The Project Gutenberg eBook ofLa situacion de Puerto-Rico

The Project Gutenberg eBook ofLa situacion de Puerto-RicoThis ebook is for the use of anyone anywhere in the United States and most other parts of the world at no cost and with almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included with this ebook or online atwww.gutenberg.org. If you are not located in the United States, you will have to check the laws of the country where you are located before using this eBook.Title: La situacion de Puerto-RicoAuthor: AnonymousRelease date: January 20, 2013 [eBook #41884]Most recently updated: October 23, 2024Language: SpanishCredits: Produced by Carlos Colon, and the Online DistributedProofreading Team at http://www.pgdp.net (This book wasproduced from scanned images of public domain materialfrom the Google Print project.)*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK LA SITUACION DE PUERTO-RICO ***

This ebook is for the use of anyone anywhere in the United States and most other parts of the world at no cost and with almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included with this ebook or online atwww.gutenberg.org. If you are not located in the United States, you will have to check the laws of the country where you are located before using this eBook.

Title: La situacion de Puerto-RicoAuthor: AnonymousRelease date: January 20, 2013 [eBook #41884]Most recently updated: October 23, 2024Language: SpanishCredits: Produced by Carlos Colon, and the Online DistributedProofreading Team at http://www.pgdp.net (This book wasproduced from scanned images of public domain materialfrom the Google Print project.)

Title: La situacion de Puerto-Rico

Author: Anonymous

Author: Anonymous

Release date: January 20, 2013 [eBook #41884]Most recently updated: October 23, 2024

Language: Spanish

Credits: Produced by Carlos Colon, and the Online DistributedProofreading Team at http://www.pgdp.net (This book wasproduced from scanned images of public domain materialfrom the Google Print project.)

*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK LA SITUACION DE PUERTO-RICO ***

PROPAGANDA REFORMISTA

POR

UN PUERTO-RIQUEÑO

MADRID

1873

IMPRENTA DE J. NOGUERA Á CARGO DE M. MARTINEZ

calle de Bordadores, núm. 7

AL PAÍS

LA SITUACION

DE

PUERTO-RICO

LAS FALACIAS DE LOS CONSERVADORES

Y

LOS COMPROMISOS DEL PARTIDO RADICAL

POR

UN PUERTO-RIQUEÑO

MADRID

1873

IMPRENTA DE J. NOGUERA Á CARGO DE M. MARTINEZ

calle de Bordadores, núm. 7

Ocurre en estos instantes un hecho que no puede estrañar á los que conozcan algo la historia de la América española y estén al tanto de los recursos de que se valen los esclavistas y reaccionarios ultramarinos para sorprender y violentar la opinion pública de la Península; pero que parece como de encargo, para aumentar las confusiones y dificultades de la política española, y por consecuencia para comprometer á la patria en un camino de escollos y desastres.

Acaba de subir al poder el partido radical, que como partido digno de este nombre, tenia y tiene su credo perfectamente determinado, y cuya perfecta realizacion debia ser la esperanza de aquellos que á su exaltacion habian contribuido, así como el punto de referencia y el dato obligado de todas las observaciones y censuras de sus adversarios. Solo así la vida política es una cosa séria, y solo así pueden desenvolverse las opiniones y hacerse camino las reformas, sin sorpresas, violencias ni decepciones siempre perturbadoras en el órden de los intereses permanentes del país.

Entre los empeños del partido radical, uno era el de las reformas ultramarinas, y singularmente el de las reformas políticas y sociales en la isla de Puerto-Rico: y lo era, ya no solo por figurar en las filas del partido—y, dicho seade paso, en primera línea—un grupo bastante numeroso de hombres cuyos compromisos en la cuestion colonial eran y son notorios, sí que tambien por haber sido este punto concreto de la política española (así como el de la inteligencia de los derechos individuales y la soberanía nacional) uno de los temas de disidencia de los dos célebres manifiestos de 13 y de 15 de Octubre de 1871, que como todo el mundo sabe, sirvieron de base para la formacion de los partidos conservador y radical.

Triunfante éste, era llegado el momento de esperar la inmediata realizacion de las reformas de Puerto-Rico; y á esto, en buena lógica,—no haciendo un agravio al partido dominante—tenian que contraerse los esfuerzos de los devotos y las críticas de los enemigos.

Pero ¡oh sorpresa! Todo menos que esto hicieron los defensores delstatu quo, y toda su inteligencia y todos sus recursos se pusieron al servicio de estas dos ideas: primera, que el partido radical no estaba obligado por su historia ni por sus intereses, á hacer política radical en Ultramar; segunda, que existia en Puerto-Rico un desórden y amagaban tales conflictos que forzaban al radicalismo peninsular á buscar soluciones y apoyo en las doctrinas y en los hombres del partido conservador.

La primera parte de esta empresa era por todo estremo difícil. Cuantos de las cosas políticas se ocupan conocen bien los compromisos precisos, terminantes, ineludibles, del partido radical en la cuestion ultramarina. No era preciso remontarse al año de 1837 en que al ser expulsados,—sin razon ni motivo, y contra el voto de 65 progresistas, entre ellos D. Fermin Caballero, Vila, Diez y otros no menos respetables,—los representantes en Córtes, de las provincias de Ultramar, se levantaba D. Agustin de Argüelles á decir: «No condenamos á la isla de Cuba y al resto de esa grande monarquía que ha finalizado para nosotros, á un sistema absoluto, despótico... Yo quiero que sean (aquellos habitantes) tan felices como nosotros; no quiero que haya un solo ápice de diferencia entre ellos y nosotros, pero quiero que esta felicidad proceda por leyes análogas á susituacion y circunstancias;» vano deseo, protesta vana que dió de sí, por un lado, la promesa, consignada como letra muerta en la Constitucion de 1837, de lasleyes especialespor que se habian de regir las provincias de Ultramar, y, por otra parte, cerca de cuarenta años de absolutismo, de persecuciones y de opresion en las Antillas, que han tenido muy buen cuidado de recordar siempre los partidos conservadores, declinando toda la responsabilidad sobre el partido progresista.

Tampoco era menester acudir á las Constituyentes de 1855, en cuyo seno el Sr. D. Nicolás M. Rivero sostuvo una proposicion de ley para llevar las conquistas de la revolucion al otro lado de los mares; proposicion retirada bajo la formal palabra de los hombres de aquellos dias de que no tan solo se consignaria en las bases de la Constitucion el precepto de las leyes especiales, sino que para nuestras Antillas, se harian aquellas por las mismas Constituyentes, detenidas un instante ante el temor de la conspiracion de Pintó y las exageraciones de los sucesos de Cuba; recurso supremo á que han apelado siempre, para sostener elstatu quolos reaccionarios ultramarinos, los reaccionarios de interés y de corazon, convoz y votoen los períodos revolucionarios y con autoridad, tan evidente como perjudicial, entre sus mismos enemigos de la Península, gracias al pretexto de que en nuestras Antillas solo se ventila una cuestion nacional.

No se necesitaba tampoco recordar los discursos de las eminencias del progresismo en las Córtes de 1858 al 62; las elocuentes protestas de arrepentimiento del célebre banquete de los Campos Elíseos en 1864; el texto del manifiesto del partido progresista y el espíritu y la letra de todos los programas de la democracia, señaladamente el de 1865: documentos todos en que aparece, de un modo claro y perfecto, la voluntad de los dos bandos que luego, por la fuerza de las circunstancias, han venido á formar el partido que hoy impera en las esferas del poder, proclamando la personalidad del hombre, sus augustos destinos y susderechos naturales é imprescriptibles, y por tanto, los mismos é idénticos, ora en medio de la bravura de los trópicos, ora en las ardientes arenas del Africa, ora en el seno de las cultas y refinadas ciudades de la vieja Europa.

De más cerca son los compromisos, llevados ahora casi al detalle, porque la mayor comunicacion con nuestras provincias de Ultramar, la misma guerra de Cuba, el adelantamiento general de las ideas y la mayor cultura de nuestros hombres políticos—prescindiendo de otras causas—han hecho posible la inteligencia de muchas de las cuestiones coloniales, la distincion entre comarcas y comarcas y el presentimiento, cuando menos, de problemas antes ni sospechados, pero cuya trascendencia en el órden político interior de la Península no puede ocultarse á los que han visto cómo en nuestras Antillas se han creado las fortunas y robustecido las posiciones de ese centenar de soldados y ese grupo de burócratas, de sedientos banqueros é inverosímiles cuanto escandalosos potentados, base de los partidos reaccionarios de España é implacables verdugos de nuestros partidos liberales.

Ahí está la solemne declaracion del último Gobierno Provisional, en su Manifiesto de 25 de Octubre de 1868 á la Nacion, y que á la letra decia:

"De las ventajas y beneficios de la Revolucion gozarán tambien nuestras queridas provincias de Ultramar, que forman parte de la gran familia española y que tienen derecho á intervenir con su inteligencia y su voto, en las árduas cuestiones políticas, administrativas y sociales planteadas en su seno."

Ahí está el art. 108 de la Constitucion de 1869 que á la letra dice «que las Córtes Constituyentes reformarán el sistema actual del gobierno de las provincias de Ultramar,cuando hayan tomado asiento los diputados deCubaÓ DE PUERTO-RICO, para hacer estensivas á las mismas, con las modificaciones que se creyeren necesarias, los derechos consignados en la Constitucion;» artículo en cuya primitiva redaccion se habia suprimido la disyuntiva.

Ahí está el proyecto de Constitucion para Puerto-Rico, presentado á la Cámara por el ministro de Ultramar, don Manuel Becerra, y en cuyo preámbulo se leen estas elocuentes frases: «Aunque otros motivos más íntimos no tuviera la Madre Patria, bastaria el indicado (el órden y la fidelidad de la pequeña Antilla) para que volviendo sobre pasados errores procurase el olvido de injusticias anteriores con la reparacion solemne y pública de ellas, con el reconocimiento leal, á la vez que ilimitado, del derecho igual para todos los hijos de España, no solo por esta consideracion de índole política, sino por otra más poderosa, de carácter puramente humano: que allí donde existe un sér inteligente y responsable, se da el derecho como el único medio de manifestacion y vida propia, de comunicacion con sus semejantes, de realizacion, en fin, del destino individual y social que la Providencia ha marcado con indelebles caractéres á los hombres y á los pueblos.... Hoy que la provincia de Puerto-Rico ha expresado su voluntad y nos presta el concurso de sus delegados, fueraimpolítico, y sobre impolítico injusto, diferir por más tiempo el cumplimiento de solemnes compromisos, de reiteradas promesas, y ante todo de deberes ineludibles, que la España, que las Córtes Constituyentes, que el Gobierno, ni pueden, ni deben olvidar.»[1]

Ahí está el fallo de la Cámara que por 103 votos contra 13 desechó el particular del Sr. Romero Robledo que proponia que «se aplazase la deliberacion sobre el proyecto de Constitucion de Puerto-Rico, hasta que tomasen asiento los diputados cubanos, recomendando al gobierno la urgencia de que se procediese á hacer las elecciones en la isla de Cuba;» votacion[2]importantísima no solo por la materia sobre que recaia, si que tambien por haberse abstenido todos los diputados de procedencia conservadora, emitiendo sus votos solo los tradicionalistas y cuatro progresistas[3]y siendo quizá la primera vez que se rompia el pacto de los dos partidos gobernantes desde Octubre de 1868.

Ahí está laLey preparatoria para la abolicion de la esclavitud, presentada por el Sr. D. Segismundo Moret y votada por la Cámara Constituyente; ley en cuyo art. 21 se dice de un modo terminante: «El gobierno presentará á las Córtes cuando en ellas hayan sido admitidos los diputados de Cuba, el proyecto de ley de emancipacion indemnizada de los que queden en servidumbre, despues del planteamiento de la Ley preparatoria;» siendo de advertir que la condicion de la presencia «de los diputados de Cuba» se estableciapor acuerdo del autor de la frase, del ministro de Ultramar y de la comision que habia dado dictámen, en elsupuesto de que en la próxima legislatura habrian de estar los tales diputados, sin que su ausencia, en todo caso,pudiese detener la ejecucion de la ley en la legislatura próxima.[4]

Ahí está laLey de organizacion municipal, obra del señor don Nicolás M. Rivero, votada por las Constituyentes en Junio de 1870, y en cuya 4.ª disposicion transitoria se manda que «se aplique la ley desde luego á la provincia de Puerto-Rico con arreglo á los proyectos de Constitucion y de Ayuntamientos de la misma»—presentados por el señor Becerra—precepto hasta ahora no cumplido, para desdoro del poder soberano de la Metrópoli y agravio de la memoria de las Constituyentes.[5]

Ahí están las palabras con que D. Cristino Martos, que á la sazon ocupaba la presidencia de la Cámara saludó la entrada de los diputados de Puerto-Rico en las Constituyentes:

"Sea bien venido ese represente Sr. Vardes Linares, (el que acababa de hablar en la cuestion de los defensores de las Tunas, abogando porque se hiciese de Puerto-Rico una verdadera provincia española) con todos sus dignos compañeros. Que sepa que la Asamblea Constituyente, representante de la revolucion de Setiembre, acoje con placer su noble palabra y con gratitud la espresion de sus patrióticos sentimientos, y que ciertamente las Córtes soberanas de la nacion, lo mismo que el gobierno, han de responder á ese sentimiento de elevado patriotismo que aquí se expone en nombre de esa provincia, llevando allí tan pronto como sea posible las reformas liberales á que tiene derecho."[6]

Ahí están las frases del presidente del Consejo de ministros, de D. Juan Prim, en la misma sesion y con idéntico motivo:

"...Estén tranquilos los diputados por Puerto-Rico; tranquilíceseaquella hermosa provincia que yo aprendí á estimar cuando tuve el honor de mandarla como capitan general: yo que me llevé de aquel país un buen recuerdo, á mí recibieron allí con aprecio y benevolencia, y siempre les he correspondido yen cuanto de mi dependa, puedenestar seguros los señores representantes de Puerto-Rico que sus deseos serán satisfechos. En cuanto á las ideas políticas, estén seguros tambien los puerto-riqueños que de una manera completa y bien entendida quedarán satisfechas todas sus aspiraciones."

Ahí está el discurso pronunciado por el entonces ministro de Ultramar, D. Segismundo Moret, al terminarse las sesiones de las Constituyentes, y cuyas últimas frases fueron—contestando al diputado Sr. Padial, que preguntaba: ¿cómo se han de cumplir en lo sucesivo los arts. 108 y 109 de la Constitucion?

"La obligacion de hacer estensiva la Constitucion de la monarquía á las provincias de Ultramar y la de presentar una ley especial de gobierno para las islas Filipinas, es una obligacion constitucional que queda perfectamente definida y habrá de continuarse, lo mismo en este punto que en lo referente á la organizacion municipal en las futuras Asambleas que por el país se elijan; y lo mismo digo respecto á la cuestion de esclavitud. Esto me parece absolutamente fuera de toda duda, y solo por satisfacer á S. S. lo afirma ahora el Gobierno."

"...En resúmen, la Constitucion de Puerto-Rico queda para las Córtes próximas, y entre tanto, los derechos electorales están para siempre adquiridos en Puerto-Rico, pues no entiende el Gobierno que pueda haber elecciones generales sin que las haya tambien en aquella leal provincia. Y respecto de los demás puntos, en especial á la esclavitud, el Gobierno cree que sus compromisos no concluyen en esta Asamblea, sino que siguen y seguirán hasta que tengan completa satisfaccion."[7]

Ahí está el párrafo de la contestacion al Mensage de la Corona de Abril de 1871; párrafo debido, segun de público se dijo y nadie negó, á las reclamaciones de los señores don Nicolás María Rivero y D. Gabriel Rodriguez, presidente é individuo, respectivamente, de la comision nombrada para redactar el documento, y que á la letra dice: «Fatal legado del antiguo régimen, durante el cual fermentaron las pasionesrencorosas y se preparó la esplosion, es la guerra civil que arde en Cuba todavía; pero el Congreso de Diputados comparte con V. M. la esperanza de que pronto y dichosamente termine. La entereza del gobierno, el patriotismo, valor y sufrimiento de la marina, del ejército y de los voluntarios, la pericia de sus jefes y el constante ánimo de la nacion entera, contribuirán á este fin juntamente con la persuasion que ha de ganar al cabo la mente de los rebeldes, de que sometidos, alcanzarán las libertades que en vano quieren obtener por la fuerza. Su empleo estorba solo el cumplimiento de las promesas de la revolucion, las cualesno tardarán en cumplirse, como el Congreso desea, en la otra grande Antilla española, donde la paz no se ha turbado y donde el pleno goce de los derechos políticos y la abolicion de la esclavitud no han de influir en que se turbe.»[8]

Ahí está el manifiesto de 15 de Octubre de 1871, que sirvió de bandera al partido radical de la Península, firmado por catorce diputados de la pequeña Antilla, y que, con asentimiento (como era natural) de los prohombres del radicalismo fué llevado á Puerto-Rico, por los Sres. Baldorioty, Blanco y Sanromá, para que á su sombra peleasen, como pelearon en medio de las mayores contrariedades, los electores puerto-riqueños, y enviaran cuatro miembros, notables por su carácter y, su inteligencia y su palabra[9], á la oposicion radical del Congreso, y dos á la oposicion del Senado.[10].....«Extinguir á todo trance la rebelion de Cuba, y asegurar á toda costa la integridad nacional, sin hacer para ello concesiones que el honor de España no consiente ni transacciones que el patriotismo de nuestro partido rechaza; y una vez restablecida la paz, entrar para aquella islaen el camino de las reformas que la Constitucion de 1869 ha ofrecido libremente á nuestrosconciudadanosde Ultramary que hancomenzado á plantearse en Puerto-Rico, donde la tranquilad no se ha turbado y donde elcomplemento de estas reformas y la abolicion de la esclavitudno han deinfluir para que se turbe...: he aquí nuestro firme propósito.»

Ahí está el discurso pronunciado por el Sr. Rivero (actual presidente del Congreso y fundador de aquel célebre periódicoLa Constitucion, que desde el primer dia levantó bandera contra lasdos rebelionesde Cuba, antes del motin contra el Banco, la huelga de los cocheros y los fusilamientos del 28 de Noviembre de 1871 en la Habana) en el granmeetingtenido por el partido radical en el Circo de Price el 26 de Noviembre del año último, y donde decia:

"He sido llamado filibustero y republicano. Deseo ser bien comprendido por lo que respecta á esta materia, y hablaré sin reserva alguna á mis amigos políticos aquí reunidos. Señores, yo siempre he defendido el mismo principio, del cual jamás me desviaré. Es mi deseo que las colonias sean verdaderas provincias españolas, pero que el pabellon de Castilla ondee siempre en ellas. Siempre he defendido esto, y me tomo la libertad de observar que yo fuí el primero que levantó la bandera de la perfecta asimilacion de aquellas posesiones, en el sentido político y administrativo, con las demás provincias de nuestro país. Pero, señores, por la misma razon que amo á los habitantes de aquellas colonias como hermanos, quisiera verlos en el goce de las mismas libertades y los mismos derechos que aquí hemos conquistado con tanto trabajo: derechos y libertades que les son debidos porque les han sido prometidos y porque yo deseo que estén dispuestos á ser leales y verdaderos hermanos nuestros. (Aplausos.) Señores, yo no quiero esclavos. (Grandes aplausos.) Yo no quiero que mi país, no quiero que el país de Isabel la Católica, no quiero que la patria del P. Las Casas sea la última en arrancar de su seno este baldon de la humanidad. Mas si deseo para mis hermanos de las colonias la Constitucion y las libertades de España, nunca por mi parte, concurriré á que mi país conceda esa libertad y esa constitucion á los que nos las piden á balazos. (Aplausos.) Ha de ser don espontáneo de nuestras almas: acuerdo de los poderes públicos generosamente tomado. Sólo así, esto que nuestros padres conquistaron, que nosotros mismos hemos alcanzado á costa de tanta sangre, de tantas lágrimas, de tantas heróicas víctimas, les puede ser concedido."

Y el Sr. Martos añadia en la misma reunion entre los aplausos de las 12 mil personas que asistian á ella. «Somos llamadosfilibusterosporque queremos conceder reformas á nuestras posesiones coloniales, á Cuba, despues de haber hecho sentir á los rebeldes el peso de nuestras armas, y porque asimismo, somos favorables á la abolicion de la esclavitud, que es un insulto al siglo. Con más justicia podríamos nosotros apellidar á los que así nos hablan,negreros:»—palabras (de igual suerte que las del Sr. Rivero) de tanta importancia, como que fueron reproducidas en los despachos de Mr. Sickles, embajador de los Estados-Unidos, al Gobierno de su país, y de Mr. Layard al conde Granville, ministro de Negocios Extranjeros de la Gran Bretaña, en 28 de Noviembre de aquel mismo año.[11]

Ahí está la enmienda presentada (aunque no discutida) por los Sres. Sanromá (actual consejero de Estado) Pasaron y Lastra (actual vicepresidente del Congreso) Gomez Marin (actual subsecretario del ministerio de Ultramar), Moreno Portela (actual gobernador de Toledo), Alvarez Peralta, Molini y Anglada (actuales diputados á Córtes), como miembros de la oposicion radical en Mayo de 1872, al proyecto de contestacion al Mensaje de la Corona; Mensage notable por su absoluto silencio respecto de Puerto-Rico y por sus afirmaciones delstatu quoultramarino mientras durase la guerra de Cuba. «En tanto llega—decia la enmienda—el anhelado dia de la paz en la grande Antilla, la Cámara cree que deben cumplirse los compromisos de honor, contraidos por la revolucion de Setiembre llevando á Puerto-Rico las reformas á que se refiere el art. 108 de la Constitucion vigente y declarando abolida la esclavitud de los negros, conforme á las constantes escitaciones de los habitantes de aquella isla, preparada escepcionalmente para la solucion definitiva de su cuestion social.»[12]

Ahí está el discurso pronunciado en aquella misma legislatura por D. Manuel Becerra que decia.....

"¿Hay alguna razon para que no se lleven á Puerto-Rico las reformas que reclama con tanta justicia, despues de haberles dicho un dia y otro que sí, que serian tales españoles, que gozarian de los mismos derechos que nosotros, de los mismos deberes y de las mismas ventajas? Nosotros que por una malhadada idea los echamos del Congreso en 1837 á esos puerto-riqueños, que en una lucha con malas condiciones han dado sus soldados, y no sólo dieron soldados sino que el país quedó sin uno siquiera por que todosfueran á Santo Domingo á defender la bandera española con motivo de la guerra á que dió márgen la desdichada, la efímera anexion de 1861. Yo pregunto: si allí no hay guerra ¿por qué no llevais la Constitucion española modificada como requiere el estado de aquel país? ¿Por qué no pensais en abolir la esclavitud? ¿Qué inconveniente ofrece esto más que la indemnizacion? ¿Por qué no pensais en darles un Código Penal, del cual carecen?..... De suerte que todo de consuno, la conveniencia, la justicia nos aconsejallevar inmediatamentela reforma á Puerto-Rico. ¿Os parece, señores diputados, un escándalo el que Puerto-Rico tenga un Ayuntamiento? ¿Os parece escándalo que una poblacion de tal densidad y con tales condiciones viva sin Ayuntamiento? ¿Os parece que es este un buen sistema colonial? ¿Es este el sistema colonial de los ingleses, de los holandeses, de los portugueses, del Brasil? ¡Quedamos hoy, ó somos nosotros lasolaNacion que tiene la horrible mancha de la esclavitud, mancha que cae lo mismo sobre el oprimido que sobre el opresor!"[13]

Ahí está la prensa radical de Madrid en el momento de subir al poder el partido dominante.El Imparcialdecia el 3 de Julio:

"Sería chusco que el partido radical, sólo por imitar á los conservadores, que tanto han explotado las cuestiones ultramarinas para hacerles servir á sus fines en la Península; que el partido radical, decimos, no procediera respecto á aquellas provincias tal y como en sus manifestaciones ha dicho al país, así en el Parlamento como fuera de él, lo mismo por la voz autorizada de sus jefes en el poder y en la oposicion, que por los solemnes documentos que de vez en cuando se ha visto obligado á publicar."[14]

Y más tarde, el dia 4, añadía:

"Nosotros no hemos dicho por cuenta propia que no existe política radical para Ultramar.Es una opinion de los conservadores y del mismoDebatecuando asegura que allí no es posible hacer otra política que la española. La nuestra y la del colega son españolas y sin embargo,difieren en muchos puntos que no hay para qué nombrar ahora."

"Cuando ayer hablamos de la política ultramarina de nuestro partido, nos referimos á las declaraciones que el partido ha dirigido al país.Ahí están nuestros manifiestos, los programas de los gabinetes radicales. Las opiniones individuales que difieren en másó en menos del resto del partido, no constituye dogma en la iglesia radical."[15]

La Tertuliaen su número del 14 de Julio combatiendo á los que comoLa Discusion, temian que el gobierno retrocediese en la política colonial y á los que, comoEl Debate, le invitaban á entrar en sus aguas, decia:

"¿Duda nadie que nuestros hombres cumplirán sus compromisos y sus ofertas en puntos tan graves como las quintas, el jurado, el derecho de asociacion, etc. etc.? Pues ¡porqué ha de retroceder en la cuestion de Ultramar!!!....."

"Que dentro de un gran partido haya grados y matices, todo el mundo lo sabe, y esto prueba la riqueza del partido. Así, no es estraño que entre los radicales haya muchos que crean, sobre Ultramar, tal ó cual reforma preferible á esta ó la otra..."

"Se trata, por ejemplo, de la abolicion de la esclavitud. Muchos de nuestros amigos son partidarios de la abolicion inmediata, y otros de la lenta ó aplazada, todos empero, y este es el compromiso del partido,son defensores, no sólo de la abolicion, sino á comenzar desde luego á realizarla."

"Y hay más. Dentro del partido radical, como dentro de todos los partidos, caben hombres que no están en un todo y absolutamente de acuerdo con el programa ó el credo de la Iglesia, si bien aceptan ó defienden la mayor parte, la casi totalidad de sus artículos. No por esto los rechazamos; pero en cambio sostenemos que esos hombres no pueden tomar el nombre ni valerse de la autoridad del partido para realizar sus opiniones particulares.Un enemigo de las reformas, por ejemplo,sería imposible en el ministerio de Ultramar, como lo sería un partidario de las reformas políticas inmediatas en Cuba."[16]

El Universalescribia el 5 de Julio:

"... Precisa, por tanto fijar bien el estado de las cosas. Ni carantoñas, ni ladridos podrán conseguir del partido radical que renuncie á sus compromisos ni falte á su palabra. Nosotros tenemos un programa, y nadie, ni alto, ni bajo, puede faltar á él sin incurrir en nota que todos los hombres honrados miran con horror."

"Nadie puede alegar duda respecto de lo que hará el partido radical. Al aire tiene desplegada su bandera la víspera del 16 deJunio, y todo el mundo conoce su manifiesto programa del 15 de Octubre de 1871."

"En lo relativo á Ultramar es terminante."

"Extinguir á todo trance, etc... y que han comenzado á plantearse en Puerto-Rico, donde la tranquilidad no se ha turbado, y donde elcomplemento de estas reformas y la abolicion de la esclavitudno ha de influir en que se turbe."

"He aquí nuestros compromisos:"

"... Lo que se puede pedir, lo que hay perfecto derecho de pedir de nuestro partido, y por tanto al ministro actual, lo dice claro el párrafo que hemos copiado;y nosotros podemos afirmar, que á fuer de sincero y honrado el partido radical hará la reforma en Puerto-Rico y abolirá la esclavitud. Para esto ha subido al poder."[17]

La Naciondecia el 3 de Julio:

"... (Despues de copiar las palabras del Manifiesto de Octubre del 71.)"

"Pues bien, cuando tan terminantemente se consignan esos propósitos por un partido, ¿es justo abrigar sospechas sobre ellos? De ningun modo. Nosotros venimos sosteniendo constantemente la opinion deque si en Cuba no es posible intentar reforma alguna, en Puerto-Rico muy al contrario, estamos obligados á llevar aquellas á que se han hecho acreedores con su conducta sensata, y tan solemnemente les tenemos prometidas."

"Que fuera gran torpeza y notoria injusticia condenar á la menor de las Antillas á misma suerte que su vecina la isla de Cuba, por el solo hecho de su proximidad á la insurreccion. Esto, en vez de atraer culpabilidad sobre Puerto-Rico, es un timbre glorioso para los fieles borinqueños que no se contagian con la traicion de sus hermanos y que saben conservarse fieles á la madre patria."[18]

Ahí está la contestacion del Mensaje de la corona en las actuales Córtes. El del Congreso decia:

"Conseguido el propósito, pacificada la isla, salvo el honor, que ya no podrán estimarse las reformas ni motejarse la libertad como muestras de flaqueza ó complacencias exigidas y arrancadas, anhelan el Congreso y el gobierno que goce Cuba de libertades y derechos, cumpliéndose lealmente las solemnes promesas hechas por las Córtes Constituyentes."

"En la otra Antilla, donde la paz no se ha turbado, y donde elpleno goce de los derechos políticos y la abolicion de la esclavitud no han de influir en que se turbe, no tardarán sin duda, como el Congreso desea, en verse totalmente realizadas las promesas de la revolucion."[19]

El del Senado como sigue:

"Ese venturoso restablecimiento de la calma en la parte más considerable y feraz de la isla, permite esperar que en breve han de estenderse los beneficios de la paz á la escasa porcion de territorio agitada todavía por el furor de las bandas insurrectas, y que entonces, puestos á salvo de toda sospecha los generosos móviles del gobierno, será dado cumplir, sin nota de flaqueza, los solemnes compromisos de la revolucion."

"Parte de esta deuda está satisfecha ya con las acertadas reformas que, despues de salvar la crísis económica, han regularizado la administracion, introduciendo en ella escrupulosa moralidad."

"En más breve plazo podrá gozar de mayores ventajas la pacífica isla de Puerto-Rico, la cual, encerrada en los limites del deber por la sola fuerza de su lealtad, merece ver atendidas sin temor ni recelo sus justas aspiraciones, y conseguir que los poderes públicos, secundando la generosa conducta de sus habitantes, promuevan la abolicion de la esclavitud."[20]

Ahí están, en fin, los discursos del Sr. D. Manuel Ruiz Zorrilla; uno al terciar en el debate sobre las actas de Puerto-Rico; otro al resumir los solemnes debates de la contestacion del Mensaje en el Congreso. En el primero decia:

"La cuestion de Puerto-Rico es completamente distinta, y así lo han consignado el gobierno y la comision en el discurso de la corona y en la contestacion al mismo: aquí discutiremos lo que más convenga al bien de la patria y al reposo de este país tan perturbado, mirando si una medida prematura puede traer la pérdida deunos ó de otros intereses de los que debemos mirar con predileccion en las Antillas."

"Examinaremos las cuestiones de Puerto-Rico, oiremos á sus diputados; pero lo mismo acerca de esto que acerca de todo lo demás, voy á hablar con sinceridad, como mi conciencia me dicta; creo que así opinan mis compañeros de gabinete y la mayoría de ambos cuerpos colegisladores: todo lo que pueda perjudicar á la integridad del territorio, no lo hemos de hacer, ni lo hemos de proponer ni lo hemos de procurar nosotros; todo lo que pueda favorecer la integridad de la patria, nosotros lo hemos de hacer y proponer y procurar. Y encuanto al cumplimiento de las promesas que la revolucion ha hecho, hechas están, y los hombres que las votaron no han de decir que no quieren cumplirlas. Si creyeran que se habian equivocado, lo dirian; pero no lo creen, y están dispuestos á sostener y realizar aquellas promesas."

"Pero, ¿le parece al Sr. Sanromá que se puede marchar tan de prisa como S. S. desea? Pues qué ¿hemos hecho aquí todo lo que teniamos que hacer? ¿No está puesto en tela de juicio todo, desde la dinastía hasta la última conquista revolucionaria? Si esto es verdad, si los ánimos están agitados, si las conciencias no están formadas sobre multitud de asuntos; si las opiniones están divididas, y más que en nada en la cuestion de Ultramar, ¿no han de creer los amigos que piensan que allí nada se puede hacer, y los amigos que opinan que se puede hacer todo; no han de creer, contando con la buena fé y el liberalismo de este gobierno, que se han de conseguir estas dos cosas: para los unos la pacificacion de la isla, defendiendo la integridad del territorio; para los otros despues las reformas en las Antillas, recibiendo las bendiciones de los que hoy las pretenden, y convenciendo á los que hoy las combaten? (Aplausos.)"[21]

En el segundo discurso decia el Sr. Zorrilla, despues de hablar delstatu quoen Cuba, mientras durase la guerra:

"Y vamos á Puerto-Rico, que es la otra colonia. En Puerto-Rico, señores, éstos como los otros gobiernos de la revolucion, éste como los otros Congresos, han marcado siempre la diferencia que habia respecto de Cuba. Tomad los programas de los gobiernos; tomad los discursos de todos los oradores; tomad la contestacion al discurso de la Corona; tomad el proceder de todos los ministros, y vereis cómo siempre se han propuesto, cómo siempre se han trazado una marcha completamente distinta en la una y en la otra isla, en la una y en la otra provincia. Respecto de esto dije tambienterminantemente, en nombre de todos mis compañeros, que sosteniamos todas y cada una de las promesas hechas por la revolucion."

"Pero viene despues la segunda parte; y dicen los amigos, y dicen los partidarios de las reformas en más ó menos escala en aquella Antilla: "pero ¿y cuándo? porque esto lo han dicho todos los gobiernos, hasta los gobiernos moderados. ¿Y qué reformas son las que vais á llevar? porque esto lo necesitamos saber." Pues yo os digo, despues de haber tomado antecedentes de ministros de distintas opiniones, de unos oyéndolos de viva voz, de otros porque hay datos en el ministerio de Ultramar, que la cuestion de la esclavitud en la isla de Puerto-Rico es una cuestion fácil, es una cuestion sencilla, es una cuestion que se podrá realizar pronto; pero que no puede el gobierno, ni podia el gobierno, ni tenia nadie derecho á exigirle que cuando no hay una sola ley todavía empezada á discutir de las que ha presentado sobre la mesa á pesar de haber muchas ó algunas que le hacen falta, pusiera sobre todas la cuestion de la esclavitud en Puerto-Rico."

"Y viene una segunda cuestion, de la cual tambien hay antecedentes en el ministerio de Ultramar, sobre la cual ha discutido el gobierno, y sobre la cual tiene formada su opinion; y con esto contesto á los que el otro dia tradujeron, sin acordarse de mi carácter, sin reconocer mi franqueza, porque cuando no quiero decir una cosa me la callo, pero nunca digo lo contrario, á los que el otro dia creyeron que cuando yo decia: "estudiaremos todo lo que hay que hacer en Puerto-Rico," yo decia: "estamos lo mismo que hace diez años, estamos lo mismo que la víspera de la revolucion; estamos lo mismo que si aquí hubiera un gobierno que se propusiera que las Antillas estuvieran, en la situacion en que estaban hace veinte años." Hay, pues, una cosa importantísima que desean, que piden la mayor parte de los españoles de Puerto-Rico, y es el planteamiento de la ley de ayuntamientos. El gobierno ha de resolver tambien sobre esta cuestion, y el gobierno os ha de traer á las Córtes la resolucion que acerca de ella recaiga; pero estad seguros que aunque no sea más que para cargarse de mucha más razon y de mucho más derecho con los rebeldes de Cuba, ha de manifestar su gratitud, su cariño y su consideracion á los leales de Puerto-Rico. ¿Qué quereis que os diga esta noche? ¿Estos y estos artículos tendrá este proyecto de ley y el otro proyecto de ley? ¿Es esta la discusion en que estamos? ¿Hemos descendido á esto en ninguno de los párrafos de que se ocupa el discurso de la Corona?"

"Y despues de todo, si creeis que el gobierno tarda, si creeis que el gobierno no cumple sus promesas, ¿no teneis la iniciativa del diputado ó para escitar su celo, ó para escitar á la Cámarapara que cumpla las promesas que el gobierno no quiere cumplir?"

"No tengo más que decir sobre la cuestion de Ultramar. El párrafo del discurso de la Corona relativo á este punto es el que los individuos de todos los partidos votaron en las Córtes del año anterior, cuando existia el ministerio de conciliacion. Ese es nuestro programa; ese es nuestro pensamiento; eso fué lo que se dijo en el manifiesto del 12 de Noviembre, eso es lo que yo he dicho cuando se ha reunido el partido radical; eso es lo que yo dije antes del 15 de Octubre, y eso es lo que como hombres leales estamos dispuestos á cumplir. ¿Hay algo más de lo que yo os he dicho, porque exigen esta explicacion el estado de los ánimos y la importancia que á esta cuestion se ha dado en estos dias; hay algo más en el párrafo? Pues el gobierno está dispuesto á cumplirlo. ¿Hay algo menos? Pues ya sabeis lo que el gobierno ha agregado á lo que en el párrafo se dice."[22]

Tales son no solo los compromisos del partido radical en la cuestion de Puerto-Rico, sino las manifestaciones que los hombres más importantes del radicalismo han hecho, lo mismo en la oposicion que en las esferas del poder: comentario el más autorizado del Manifiesto de 15 de Octubre de 1871.

Pero es de notar el carácter gravísimo de estos compromisos, porque no han sido meramente contraidos á la ventura y entregados á los caprichos del aire; sí que aceptados solemnemente por un pueblo que ha obrado en su conformidad y tiene hoy un derecho incuestionable á su exacto cumplimiento.

El art. 108 era terminante: convocáronse los comicios puerto-riqueños y vinieron á la Metrópoli, abandonando sus intereses y arrastrando los peligros de una no corta navegacion, quince hombres, cuya llegada se esperaba únicamente parareformar el sistema de gobierno de las provincias ultramarinas—segun decia el art. 108 de esa Constitucion de 1869, queno habian hecho los representantes de Puerto-Rico, á pesar de las promesas del manifiesto del Gobierno Provisional. Y llegan esos hombres en Setiembre de 1869, ysi á los dos meses está presentado el proyecto de Constitucion en el Congreso por el Sr. Becerra (el 24 de Noviembre) á poco (el 24 de Enero) la comision del Congreso da dictámen sobre él y lo pone en la mesa para que el presidente—Ruiz Zorrilla—señale el dia de su discusion.

¡Y todavía el 21 de Febrero de 1870 presentaban los señores Romero Robledo, Figueroa, Navarro y Rodrigo, Barreiro, Merelles, Ayala y Alarcon una proposicion pidiendo que «se aplazase el deliberar sobre el proyecto de Constitucion de Puerto-Rico» en vista de las exposiciones venidas de Cuba; proposicion retirada á instancias del Sr. Figuerola, ministro de Hacienda, que convenia en acceder hasta cierto punto á los deseos del Sr. Romero Robledo, recomendándolos á la presidencia de la Cámara, que los hizo efectivos, á pesar de la protesta del diputado puerto-riqueño Sr. Padial![23]

Meses despues, la Cámara constituyente, desestimando el voto particular del Sr. Romero Robledo, declaraba la urgencia de la Constitucion puerto-riqueña; y sin embargo, á pesar de las reclamaciones de los diputados puerto-riqueños Sres. Becerra Delgado, Baldorioty y Hernandez Arbizu, autores de varias proposiciones, sostenidas por muchos diputados radicales y republicanos, y acogidas con buenas palabras por el Sr. Moret, á la sazon ministro de Ultramar, ante cuyas promesas de que los debates continuarian próximamente, eran retiradas las mociones, entablándose así un verdadero pacto; todavía Puerto-Rico, casi al año de haber acudido á los comicios, tenia que leer estas frases del Sr. Moret....[24]

"Pero, decís, han pasado ocho meses y no se ha hecho nada. Yo comprendo vuestra impaciencia, pero en este puesto, al oiros decir que han trascurrido ocho meses, casi me sonreia pensando en lo breves que son en la vida de los pueblos los meses y los años. Ocho meses para el que espera, para el que busca, para el que anhela, es ciertamente un plazo muy largo; pero ocho meses, despues de haber ganado la representacion nacional, no es un plazo estraordinario, sobre todo, si en ese tiempo habeis obtenido, mejordicho, habeis realizado una série de mejoras que me voy á permitir recordar á la Cámara!"

Y S. E. hablaba del presupuesto rebajado á 39 millones de 69; y de las leyes municipal y provincial, y del voto de la Cámara, contrario al particular del Sr. Romero Robledo; y decia:

"La Cámara ha decidido que es llegado el momento de aplicar las reformas á Puerto-Rico y al desechar el voto particular del Sr. Romero Robledoha aceptado en principio la Constitucion política para aquella isla; de modo que desde entonces el que ocupe este sitio, el que gobierne como el que administre para Ultramar, ya tiene un principio fijo y seguro á que atenerse. De hoy en adelante, las leyes de Indias, como la real órden de 1825, son letra muerta delante de esa afirmacion. Se podrá ir más ó menos de prisa, se podrá tardar más ó menos tiempo, pero el principio está aquí y los que gobiernen, como tienen que inspirarse en esta atmósfera, lejos de retroceder, habrán de llevar adelante las consecuencias de ese mismo principio. Verdad que esto no es todavía ley, pero es ya la jurisprudencia."[25]

Los diputados de Puerto-Rico aceptaron en aquella sesion que se aplazase para la próxima legislatura el debate sobre el proyecto de Constitucion. El Sr. Moret habrá visto despues, cómo los ocho meses han sido tres años, que la ley municipal no se ha aplicado, que las leyes de Indias rigen y que todo su discurso se redujo á buenos deseos y bellas palabras.

Pero vino la segunda legislatura: este era el momento prometido por el ministro de Ultramar para debatir el proyecto de Constitucion; la hora llegaba; los diputados de Puerto-Rico anhelantes y satisfechos estaban en sus puestos..... Pero es precisocoronar el edificio revolucionario; es indispensable elegir un rey. Despues de varias tentativas suena la candidatura del duque de Saboya.

Mas el partido conservador, la antigua Union liberal, apartada más ó menos visiblemente de los demócratas y progresistas desde el voto particular del Sr. Romero Robledo sobre la Constitucion de la pequeña Antilla, resiste. Comiénzanse los tanteos; iniciánse las conferencias; suavízanselas antipatías. Es posible; más aun, es fácil la reconciliacion..... á costa de la libertad de Puerto-Rico.

Búscase á los diputados de la pobre Antilla; preséntaseles la suerte difícil de la Patria; el momento es crítico; el porvenir de la Revolucion está comprometido; la Constitucion de Puerto-Rico será un hecho en otras Córtes... Es preciso ceder... Es necesario callar... Es indispensable el sacrificio de Desdémona.

Y el rey Amadeo es votado. Y sigue el absolutismo en la infeliz Borinquen. Y el ministro de Ultramar al cerrarse las Constituyentes dice solemnemente: «Queda para las próximas Córtes la Constitucion de Puerto-Rico... El Gobierno cree que sus compromisos no concluyen en esta Asamblea, sino que siguen y seguirán hasta que tengan completa satisfaccion.»[26]

¡Cómo el partido radical puede olvidar este supremo sacrificio!

Pero llegan las primeras Córtes ordinarias de 1871. Por un olvido inesplicable—muy parecido al de la Regencia en 1810—el Sr. Ayala deja de convocar los comicios puerto-riqueños al propio tiempo que los de la Península y hace imposible que los diputados de la pequeña Antilla vengan á la primera legislatura. Cúpole al Sr. D. Rafael M. de Labra, diputado á la sazon por Infiesto—Asturias—la honra de volver por los fueros de la representacion nacional y por el derecho de los habitantes de Puerto-Rico, en su proposicion de 10 de Julio de 1871, proposicion que llevó por vez primera á la Cámara española los vastos problemas políticos de Cuba, Puerto-Rico y Filipinas.

Mas al cabo los diputados puerto-riqueños vinieron en Setiembre; esto es, en los instantes en que despues de rota la conciliacion y entronizado el partido radical, los progresistas templados y los hombres procedentes de la Union liberal se concertaban para dar una batalla al gabinete Zorrilla en la votacion de presidente del Congreso. Los catorce diputados de Puerto-Rico—el décimo quinto era un conservador—no titubearon un momento; á pesar de las muchas quejas que los más tenian de la administracion del generalBaldrich en la isla y de no estar unidos con ningun vínculo personal ni político al partido radical.

Pero á él le llevaban sus ideas y sus patrioticas inspiraciones. Por esto si no pudieron estar con sus votos—todavía no habian sido aprobadas sus actas por el Congreso—al lado de Rivero, en la eleccion de presidente el 1.º de Octubre, con toda lealtad se pusieron en seguida de parte de los radicalescaidos, ocupando los escaños de la izquierda, con Ruiz Zorrilla y resistiendo quizá, sin un momento de vacilacion, tentaciones que hombres menos enérgicos y menos dignos hubieran estimado, pues que por los contrarios solo se trataba de lograr de ellos la abstencion en los asuntos particulares de los dos partidos contendientes.

¡Podrá olvidar nunca esto el partido radical de la Península!

Corren los dias; marcánse las tendencias; llega la hora de la organizacion de los partidos; es el momento de la redaccion de los dos célebres manifiestos. El de los sagastinos—así se llamaba—sometia la cuestion de Puerto-Rico, como todas las de Ultramar á la cuestion de Cuba. Era un criterio claro y distinto. El radical, al principio corria silencioso sobre este punto; y asínuncalo hubiesen firmado ni los diputados puerto-riqueños ni otros de la Península como los Sres. Labra y Rodriguez (Gabriel). Pero sí lo hicieron desde el momento en que se introdujo en él un párrafo espresivo sobre Ultramar, tomado de la contestacion al Mensaje de cuatro ó seis meses hacia. Y así el partido radical tuvo 14 soldados más—y soldados de valer—para la campaña de oposicion; para abstenerse con él en la cuestion de laInternacional, para con él votar sobre la ley de las asociaciones religiosas.

Y llega la disolucion de aquellas Córtes y la convocatoria de las segundas. Al comité central del partido son llamados los representantes—Sres. Blanco, Alvarez Peralta y Sanromá—del partido radical de Puerto-Rico. Y de allí sale una escitacion á los liberales puerto-riqueños, llevando por bandera el manifiesto de 15 de Octubre de 1871, y los electores de Puerto-Rico son perseguidos y derrotados por radicales y como radicales envian á la oposicion del Congreso los representantes de que se ha hablado, que con el partido luchan y votan y hasta convienen enseguir al partido al retraimiento, aun cuando eran hostiles á la idea, reservándose, empero, acudir á las Córtes si los conservadores planteaban la cuestion de las reformas ultramarinas, prevaliéndose de su ausencia.

Y sobreviene el inesperado cambio del mes de Junio de 1872. Sube al poder el partido radical, y los radicales de Puerto-Rico alzan bandera, pidiendo no los goces del mando, no la reparticion del presupuesto, sí que el cumplimiento exacto de los compromisos del partido y de las promesas legales de 1869 y 1870.

Y esto así ¿se comprende, que los enemigos encarnizados del partido radical se atrevan á sostener uno y otro dia que el radicalismo no está obligado á intentar reforma alguna, ni política ni social en la isla de Puerto-Rico? ¡Pues se atreven! Y llegan á más: llegan á afirmar con una frescura y un aplomo piramidales que los compromisos del partido son de no tocar alstatu quoen lapequeñaAntilla mientras no se resuelva la cuestion en Cuba! Y no es lo sorprendente que esto se diga por ciertos periódicos y ciertos hombres políticos que están en frente del partido dominante y que sin embargo, presumen de tal habilidad y tal elocuencia que piensan han de seducir y envolver á los radicales; lo extraño, lo peregrino, lo maravilloso es que haya radicales que por un solo momento se detengan en estas afirmaciones y estos consejos.

Bien es que las huestes del radicalismo triunfante no son las mismas que ayer figuraron en la oposicion ni de seguro, las que hayan de resistir compactas al ataque, el dia de la desgracia. Mas por lo mismo, conviene que se dividan los campos, se conozcan las caras, y se muestren las enseñas.

¡Ah! Uno de los graves errores del gran partido liberal de nuestra patria ha sido no comprender que los enemigos de la libertad en América eran los mismos que aquí en la Península odiaban la libertad. Morillo, Elío, Monteverde, Venegas, Calleja y casi todos los generales que pelearon en 1811 y 1820 en la América meridional contra los americanos,fueron los mismos, absolutamente los mismos, que aquí luego se ponian al servicio de los famososPersas, y escribian en el martirologio del liberalismo peninsular los nombres de Torrijos y el Empecinado.

Los mismos que en la regencia de Cádiz, en las Córtes de 1810, y en las dos legislaturas de 1821 y 22 se opusieron á la libertad mercantil en América, á la abolicion del tráfico negrero, á la estension de la Constitucion gaditana al Nuevo Mundo, á la supresion de ciertas gabelas y ciertos monopolios contra los que sin cesar, y desde el primer dia, protestaron los diputados americanos, fueron los mismos que aquí trabajaron luego por la ruina del bando liberal, haciendo traicion, como Lardizábal, á los hombres de Cádiz ó echando, como Toreno, las bases del partido moderado.

¡Ah! Es que no hay nada más incontrastable que la lógica de las ideas y el correr de las cosas necesarias. Es que, como decia el gran Lincoln al decretar la emancipacion de cuatro millones de negros:¡Un pueblo no puede ser mitad libre mitad esclavo!Es que Dios no permite, ni á pueblos ni á individuos, el pleno goce de la libertad si antes no hacen en su altar el sacrificio de la tiranía: testigo Polonia: testigo Italia.

Por eso ¡ay! del partido radical si hoy que está solo en el poder, hoy que asume todas las responsabilidades, hoy que tiene en su mano la gloria de la patria, por frívolos pretestos ó por miedos pueriles niega su dogma delos derechos naturales, en América: ¡ay! si por respetos inesplicables, tal vez por consideraciones torpes y menguadas á un puñado de hipócritas que quizás han buscado los pliegues de su bandera para resguardarse del huracan revolucionario y adquirir fuerzas para el negro dia de las traiciones y de las venganzas, retrocede en el camino á que la voz de sus deberes le llama y olvida la palabra de guerra con que comprometió en tres luchas, en los comicios puerto-riqueños, á los habitantes de una isla que siempre ha pagado tributo y enaltecido con su propio ejemplo, la clásica lealtad española!!

Pero si hubiera alguna duda de esta forzosa cuanto natural intimidad de los intereses de la reaccion allende y aquende los mares, desaparecia para todo observador un tanto avisado, reparando lo que ha surgido en Madrid desde el instante en que los reaccionarios y esclavistas ultramarinos han llegado á entrever que el gobierno radical persistia en cumplir los solemnes compromisos á que viene obligado.

Desde aquel momento se ha comenzado un enérgico llamamiento á todas las fuerzas políticas y sociales en contra de la actual situacion política. Cierto que los voceadores han puesto todo su empeño en quitar al movimiento un carácter político bien pronunciado, y hasta se han atrevido á afirmar que la protesta que hacian contra los presumidos proyectos del Gobierno era estraña á todo interés de partido. Se trataba, segun ellos, de unacuestion nacional; se trataba de un interés superior á los esclusivos de los diferentes bandos que pretenden la direccion de los destinos del país, y quizá más el monopolio de las satisfacciones y los provechos del poder; se trataba, en una palabra, de la integridad nacional, de esa causa que nos lleva costados 60 millones de pesos y sobre setenta mil soldados, mas por la que estamos dispuestos á hacer todo género de sacrificios, sin discutir las condiciones ni la cantidad.

Harto se comprende la intencion del propósito. Este es el instante de allegar fuerzas, de obtener prosélitos. Es preciso que el honrado agricultor de Castilla, ó el fabricante de Cataluña, ó el paisano de Asturias y Galicia no recuerden al hacer su viaje y prestar su cooperacion, respondiendo alclamorque se dicede la lealtad, cuales son sus compromisos en el órden político de la Península y que de reflexion en reflexion, vengan á caer en que es imposible, es moralmente imposible, ser liberal en esta tierra para prestar ayuda al absolutismo, cien leguas más allá, y que no cabe en la armonía de las cosas sociales que el mismo que aquí ha protestado contra los señoríos, la mano muerta, el régimen de los Borbones y la intolerancia religiosa, sea el que con entusiasmo ampare y defienda en un mundo nacido por la libertad y predestinado á la democracia, la ley de sospechosos, la confiscacion y la esclavitud. Para evitar esto nada como un llamamiento á las pasiones, que no permiten la calma ni el juicio; nada como una invocacion potente al sentimiento nacional.¡España está en peligro!Volad en su ayuda, heróicos almogávares, soldados de Cortés, defensores de Zaragoza, hijos del Cantábrico, voluntarios de Ceniceros, de Bilbao y de Madrid!!

¡Pero notadlo! En este instante ¿quiénes toman la direccion del movimiento? ¿Acaso los hombres del partido liberal? ¡Oh! no; los personajes del antiguo régimen; los dinásticos dudosos del partido constitucional; los jefes del ministerio poco hace caido por sus violencias sobre la máquina electoral, por el convenio de Amorevieta y por su deseo vehementísimo de gobernar al país con el sable y el calabozo, mediante la suspension de las garantías individuales. ¡Y sobre ellos un grupo de comerciantes de Bilbao, de Barcelona, de Santander, de Cádiz, de Sevilla, de Valencia, que recuerdan á aquellos comerciantes de Cádiz de 1810 que consiguieron de Lardizábal que retirase el decreto sobre libertad de comercio de los reinos de América para que ellos pudiesen continuar sus monopolios, aunque dos años más de intolerancia mercantil nos hicieran perder las vastas provincias del Nuevo Continente, la víspera de ser forzados por la ley inescusable del tiempo, á reconocer esa libertad tan combatida y tan calumniada en las islas de Puerto-Rico y Cuba!

¿Qué quiere decir esto?

Que no, no es verdad que el partido radical pueda ser indiferente á las reformas ultramarinas. Aun cuando no tuviera compromisos perfectamente definidos, sobre su voluntad estaría la naturaleza de las cosas. Lo semejante llama á lo semejante.

Vedlo sino. Dudad un momento de que el partido radical caiga en el lazo; pues se organiza la resistencia como se debe organizar: cada hombre va á su puesto, al puesto que le tienen designado sus antecedentes y sus intereses. Y la lucha toma el carácter que debe tener: la lucha de la reaccion contra la libertad.

Suponed que el partido radical titubee, buscando pactos con la conciencia; suponed que el partido radical retroceda...; pues en seguida volverán esos elementos y esos hombres á buscar refugio en los pliegues de la bandera nacional, para ejercer desde allí su influencia en la marcha de la Revolucion, para fortalecerse y buscar la oportunidad de caer sobre estos pobres revolucionarios que no habian sabido mas que despedir á una reina que nadie se habia cuidado de amparar; reina de los favores y señora de los banquetes, viuda del dolor y solitaria de la desgracia.

Pero si son asombrosos—por lo audaces y lo inverosímiles—los esfuerzos de los reaccionarios y esclavistas para convencer al partido radical de que sus compromisos están por la reforma ultramarina y su interés no corre pareja con el de la libertad en América (lo cual no obsta para que por admirable coincidencia los periódicos que aquí más defienden elstatu quoultramarino, y cuya vida se refiere más ó menos á la vida del esclavismo americano sean precisamente los que en el órden de la política peninsular más enérgica oposicion hacen al partido que domina)[27]; pero ni causa maravilla el empeño de estas gentes en convertir lo blanco en negro y lo negro en blanco, fiando lo que no es decible en la bondad, por ellos tan reida, del antiguo progresismo; ni es menos digno de particular mencion el trabajo que ponen en violentar la realidad de los hechos y sorprender la opinion pública para que en la Península se crea que todo lo que ocurre en Puerto-Rico es una razon bastante para que el hombre político más atrevido aparte la mano delmajestuosoedificio delstatu quocolonial.

No es el fenómeno nuevo. Hace poco más de año y medio los pacíficos habitantes de la coronada villa fueron sorprendidos, bien de mañana, por el descompuesto vocerío y la escandalosa movilidad de una turba de muchachos que gritaban: «¡¡¡La revolucion de Puerto-Rico, La revolucion de Puerto-Rico!!!» y repartian un papel en que se leia:

"El gobierno debe saber que nuestro ejército ha sido atacado en la capital de Puerto-Rico al grito de¡Muera España!de cuyas resultas hay que lamentarcuarenta y cincovíctimas; y no contentos con esto los que quieren difundir la alarma (!!!) y borrar á esta Antilla del mapa nacional, al dia siguiente reproducen con mayor fuerza y mayor cinismo sus gritos separatistas, sus actos de rebelion y sus ataques al ejército que al grito de¡viva España!atacóá los insurrectos, reproduciéndose otras víctimas en número deochenta y dos. El gobierno debe saber que un invicto español, oficial de voluntarios, al caermortalmente herido, supo gritar¡viva España!y se vió contestado por quien debia secundar este grito con un¡Eso no, la ley!que pudo ocasionar sabe Dios si la desolacion y la muerte de los que en nombre de nuestro pabellon representan el órden y la autoridad."

"El gobierno debe saber que fuera de la capital, en Rio Piedras y otros puntos han sidodesarmados por los rebeldes algunos guardias civiles; el gobierno debe saber que sehan dado licencias para que puedan armarse los habitantes de la isla, y con ello están entregadas armas para que los enemigos de la integridad del territorio logren, sin presumirlo, el poder separar de España esa isla y ayudar en Cuba á los rebeldes, que con este auxilio tienen ya un nuevo punto de apoyo y el gobierno español una lucha doble con el filibusterismo en armas. ¿Sabe el gobiernoque han circulado, sin que la autoridad se aperciba, ó si se apercibió sin poner correctivo, terminadas las elecciones, por todo el litoral personas aptas sin duda y en condiciones personales para poder hablar contra España y á favor de derechos á la nacionalidad funestos? ¿Sabe el gobierno si la rebelion ha sido capitaneadapor algun cabo ido ad hocde la Península? Si sabe todo esto y lo ha tolerado y parece dispuesto alstatu quohasta Octubre, por razones que su alta política personal comprenda, el gobierno está juzgado."[28]

La señal estaba dada. Desde aquel momento todos los periódicos que en Madrid tenian el cargo de servir los intereses de los reaccionarios ultramarinos comenzaron á reproducir y comentar las horribles nuevas de la hoja volante, que, en efecto, consiguió que las gentes se alarmasen y brotase el deseo universal de conocer lo que habia pasado en Puerto-Rico.

La Epoca, la conservadora y autoritariaEpoca, habia dicho pocos dias antes bajo la firma de su corresponsal de la pequeña Antilla:

"Los leales son menos que los laborantes y aunque estén dispuestos á todo no pueden contar con el apoyode la autoridad(el general Baldrich)que con sus actos protege á los separatistasy tiene la insensatez de decir que allí no hay más insurrectos que los españoles y que fusilando á dos docenas él conseguiria que la isla quedase completamente tranquila. Tanta obcecacion, tanta infamiaparece mentira que quepa en el pecho de un general español."[29]

PeroEl Debateno se habia quedado en zaga. Su corresponsal le escribia desde San Juan de Puerto-Rico:

"La Internacional se halla entre nosotros. Numerosos agentes han invadido la isla y empezado á predicar el reparto de bienes, el odio á España, á la monarquía y á la religion. Dícese que los filibusteros é internacionalistas han hecho un pacto de auxilios mútuos...Los propietarios están haciendo inmensos esfuerzos para liquidar en parte sus bienes ya que por las circunstancias no puedan otra cosa y marcharse á Europa.El valor de la propiedad ha bajado extraordinariamente. Haciendas que producen 15.000 duros anuales he oido que se ofrecen por 100.000 á plazo."[30]

Así preparado el terreno—y cuenta que los reaccionarios y esclavistas no dejan de la mano el propósito que tienen,—la hoja volante de mediados de Agosto debia producir efecto.La Epoca,El Tiempo,El Debate... todos los periódicos delstatu quorepitieron el grito de alarma. «Nuestras predicciones se han cumplido—deciaEl Debatedel dia 16—la sangre ha corrido en abundancia por las callesde Puerto-Rico.» Y aquí de las protestas, de las amenazas, de los recuerdos terribles. ¡Oh! aquello era para imponer al mismo Convidado de piedra. Así queLa Correspondenciaprimero y luego la prensa ministerial comenzaron tímidamente á poner reparos y pedir tregua para inquirir la verdad de los hechos. Pero entonces gritaba con más furiaEl Debate:

"El ejército español ha sido víctima de traidoras celadas de los traidores y alevosos que pueblan la isla: el ejército español se ha visto, como los voluntarios y muchos leales españoles, atropellado, insultado y maltratado en la pequeña Antilla.La prensa ministerial no lo niega.Los hechos están, pues, reconocidos."

Verdaderamente la cosa era séria. La cuestion de Cuba palidecia ante este conflicto. Corríamos un peligro colosal. Quizá habia llegado el momento de exclamar:caveant consules.

Pero corrieron los dias... Y se supo que todo habia sidola derrota pacífica y ordenada de los conservadores en las urnas electorales. A lo sumo, un pequeño motin ocurrido en la capital de la isla (esto es, donde los conservadores tienen toda su fuerza y el gobierno todos sus soldados y sus medios de accion) dos ó tres semanas despues de las elecciones; y que el voluntario que se suponia heridomortalmentehabia recibido solo un palo y que no habian ocurrido bajas de ninguna especie y que el grave ataque dado al ejército español y á los voluntarios habia consistido en unas cuantas pedradas tiradas no se sabe por quién (el gobierno sí lo sabe porque tiene el parte detallado del general Baldrich) á un batallon de hombres armados hasta los dientes.

La falsedad de las noticias quedó, por lo tanto, absolutamente demostrada. Pero esto no obstó para que los enemigos de las reformas consiguieran dos cosas: la primera, dejar en el espíritu de la multitud, que no se ocupa de los asuntos políticos sino bajo la fé de los rumores y las conversaciones públicas, la impresion de que en Puerto-Rico habian sobrevenido disgustos y complicaciones á consecuencia de las reformas (porque al derecho electoral y á la libertad de imprenta se atribuyeron los sucesos de Julio de 1871) y bajo la administracion radical. La segunda, que se minase la autoridad del general Baldrich hasta el punto de conseguir su relevo de la capitanía general de Puerto-Rico.

Debian ya conocer los reaccionarios que el camino que emprendian era de seguro efecto. Medio año antes lo habian andado, tomando por objetivo al Sr. D. Cárlos de La Torre, capitan general de Filipinas. Disgustábales lo que no es decible la administracion de esta autoridad de la Revolucion. De repenteLa EpocayEl Debate,La EsperanzayEl Pensamiento Españolprincipian á hablar de perturbaciones y conflictos revolucionarios en Filipinas. No habia llegado el correo: no existia entonces telégrafo: nadie podia saber por dónde ni cómo se habia recibido la noticia. Pero los rumores crecian: los comentarios iban en aumento: el general La Torre era atacado: pedíase al general Prim la separacion de éste, aunque los que lo solicitaban no se atrevian á acceder á los deseos del conde de Reus pidiendo la separacion por escrito y bajo su firma... Pero llega la Mala.No habia sucedido nada.—Esto no obstante, mes y medio ódos meses despues estaba relevado el capitan general don Cárlos María de La Torre.

Pues bien, ahora no se ha hecho más que seguir igual conducta. Han comenzado las noticias de efecto y han seguido los sueltos y los artículos de sensacion: pero desde el principio al fin no se ha abandonado un instante el camino de las falsedades.


Back to IndexNext