuè este dia rescatadoEl buen Domingo Larez, muy prudente,Hombre de gran juicio y recatado,De Huete natural, de noble gente.Diònos aviso él, que està ordenadoDe hacernos la guerra el dia siguiente:Nosotros estuvimos contratandoCon los indios, y en vela siempre estando.Salìmonos de aquí, que se temiaQue el indio se pusiese en emboscada,Diciendo que à las bocas estarìa.Y cierto fué la cosa bien pensada:Que à no salir muy mal sucedería,Pues siendo la mañana ya llegada,Los indios à dó estabamos vinieron,Y á Mora y á Loria nos trajeron.En el barco pequeño se ha metidoEl maiz, y captivos referidos;En breve á nuestra Armada se ha venido,A dó de hambre estan desflaquecidos:Y à haberse esta comida detenido,De hambre fueran todos perecidos.Mas Dios remedia el tiempo peligroso,Con mano de Señor tan poderoso.Pues llega la comida y los cautivos,Y salen al encuentro luego todos:Estaban ya diez menos de los vivos,Y aquestos de dos mil suertes y modos.Los padres con los hijos son esquivos,Los unos y los otros como lodosLos rostros; manos, pies, todos temblando,Los ojos hácia el cielo levantando.Algun vigor cobraron dèsque vieronEl socorro que viene de comida;Con làgrimas los presos recibieron,Que su vida juzgaban por perdida.En el pequeño barco se volvieron,Y dice Juan Ortiz, que por la vidaConviene aventurar vida de suerte,Que no ponga temor la misma muerte.Mas visto no conviene se acometaAquello que hacerse es imposible,Y que el lugar y tiempo nos aprietaA tomar el consejo convenible:El buen Rodrigo à todos se sujeta,Y dice: "Juan Ortiz cosa terribleNos manda, mas yo cierto aquì prometoDe estar à vuestro gusto muy sujeto."Unánime y conforme es la sentenciaDe todos, que no se entre al Riachuelo:Que bien se tiene cierta y firme ciencia,Que todo ha de acabar con crudo duelo.Esto nos enseñò ya la experiencia,Pos dó se determina, que de vueloA los Timbús se vaya: con contento,De aquì tendimos vela presto al viento.Trabajo no pequeño se pasaba,Que la gente sin fuerzas no podíaTomar remo, que el viento nos faltaba,Y á veces por la proa sacudia.El temor de la hambre apresuraba,Esfuérzase quien fuerzas no tenia:Navegando una noche à la mañanaLlegamos á una gente Cherandiana.Salieron á nosotros prestamente,Que en esto del rescate estan cursados.Delante de nosotros diligente,Pescaba cada cual muchos pescados:Ninguno en los vender era inocente,Que son en el vender muy porfiados.Despues mucho maiz en abundanciaTrajeron por gozar de la ganancia.Beguas de la otra banda conocieronLa cosa del rescate que pasaba,A gran priesa á nosotros acudieron,Temiendo que el rescate se acababa.Rescatan todo aquello que trajeron,Y mas, dicen, en casa les quedaba:A Gaboto de aquí presto se llega,Por dó el Carcarañà se estiende y riega.Pasando de Gaboto, à poco trechoEl rio Juan de Oyolas se ha tomado:Por él se entró, que es rio muy estrecho,De vientos y tormentas resguardado.Atraviesa este rio bien derechoAl Paraná; y las islas que ha formadoHabitan los Timbús, gente amorosa,Sagaz, astuta, fuerte y bellicosa.Al Paraná saliendo caudaloso,Tres leguas se camina bien cabales:El Paraná venia muy furioso,Los tristes navegantes muy mortales.Del soldado pequeño y del grandiosoLas fuerzas eran todas casi iguales,Y aun cierto que à la clara bien se vía,Que el pequeño mas ànimo tenia.Del capitan Garay certificaronLos indios, que aquí vino con su gente,Las huellas de caballos nos mostraron,Por dó dimos la vuelta prestamente;Y en tierra los soldados que saltaron,Cojeron la comida que al presenteHallaron, que aun no estaba sazonada,Y apenas con la espiga bien formada.Volver quiero á tratar un poco agoraDel falso Yamandú, nuestro cartero.Salió de San Gabriel con la traidoraY mala condicion de carnicero:Adonde el Zapicano està de moraSe và, por ser con él particionero;Aunque no se hallò en la triste guerra,Que al venir se ha tardado de su tierra.Este indio, ya hemos dicho, que es sabido,Astuto, muy sagaz y hechicero;En todas las naciones es tenidoPor lumbre, por espejo y por lucero.A mis própios oidos yo le he oidoDecir á este lenguaz y gran parlero:"El sol alumbra à oriente y occidente,Así yo Yamandú, toda la gente."Pues siendo con las cartas despachado,Tratò con Zapican, que las teniaGuardadas, hasta ver en que ha paradoUn negocio que arriba pretendia:El cual era, que tiene concertadoCon un indio Terú, el cual vendriaA dar en Santa-Fé con otras manos,Queriendose vengar de los cristianos.E hízolo el Terù, que con su genteHaciendo para aquesto llamamiento,Se fuè á Santa-Fé: mas de repenteVolvió huyendo en busca de su asiento.Los mancebos pelean fuertemente,Los indios llevan de ello el escarmiento,Y viendo Yamandú que nada ha hecho,Con las cartas se va à Garay derecho.Del capitan Garay fué recibidoMejor el mensagero, que lo fuera,Si hubiera sin las cartas parecido,Aunque él por no culpado se fingiera:Mas viendo el Capitan como ha venido,Y que puede volver à dò saliera,Tratòle bien è hízole gran fiesta,Y tórnale à enviar con la respuesta.Ya vuelve Yamandù con mas cuidado,Que tuvo con las cartas, pues pensabaGuardarlas para sí: mas ha acordadoUrdir otra, pues esta no cuajaba.En tanto que la urde este malvado,Tratemos de Garay, que procurabaBajar con muchas balsas y comida,Dejando à Santa-Fé bien guarnecida.Partió con treinta mozos valerosos,Y veinte y un caballos, y servicioEn balsas: y los mozos deseososDe guerra, que la tienen por oficio,Procuran, que en los indios enojosos,Se ofresca al crudo Marte sacrificio,De aquel Terú vengando la osadia,Con triste y carnicera anatomia.Son islas, por aquí en este parage,De grandes bastimentos abastadas,De muy hermosas tierras y boscage,Y de indios Guaranies bien pobladasEl falso Yamandú de mal corage:Aquí tienen sus gentes rancheadas,Terú, Añanguazúu, Maracopá,Y en otras mas abajo, Tabobá.Entraron por las islas: entendiendoPoder hacer la guerra, los caballosMetieron: mas los indios van huyendo,Que no pueden los mozos alcanzallos.Entre los verdes bosques se ascondiendoSe meten, que imposible es el hallallos,Sino es al sin ventura, que guardadaLa suerte le está ahora desdichada.Con gran solicitud en su caballoEntre aquestos mancebos se señalaEn andar por las islas Caravallo,Y así por las espesura hiende y talaEn medio de una selva, y YanduballoHalló con Liropeya, su zagala:La bella Liropeya reposabaY el bravo Yanduballo la guardaba.El mozo, que no vió á la doncella,En el indio enristró su fuerte lanza,El cual se levantó como centella,Un salto dá y el golpe no le alcanza.Afierra con el mozo, y aun perdellaLa lanza pienza el mozo, que abalanzaEl indio sobre él, por dó al ruidoLa moza despertó, y pone partido.Al punto que á la lanza mano echabaEl indio, Liropeya ha recordado;Mirando á Yanduballo, así hablaba:"Deja, por Dios amigo, ese soldado,Un solo vencimiento te quedaba,Mas ha de ser de un indio señalado,Que muy diferente es aquesa empresa,Para cumplir con migo la promesa."Diciendo Liropeya estas razones,El bravo Yanduballo muy modestoSoltó la lanza, y hace las acciones,Y á Caraballo ruega baje presto.El mozo conoció las ocasiones,Y muévele tambien el bello gestoDe Liropeya, y baja del caballo,Y siéntase á la par de Yanduballo.El indio le contó que un año habiaQue andaba á Liropeya tan rendido,Que libertad ni seso no tenia,Y que le ha la doncella prometido,Que si cinco caciques le vencia,Que al punto será luego su marido.El tener de español una centellaNo quiere, por quedar con la doncella.Mas viendo el firme amor de estos amantes,Licencia les pidió para irse luego,Dejándoles muy firmes y costantesEn las brasas de amor, y vivo fuego.Dos tiros de herron no fué distantes,Con furia revolvió, de amores ciego;Pensando de llevar por dama esclava,Al indio con la lanza cruda clava.Yanduballo cayéra en tierra frio,La triste Liropeya desmayada;El mozo con crecido desvarioA la moza habló, que está turbada:"Volved en vos, le dice, ya amor mio,Que esta ventura estaba á mi guardada,Que ser tan lindo, bello y soberano,No habia de gozarlo aquel pagano."La moza, con ardid y fingimiento,Al cristiano rogó no se apartaseDe allí, si la queria dar contento,Sin que primero al muerto sepultase;Y que concluso ya el enterramientoCon él en el caballo la llevase.Procurando el mancebo placer darle,Al muerto determina de enterrarle.El hoyo no tenia medio hecho,Cuando la Liropeya con la espadaDel mozo se ha herido por el pecho;De suerte que la media atravesada,Quedó diciendo: "haz tambien el lechoEn que esté juntamente sepultadaCon Yanduballo aquesta sin ventura,En una misma huesa y sepultura."Lo que el triste mancebo sentiriaContemple cada cual de amor herido.Estaba muy suspenso qué haria,Y cien veces matarse allí ha querido.En esto oyó sonar gran gritería:Dejando al uno y otro allí tendido,A la grita acudió con grande priesa,Y sale de la selva verde espesa.Aquesta Liropeya en hermosuraEn toda aquesta tierra era estremada:Al vivo retratada su figuraDe pluma vide yo muy apropiada:Y vide lamentar su desventura,Conclusa Caravallo su jornadaDiciendo, que aunque muerta estaba bella,Y tal, como un lucero y clara estrella.Mil veces se maldijo el desdichado,Por ver que fué la causa de la muerteDe Liropeya, andando tan penado,Que mal siempre decia de su suerte."¡Ay triste! por saber que fuí culpadoDe un caso tan extraño, triste y fuerte,Tendrè, hasta morir, pavor y espanto,Y siempre viviré en amargo llanto."Salió pues de la selva CaravalloA la grita y estruendo que sonaba,Y vido que la gente de á caballoA gran priesa en las balsas se embarcaba.No curan ya mas tiempo de esperallo,Que de su vida ya no se esperaba,Teniendo por muy cierto que habia sidoCautivo de los indios, y comido.Mas viendole venir, alegrementeEl capitan y gente le esperaron:Allega, y embarcóse con la gente,Y á priesa de aquel sitio se levaron.Entróse por un rio que de frenteEstá, y á tierra firme atravesaron,A dó está de Gaboto la gran torre,Por dó el Carcarañá se estiende y corre.En tanto que Garay aquí esperaba,Y en tierra sus caballos saca, y gente,El capitan Rui Diaz se levabaDe donde le dejamos prestamente.Volviendo hácia abajo, atravesabaAcaso Yamandú que está de frente:Allí nos dieron nueva muy entera,Que en el Carcarañá Garay espera.Con esta nueva cierta, á grande priesaBajamos hácia el rio Juan de Ayolas:No se tiene temor de la traviesaDel gran rio Paraná, ni de sus olas:Que el bien, que en la tornada se interesa,Lo facilita todo: mas no á solasNos vemos, cuando viene anocheciendo,Que los Timbues vienen muy corriendo.Despues cuando ya Febo caminandoVolvia con sus carros presuroso,Los campos con sus rayos matizandoDe rojo, verde, y blanco luminoso,Llegaron los Timbues pregonando,"Comprad de mi, que vendo mas gracioso."Y tanto regatean, que en SevillaPodrian imprimir nueva cartilla.En tanto que la cosa así pasaba,Desde el Carcarañá nos ha enviadoUna carta Garay, en que avisabaQue estaba enSancti Spiritusparado.Al viento vela en popa se entregaba,Y no se ha áSancti Spiritusllegado,Cuando Garay por tierra y á caballoAsoma, y aquí un poco he de dejallo.

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Entra Rui Diaz en el Carcarañà, baja à Martin Garcia, pretende Yamandú dar en la isla, padece Garay naufragio en el Uruguay.

Entra Rui Diaz en el Carcarañà, baja à Martin Garcia, pretende Yamandú dar en la isla, padece Garay naufragio en el Uruguay.

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Jamas fortuna dió contentamientoQue no fuese mezclado con dolores;De á donde el disfavor es fundamentoDe todo buen suceso de favores.Tambien el favorido pensamiento,Por fin muy cierto tiene disfavores,Por lo cual Salomon, sigue, decia,El dia de tristeza al de alegría.¡Cuanto dolor, tristeza y amargura,Y cuanto sobresalto ha pasadoLa gente zaratina sin ventura!Pues quien con atencion bien lo ha notadoVerá, que al mayor mal en coyunturaUn buen suceso ò gusto ha acompañado:Que no haber de esta suerte sucedido,Hubiera el resto Zárate perdido.¡Qué pena, qué dolor no mitigáraEl ver al buen Garay por aquel llano!La barbara nacion que se juntaba,No pudiera escaparse de su mano.Si el bravo y crudo Marte se halláraCon tal gente de guerra, tan ufanoY altivo se sintiera, que en la tierraA todos los mortales diera guerra.La trompa y atambor les ayudaba,Los caballos calor iban tomando:Contento grande, cierto, que causabaAquesta gente allí escaramuzando.Rui Diaz con los suyos lo miraba,Viniendo su viage navegando;Y llegando dó aquesto se haciaMandó soltar la flaca artillería.Al fin tomaron puerto, y recontadaLa cosa de una parte á otra pedida,La carga de las balsas descargada,Caray parte en demanda de comida.El Melgarejo sale desplegadaCon gran placer su vela y descogida.En tanto que uno baja y otro quedaMe fuerza Yamandú vuelva la rueda.Llegado este tacaño con las cartasAl isla, con placer fué recibido;El Juan Ortiz le dió cuchillos, sartas,Y de paño de grana un buen vestido.De dádivas y dones fueron hartasSus manos, por pensar lo ha merecido,Y él pretende entregarse á suelta riendaEn vida del cristiano y de hacienda.Pues tiene la traicion así ordenada,Que dadas estas cartas, vuelva luegoAl rio Igapopé, que es la moradaDe un indio, que se diceGrande Fuego,Y de otros que allí viven de coplada,Con Aguazó, que es guia de este juego.Allí tiene la cosa de ordenarsePor dó el cartero dá priesa á tornarse.Y dice: "volveré yo con comida,Que así con mis amigos lo he ordenado,Aquesta cosa quiero sea sabida,Porque en vernos ninguno sea alterado:Que aquesta tierra toda está rendidaA mi diccion, é yo la he sujetado."Con esto Yamandú se suelta en breve,Y con mas brevedad volver se atreve.Con diez ú once canoas esquifadasLa vuelta dá el malvado, procurandoQue no esten las personas recatadas,Mas antes las ocupa rescatando.No quiero referir, pues, cuan turbadasLo estaban, segun supe, y cuan temblando:Mas con todo se dieron tanta maña,Que no quajó el cartero su maraña.En un fuerte la gente recogida,Porque de esta traicion tienen aviso,De todo lo posible guarnecida,Salió el indio que estaba ya arrepiso.De humos gran señal ha parecidoEl rio arriba, y luego de improvisoLos indios que en la gente dar pensaban,Con gran priesa á su isla se tornaban.Quedaron los cristianos, como cuandoLevanta un huracan muy espantosoLas olas en la mar, y vá bufandoEl viento con un impetu furioso:El piloto sagaz está temblando,Vencido del trabajo y temeroso:Mas viendo que el peligro está pasado,Veréisle presumir del esforzado.O como aquel mancebo que ha cogidoEl toro furibundo entre sus manos,Que siendo de la muerte escabullido,Huyendo á pura pata por los llanos,Blasona de la maña que ha tenido,Y hace en talanquera fieros vanos.No menos nuestras gentes aquí estaban,Y al moro muerto gran lanzada daban.Rui Diaz, como dije, navegandoSalió deSancti Spiritus, y vieneEn breve dó le estaban esperando.A mi me ha parecido me convieneQuedarme con Garay que và triunfando,Y Zárate que hambre siempre tiene.Rui Diaz Melgarejo, pues, allegaAl isla, y la comida les entrega.Garay de á dó digimos sale á priesaCon su gente, y las balsas que llevaba,Lo que en esta salida le interesaEs el buscar comida que faltaba.Tambien se procuraba hacer presaEn el falso Terú que allí moraba:Y oid lo que sucede un dia de Ramos,Que de vista es el cuento que contamos.Por un pequeño rio de boscageLas balsas y la barca caminaban,Cuando vimos venir un gran salvage.La canoa en que viene gobernaban,Al parecer, dos ninfas de buen trage;En vièndonos á priesa se tornaba:Y désque al Paraná grande llegaron,En medio de un remanso se pararon.Allí nos esperaron grande pieza;Y así como la barca hubo llegado,El salvage se estira y endereza,Y un escudo grandísimo ha embrazado:Por yelmo un cuero de anta en la cabeza,El escudo era concha de pescado,Y el baston que este bárbaro tenia,Servir de antena en nave bien podia.Hablando con soberbia encrudecida,Pregunta por aquel que tiene cargoDel Armada, que dice que la vidaLe tiene de quitar con fin amargo:Y dice: "no penseis que fué huidaLa mia, por salir aquí á lo largo,Que quise aquí sacaros al anchura,Por dar á todos ancha sepultura."Queria arremeter el can rabioso,Y en esto dos pelotas le tiraron;La popa nos volvieron sin reposoLas faunas, y espantados nos dejaron,Que con un dulce canto armoniosoA priesa de nosotros se apartaron,Y á muchos el sentido enternecieron,Y en un punto de vista se perdieron.En esto un bergantin vimos venia,El cual á Santa Fé ha descendido,Y viendo que Garay bajado habia,En seguimiento suyo habia venido.Con socorro el Teniente se le enviaDe la Asumpcion, que aquesto hubo subido:Juntòse con nosotros el navio,Y dimos en un hondo y chico rio.El navío à la boca se ha quedadoCon toda la mas gente del Armada:El Capitan con veinte dentro ha entradoEn la barca de todo pertrechada:Por tierra los caballos hubo echado,Del gran Terú se busca la morada:Hallóse, mas sus indios, al estruendo,Con mugeres é hijos van huyendo.Las balsas aquí cargan de comida;La gente de á caballo vá por tierraSiguiendo la victoria conocida,Con ánimo y codicia de la guerra.Abscóndese la gente dolorida,Que el temor del caballo la destierra:Saquea el Español allí las casas,Y en un punto veréislas hechas brasas.El Capitan de aquí presto saliendoPenoso, por no haberle indio parado,Sus balsas y su gente recogiendo,A Añanguazú acomete, indio afamado.Los indios son valientes, y al estruendoSalieron con esfuerzo denodado,Y siendo preguntados ¿porque huyen:?Con la razon del uno así concluyen."Dejadnos ya, que estamos temerosos,Y contra vuestras fuerzas no podemos:Y vosotros, sobrinos animosos,A los mancebos dicen, ¿qué os hacemos?Mirad que á nuestros hijos amorososCriar, ni sustentar ya no podemos,Pues carga de mugeres tan penosaNo espera á vuestra diestra poderosa."Diciendo aquesto, estaban muy metidosEn un atolladar y gran pantano:Garay no permitió fuesen heridos,Que mas de uno probar quiso la mano.Causaban gran dolor los doloridos,Que mugeres é hijos por el llanoSin órden, á gran priesa, iban huyendo,So tierra lo que tienen abscondiendo.De aquí el rio abajo navegando,El Armada se sale á remo y vela:Un temporal se viene levantando,Que las yerbas del campo arranca y vuela.Del isla grande priesa me estan dando,Que parece la gente se recela.Pues vamos allá agora, que esta ArmadaAquí queda segura rancheada.El isla parecia que se hundia,Y el cielo que venia de caida.El sud-oeste, viento que corriaCon una fuerza grande desmedida,Los árboles y piedras conmoviaPor dó la gente andaba dolorida:Porque tanto ruido levantabaEl viento, que al infierno figuraba.De dos naves que habia del Armada,No quiere perdonar esta tormentaA alguna; que á la zabra que cargadaEstà de la comida, la revienta,Y la abre por cien partes: mas varadaAquesta fué en el isla; la otra avientaA tierra firme, y tan metida queda,Que dudo en algun tiempo salir pueda.Pues dime, Juan Ortiz: ¡no te conmueveEl ver aquestos trances peligrosos!¡O duro corazon! á quien no mueveEl temor de los fines sospechosos.No vemos ser prudente el que se atreveA perder lo ganado en los dudososY peligrosos casos: lo mas ciertoEs ir siempre á buscar seguro puerto.A nuestra Armada vuelvo, que metidaQuedaba en un juncal y una ensenada,La cual halló segura su guarida:Y el bergantin, tomando una enconada,Del otra banda está, que de caida,Allí, por se abrigar, hizo parada,A dó con Cherandies ha tratado,Y el tiempo que allí estuvo, rescatado.Garay con los Beaguas de otra bandaMuy gran trato y rescates ha tenido:A Caytuá, cacique, dice y manda,(Pues, para aqueste fin ha descendido)Que diga á los Beguaes, como él andaEn busca de cristianos, que ha sabidoQue tienen muchos ellos en su tierra,Habidos de rescate, y no de guerra.Aqueste Caytuá es comarcanoAl pueblo Santa Fé, y muy vecino:Garay le trata bien como á su hermano,Y así con gran contento con él vino.El cacique no anduvo paso en vano,Que yendo á los Beguaes de camino,Cuatro cristianos trajo rescatadosPor anzuelos y espejos muy quebrados.De aquí salió Garay: con el navio,Que está de la otra banda, se ha juntado.Despáchale á la isla por el rio,Que dicen de las Palmas, afamado.No vá de bastimentos tan vacio,Que al fin le han de decir: "bien seais venido:"Que están como los pollos ya piando,Y solo por comida suspirando.El Armada se vá por un esteroQue llaman de Beguaes, que no llevaLa fuerza y la corriente del primero,A quien él vá á buscar á que le beba:Y tanto vá sin él á cual postrero,Que en mas de veinte leguas no le prueba;Al cabo, porque en breve yo me sume,Aqueste el Paraná se le consume.Yendo por este estero navegandoDiez dias, que los tiempos no ayudaban,Por tierra los soldados van cazando,Que muy poco las balsas caminaban.De noche estan con liñas esperando,Pescando de los peces que picaban:Aquí pica el Patí, allí el Armado,Aquí tambien el Blanco y el Dorado.En una bella noche muy serena,Habiendo el sueño dado ya sus puertasA los que nuestra cama era el arena,Estando centinelas muy alertas,Con grande dulcedumbre una SirenaComenzó de cantar; y cierto, ciertasY humanas parecian sus canciones,Bastantes á mover mil corazones.Es tan ameno y bello este parage,Que las hijas de Pierio bien podrianDejar de Tracia el monte y su boscage,Que aquí mas soledad cierto tendrian.Y aquellos que siguiesen su lenguageEn breve de sus ciencias mas sabrian,Y en metro y dulce verso el casto coroAl mundo descubriera su tesoro.Aquí la gran maldad la FilomenaLamenta de Teseo, su cuñado,Con su lengua arpada bien resuena,Y con canto suave y agraciadoPublica á todo el mundo su gran pena,Y dice: "pues la lengua me has cortado,Aquesta gran maldad, cruda tirana,Labrando contaré toda á mi hermana."Aquí la sacra fuente cabalinaSus cristalinas aguas vierte y riega:Aquí la gran Minerva á la continaSus tesoros reparte y los entregaA todos con largueza muy benina;Y aquí muy de ordinario en esta vegaLa bella y casta Diosa se pasea,Y con sus compañeras se recrea.Mas al isla conviene dar la vuelta,Dejando aquesta Armada en este punto.Pasada la tormenta y revuelta,Segun digimos ya en breve trasunto,El bergantin que fuera á vela suelta,Llegando toma puerto luego junto,Y dando de nosotros nueva cierta,La cosa de esta suerte se concierta.En busca de Garay luego volvieronAqueste bergantin y Melgarejo,Y aquellos que al presente adolecieronLlevaron, y mugeres, y es consejo,Que allá en el Uruguay (adonde fueron)Se pueble, donde hubiere el aparejo;Que para los navios está cierto,Que muy cerca hallará seguro puerto.Llegados á la punta de este rio,Quedóse el bergantin grande esperando;El otro atravesó, que vá vacio,Garay en esto viene navegando.En breve se encontró con el navio,Que estaba en una vuelta ya esperando:La noche se apresura, el viejo ApoloNos huye, y viene airado el grande Eolo.En un punto vereis que se levantaUn sur tan riguroso, que atormentaCon su grave furor cualquiera planta,Y fuera del lugar propio la abrenta.El Armada se afierra bien y planta,El bergantin del lado no se absenta,Con cabos, guindaletas amarrados,Estan todos del viento contrastados.El otro que esperando habia quedado,Cargado de mugeres, como vido,El cielo todo andar alborotado,Camina el rio arriba, y ha tenidoVentura en se mudar; que haber tardado,La carga hubiera toda sumergido:Mas no pudiera ser, que en el ArmadaJamas vide muger ser mal parada.En tanto que venia el sur bravoso,Huyendo con presteza su fiereza,El capitan Rui Diaz valerosoCaminaba el rio arriba sin pereza.Lloraran las mugeres sin reposo,Pensando ya fenece su belleza,Y que ha de ser á peces entregada,Y en vida só las aguas sepultada.Garay en una isla empantanada,Que dicen por renombrede la Espera,Tenia ya su gente rancheada;Del bergantin no sale gente fuera.La enojosa tormenta, pues, pasada,Al punto que la noche se viniera,Las balsas desamparan este puesto,Y oid lo que sucede, pues, de aquesto.Desta isla dó digo que salieronLas balsas, se atraviesa la corrienteDel rio, que Uruguay, indios pusieronPor nombre: tierra firme está de frente;Las balsas allá van, mas no pudieronLas olas contrastar, que no consienteLa fuerza del canal remo ni pala,Que todo lo abandona y lo desvala.El sur se ha levantado en este punto,Y hace que el canal ande alterado,El corriente con fuerza viene junto,Y el sur, lo que corre encontra, ha hinchado,¡Ay Dios! que en este punto yo barrunto,Que el dia de mi fin es ya llegado.La barca se nos iba trastornando,Las balsas todas siete trabucando.Al dia del postrer juicio figurabaAquel naufragio nuestro doloroso.Cual indio de la balsa se arrojabaPor ir nadando á tierra codicioso;Cual vuelve dó la balsa se anegabaEn busca del Señor que está lloroso.Las indias dicen todas que llamemosA nuestro Dios, pues todos perecemos.Los caballos ya sueltos van nadando.Y no tienen peligro, sino afierraEl cabo en parte alguna, que colgandoLe llevan por el agua hasta tierra.La barca sale en salvo, y descargandoLa ropa y aderentes de la guerra,En busca de las balsas torna á prisa,A donde todos andan sin camisa.El que es buen nadador, aunque con miedo,Al agua desnudandose se arroja:Quien no sabe nadar estáse quedo,Y en la balsa metido bien se moja.Mas ya yo de nadar hablar no puedo:La gente sale á tierra dó se aloja,Tendida por la fria y dura arena:Dejemoslos, que entiendan en su cena.

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