[239]Equivalen a los que llamamos cónsules al presente, pues cada nación, y aun a veces una ciudad, tenÃan al parecer su compañÃa de comercio.
[239]Equivalen a los que llamamos cónsules al presente, pues cada nación, y aun a veces una ciudad, tenÃan al parecer su compañÃa de comercio.
[240]Náucratis era, según se dice, colonia de Mileto, si bien no consta la época de su fundación. En cuanto a los emporios privilegiados, es difÃcil de resolver si son más ventajosos que perniciosos al bien público.
[240]Náucratis era, según se dice, colonia de Mileto, si bien no consta la época de su fundación. En cuanto a los emporios privilegiados, es difÃcil de resolver si son más ventajosos que perniciosos al bien público.
[241]Nos es extraño que los de Delfos fuesen tan cargados en el reparto, pues sin la fatiga de cultivar sus riscos, vivÃan a expensas del templo, y aun quizá se enriquecÃan, como sucede con los cuestantes, con lo que recogÃan para su reedificación.
[241]Nos es extraño que los de Delfos fuesen tan cargados en el reparto, pues sin la fatiga de cultivar sus riscos, vivÃan a expensas del templo, y aun quizá se enriquecÃan, como sucede con los cuestantes, con lo que recogÃan para su reedificación.
[242]Ciudad de la isla de Rodas.
[242]Ciudad de la isla de Rodas.
[243]Parece que Heródoto fue mal informado acerca de la prosperidad del reinado de Amasis, pues mal conviene su narración con las predicciones de los profetas, con el saqueo de Nabucodonosor, y con la de Jenofonte de que Ciro, contra quien Amasis se habÃa coligado con Creso, se apoderó del Egipto.
[243]Parece que Heródoto fue mal informado acerca de la prosperidad del reinado de Amasis, pues mal conviene su narración con las predicciones de los profetas, con el saqueo de Nabucodonosor, y con la de Jenofonte de que Ciro, contra quien Amasis se habÃa coligado con Creso, se apoderó del Egipto.
[244]Es más verosÃmil que la expedición de este rey contra el Egipto fuese motivada por la sublevación de Amasis, antes feudatario de la Persia, o por haber conquistado Ciro el Egipto, o por ser este paÃs desde Nabucodonosor dependencia del imperio babilonio.
[244]Es más verosÃmil que la expedición de este rey contra el Egipto fuese motivada por la sublevación de Amasis, antes feudatario de la Persia, o por haber conquistado Ciro el Egipto, o por ser este paÃs desde Nabucodonosor dependencia del imperio babilonio.
[245]No obstante estas dos razones, de las cuales una estriba en la suposición arbitraria de que un monarca persa no pudiera contraer matrimonio legÃtimo con una princesa extranjera, y la otra nada prueba porque se responde por la cuestión, se ve en Ateneo que dos historiadores de mérito, Dinón y Linceas, hacen a Cambises hijo de Nitetis.
[245]No obstante estas dos razones, de las cuales una estriba en la suposición arbitraria de que un monarca persa no pudiera contraer matrimonio legÃtimo con una princesa extranjera, y la otra nada prueba porque se responde por la cuestión, se ve en Ateneo que dos historiadores de mérito, Dinón y Linceas, hacen a Cambises hijo de Nitetis.
[246]Esta raza de gente, más astuta y fiel en palacio que intrépida y avisada en las expediciones de guerra, era reputada, según Jenofonte, en las cortes bárbaras, por la más apta y adicta al servicio de los soberanos, de cuyo favor únicamente dependÃa, viéndose despreciada y aborrecida de los demás hombres.
[246]Esta raza de gente, más astuta y fiel en palacio que intrépida y avisada en las expediciones de guerra, era reputada, según Jenofonte, en las cortes bárbaras, por la más apta y adicta al servicio de los soberanos, de cuyo favor únicamente dependÃa, viéndose despreciada y aborrecida de los demás hombres.
[247]Las dos ciudades de Caditis y Yeniso, de que no habla ninguno de los autores antiguos, oscurecen la descripción geográfica de un terreno exactamente conocido, cual es la Siria palestina o costa de los filisteos, que empieza desde la Fenicia y continuaba hasta Egipto siguiendo de norte a mediodÃa. Tal vez será Caditis no Jerusalén, sino la Gat de los filisteos, y Yeniso será Rafia, distante tres jornadas del monte Casio. Los emporios que cita eran los varios puertos de la Pentápolis de los filisteos.
[247]Las dos ciudades de Caditis y Yeniso, de que no habla ninguno de los autores antiguos, oscurecen la descripción geográfica de un terreno exactamente conocido, cual es la Siria palestina o costa de los filisteos, que empieza desde la Fenicia y continuaba hasta Egipto siguiendo de norte a mediodÃa. Tal vez será Caditis no Jerusalén, sino la Gat de los filisteos, y Yeniso será Rafia, distante tres jornadas del monte Casio. Los emporios que cita eran los varios puertos de la Pentápolis de los filisteos.
[248]Da el nombre de Siria al desierto que cae entre el Egipto y la Idumea, confinante con la tribu de Judá, comprendiendo bajo aquel nombre el mencionado camino de tres jornadas.
[248]Da el nombre de Siria al desierto que cae entre el Egipto y la Idumea, confinante con la tribu de Judá, comprendiendo bajo aquel nombre el mencionado camino de tres jornadas.
[249]Era este árabe un prÃncipe idumeo, reinante en la Arabia Pétrea. Los idumeos descendientes de Esaú, vasallos antes del reino de Judá, gobernados por una especie de virrey y después de siglo y medio sublevados, se mantuvieron independientes, y en tiempo de la cautividad babilónica se hicieron tan poderosos, que si creemos a Heródoto, tenÃan bajo su dominio los puertos y emporios de los filisteos, sin reconocer por dueños a los persas, que lo eran ya de Babilonia. La fe en los tratados era ciertamente una de sus virtudes caracterÃsticas.
[249]Era este árabe un prÃncipe idumeo, reinante en la Arabia Pétrea. Los idumeos descendientes de Esaú, vasallos antes del reino de Judá, gobernados por una especie de virrey y después de siglo y medio sublevados, se mantuvieron independientes, y en tiempo de la cautividad babilónica se hicieron tan poderosos, que si creemos a Heródoto, tenÃan bajo su dominio los puertos y emporios de los filisteos, sin reconocer por dueños a los persas, que lo eran ya de Babilonia. La fe en los tratados era ciertamente una de sus virtudes caracterÃsticas.
[250]Por su Dioniso entendÃan el sol, por Urania la luna. El estado de ignorancia en que estaban sumidos los árabes no me permite detenerme en sus dioses planetarios y en los que colocaban en las estrellas fijas, en sus ángeles medianeros, y en su magia y sabianismo.
[250]Por su Dioniso entendÃan el sol, por Urania la luna. El estado de ignorancia en que estaban sumidos los árabes no me permite detenerme en sus dioses planetarios y en los que colocaban en las estrellas fijas, en sus ángeles medianeros, y en su magia y sabianismo.
[251]En el bajo Egipto suele muchas veces llover en invierno y alguna vez nevar. En el alto Egipto, en especial cerca de las cataratas, es extraordinaria, aunque no cosa nunca vista, una lluvia seguida y continua, que es lo que significa el texto; pues en cuanto al rocÃo, es allà copioso cuando baja crecido el Nilo.
[251]En el bajo Egipto suele muchas veces llover en invierno y alguna vez nevar. En el alto Egipto, en especial cerca de las cataratas, es extraordinaria, aunque no cosa nunca vista, una lluvia seguida y continua, que es lo que significa el texto; pues en cuanto al rocÃo, es allà copioso cuando baja crecido el Nilo.
[252]Polieno dice que los egipcios que estaban de guarnición en la fuerte plaza de Pelusio, dieron paso a los persas por no hacer daño a una gran tropa de perros y gatos y otros animales tenidos en Egipto por sagrados, que Cambises hacÃa marchar al frente de sus tropas.
[252]Polieno dice que los egipcios que estaban de guarnición en la fuerte plaza de Pelusio, dieron paso a los persas por no hacer daño a una gran tropa de perros y gatos y otros animales tenidos en Egipto por sagrados, que Cambises hacÃa marchar al frente de sus tropas.
[253]Estas tiaras, aunque hechas de fieltro o lana tupida, creo serÃan más semejantes en su forma a los turbantes asiáticos que a los sombreros con alas. En cuanto a la fragilidad de los cráneos persas, menos influirÃa en ella el turbante que el clima del Asia meridional; por lo cual se ve todavÃa en los cementerios resolverse pronto en ceniza blanca un cadáver asiático, al paso que un europeo se deshace más tarde y en ceniza negra, como se observa en las Filipinas.
[253]Estas tiaras, aunque hechas de fieltro o lana tupida, creo serÃan más semejantes en su forma a los turbantes asiáticos que a los sombreros con alas. En cuanto a la fragilidad de los cráneos persas, menos influirÃa en ella el turbante que el clima del Asia meridional; por lo cual se ve todavÃa en los cementerios resolverse pronto en ceniza blanca un cadáver asiático, al paso que un europeo se deshace más tarde y en ceniza negra, como se observa en las Filipinas.
[254]En el reinado de Artajerjes Longimano, Inaro, prÃncipe de la Libia, puesto al frente da los egipcios sublevados, y asistido por los atenienses, dio a los persas una batalla en que pereció Aquemenes, tÃo del rey, con 100.000 soldados. El resto de los persas se fortificó en Menfis, donde estuvieron tres años sitiados por Inaro, hasta que viniendo en su socorro Megabizo con un nuevo ejército, derrotó a este, obligándole a retirarse a Biblo y a rendirse poco después. El infeliz Inaro fue crucificado en Susa contra la fe de las capitulaciones: pero el egipcio Amirteo, después de haberse retirado con algunos de los suyos a los pantanos inaccesibles, y reinado en ellos pacÃficamente con el auxilio de los atenienses, salió de sus lagunas, y no solo recobró todo el Egipto, sino que coligado con los árabes dio en Fenicia una batalla a los persas en la cual fue derrotado, y no se sabe si muerto también. Los persas dieron después a su hijo Pausiris el reino de Egipto.
[254]En el reinado de Artajerjes Longimano, Inaro, prÃncipe de la Libia, puesto al frente da los egipcios sublevados, y asistido por los atenienses, dio a los persas una batalla en que pereció Aquemenes, tÃo del rey, con 100.000 soldados. El resto de los persas se fortificó en Menfis, donde estuvieron tres años sitiados por Inaro, hasta que viniendo en su socorro Megabizo con un nuevo ejército, derrotó a este, obligándole a retirarse a Biblo y a rendirse poco después. El infeliz Inaro fue crucificado en Susa contra la fe de las capitulaciones: pero el egipcio Amirteo, después de haberse retirado con algunos de los suyos a los pantanos inaccesibles, y reinado en ellos pacÃficamente con el auxilio de los atenienses, salió de sus lagunas, y no solo recobró todo el Egipto, sino que coligado con los árabes dio en Fenicia una batalla a los persas en la cual fue derrotado, y no se sabe si muerto también. Los persas dieron después a su hijo Pausiris el reino de Egipto.
[255]Antiguamente los persas veneraban el fuego, si como dios o como imagen de la divinidad se ignora; pero se sabe que entre varios pueblos orientales quedó pura por algún tiempo la religión después del diluvio. Por lo tocante al dios fuego de los egipcios, no se puede dar una idea más grosera de una divinidad que la descrita por Heródoto; y aunque el vulgo se explicase asÃ, los sacerdotes no venerarÃan en el fuego material otro numen que su Hefesto o Vulcano.
[255]Antiguamente los persas veneraban el fuego, si como dios o como imagen de la divinidad se ignora; pero se sabe que entre varios pueblos orientales quedó pura por algún tiempo la religión después del diluvio. Por lo tocante al dios fuego de los egipcios, no se puede dar una idea más grosera de una divinidad que la descrita por Heródoto; y aunque el vulgo se explicase asÃ, los sacerdotes no venerarÃan en el fuego material otro numen que su Hefesto o Vulcano.
[256]Los macrobios (hombres de larga vida) no podÃan habitar en las costas del mar del Sur, del todo incógnitas a los antiguos. La EtiopÃa era una dilatada región que por el norte confinaba con Elefantina de Egipto, por el poniente con la Libia interior, al presente Abisinia, por el levante con el mar Rojo, y por el mediodÃa con la parte del Ãfrica, entonces desconocida, que comprende ahora los reinos de Gingiro, Ãlava y Zeila. Sus antiguos lÃmites no pueden fijarse, asà por falta de monumentos, como porque debieran variar según el poder del etÃope.
[256]Los macrobios (hombres de larga vida) no podÃan habitar en las costas del mar del Sur, del todo incógnitas a los antiguos. La EtiopÃa era una dilatada región que por el norte confinaba con Elefantina de Egipto, por el poniente con la Libia interior, al presente Abisinia, por el levante con el mar Rojo, y por el mediodÃa con la parte del Ãfrica, entonces desconocida, que comprende ahora los reinos de Gingiro, Ãlava y Zeila. Sus antiguos lÃmites no pueden fijarse, asà por falta de monumentos, como porque debieran variar según el poder del etÃope.
[257]Los que se alimentan de pescado.
[257]Los que se alimentan de pescado.
[258]La capital de este soberano, cercana al paÃs de los ictiófagos situados en las orillas del golfo Arábigo, serÃa, según parece, la antigua Auxumis, ahora Ascum, 45 leguas distante del mar Rojo, a 14 grados de latitud boreal. Solo suponiendo esta parte de EtiopÃa, la más distante del Egipto, dividida e independiente de las demás, podrá conciliarse la sencillez de estos etÃopes y su ignorancia del uso de púrpura, brazaletes, pan, etc., con las conquistas que habÃan hecho en Egipto los reyes etÃopes sin duda de otras provincias, y con la comunicación tan estrecha que habÃan tenido con la nación más civilizada.
[258]La capital de este soberano, cercana al paÃs de los ictiófagos situados en las orillas del golfo Arábigo, serÃa, según parece, la antigua Auxumis, ahora Ascum, 45 leguas distante del mar Rojo, a 14 grados de latitud boreal. Solo suponiendo esta parte de EtiopÃa, la más distante del Egipto, dividida e independiente de las demás, podrá conciliarse la sencillez de estos etÃopes y su ignorancia del uso de púrpura, brazaletes, pan, etc., con las conquistas que habÃan hecho en Egipto los reyes etÃopes sin duda de otras provincias, y con la comunicación tan estrecha que habÃan tenido con la nación más civilizada.
[259]Este vidrio sacado de las minas, muy diferente sin duda del nuestro, da lugar a muchas conjeturas. Ãmbar no puede serlo, pues solo es depósito del mar Báltico; con más verosimilitud se le cree alcohol, de que abunda la Abisinia, o una especie de sal de piedra, tierna al excavarla y endurecida después al aire. Respecto a las costumbres que atribuye Heródoto a los etÃopes, convienen en parte con las actuales: su amor a la bebida es el mismo; su vida, aunque no tan larga en la actualidad, es favorecida por el clima y por la sencillez de costumbres y alimentos; y su abundancia en oro es confirmada por muchos autores, si bien no es menor en Abisinia la del hierro que es quizá el bronce de Heródoto.
[259]Este vidrio sacado de las minas, muy diferente sin duda del nuestro, da lugar a muchas conjeturas. Ãmbar no puede serlo, pues solo es depósito del mar Báltico; con más verosimilitud se le cree alcohol, de que abunda la Abisinia, o una especie de sal de piedra, tierna al excavarla y endurecida después al aire. Respecto a las costumbres que atribuye Heródoto a los etÃopes, convienen en parte con las actuales: su amor a la bebida es el mismo; su vida, aunque no tan larga en la actualidad, es favorecida por el clima y por la sencillez de costumbres y alimentos; y su abundancia en oro es confirmada por muchos autores, si bien no es menor en Abisinia la del hierro que es quizá el bronce de Heródoto.
[260]No será impropio de este lugar reducir a un punto de vista la historia de la antigua EtiopÃa esparcida por varios escritores. El nombre de etÃopes se extendÃa a los escitas del Araxes, a los árabes de una y otra orilla del Mar Rojo, a los africanos de la Libia interior, y a los abisinios o etÃopes propios de quienes nos ocupamos. Descendientes de Habaschi, hijo de Chus, que pasando el estrecho de Bab-el-Mandeb dio el nombre a su nación y a su paÃs, estuvieron al principio divididos en varios reinos, que Plinio hace subir a 45, entre los cuales eran los más poderosos los de Méroe y Auxumis, dilatándose el primero hasta la Tebaida; contra el cual dicen se dirigió la famosa expedición de Moisés como general de Faraón. No es improbable que la reina de Saba que visitó a Salomón fuese soberana a un tiempo de los egipcios y etÃopes, y que tuviera de Salomón un hijo de quien descendÃan los antiguos reyes de EtiopÃa. Según pretenden los abisinios, hubo también en Méroe diversas reinas con el nombre de Candace, de una de las cuales era ministro el eunuco bautizado por San Felipe. Reunidos los etÃopes en un mismo imperio por Sesostris, que será acaso el Sesac de la Escritura, tuvieron sus conquistadores, como Zara, derrotado por Asá, rey de Judá, al frente de un millón de soldados, y como el ya conocido Sabacón, llamado Sua o Taraca en la Biblia, hasta que el asirio Asaraddon, para vengar la derrota de su padre Senaquerib, se apoderó del Egipto y de la EtiopÃa, donde reinó tres años con mucha crueldad. No se sabe más de los etÃopes hasta Ciro, cuyos sucesores solo dominaron algunos etÃopes confinantes con Egipto. Ptolomeo Evergetes penetró más tarde hasta Auxumis, y los romanos entraron alguna vez en EtiopÃa; pero fueron efÃmeras y nada estables sus conquistas.
[260]No será impropio de este lugar reducir a un punto de vista la historia de la antigua EtiopÃa esparcida por varios escritores. El nombre de etÃopes se extendÃa a los escitas del Araxes, a los árabes de una y otra orilla del Mar Rojo, a los africanos de la Libia interior, y a los abisinios o etÃopes propios de quienes nos ocupamos. Descendientes de Habaschi, hijo de Chus, que pasando el estrecho de Bab-el-Mandeb dio el nombre a su nación y a su paÃs, estuvieron al principio divididos en varios reinos, que Plinio hace subir a 45, entre los cuales eran los más poderosos los de Méroe y Auxumis, dilatándose el primero hasta la Tebaida; contra el cual dicen se dirigió la famosa expedición de Moisés como general de Faraón. No es improbable que la reina de Saba que visitó a Salomón fuese soberana a un tiempo de los egipcios y etÃopes, y que tuviera de Salomón un hijo de quien descendÃan los antiguos reyes de EtiopÃa. Según pretenden los abisinios, hubo también en Méroe diversas reinas con el nombre de Candace, de una de las cuales era ministro el eunuco bautizado por San Felipe. Reunidos los etÃopes en un mismo imperio por Sesostris, que será acaso el Sesac de la Escritura, tuvieron sus conquistadores, como Zara, derrotado por Asá, rey de Judá, al frente de un millón de soldados, y como el ya conocido Sabacón, llamado Sua o Taraca en la Biblia, hasta que el asirio Asaraddon, para vengar la derrota de su padre Senaquerib, se apoderó del Egipto y de la EtiopÃa, donde reinó tres años con mucha crueldad. No se sabe más de los etÃopes hasta Ciro, cuyos sucesores solo dominaron algunos etÃopes confinantes con Egipto. Ptolomeo Evergetes penetró más tarde hasta Auxumis, y los romanos entraron alguna vez en EtiopÃa; pero fueron efÃmeras y nada estables sus conquistas.
[261]No sé por qué los griegos dieron este nombre al lugar donde se deportaba a los desterrados. La citada Oasis era la mayor de las tres asà llamadas.
[261]No sé por qué los griegos dieron este nombre al lugar donde se deportaba a los desterrados. La citada Oasis era la mayor de las tres asà llamadas.
[262]Antes habÃa ya Cambises con una conducta poco considerada abrasado los templos en Menfis, y quitado de la tumba del rey Osimandias un cÃrculo de oro de 365 codos, en cuya superficie se representaban todos los movimientos de las constelaciones del cielo. Los restos escapados de las llamas subÃan a más de 300 talentos de oro.
[262]Antes habÃa ya Cambises con una conducta poco considerada abrasado los templos en Menfis, y quitado de la tumba del rey Osimandias un cÃrculo de oro de 365 codos, en cuya superficie se representaban todos los movimientos de las constelaciones del cielo. Los restos escapados de las llamas subÃan a más de 300 talentos de oro.
[263]Jenofonte llama a este prÃncipe Tanasxares, y Justino, Mergis, variación muy usada en los nombres de los prÃncipes bárbaros, nacida entre los griegos y latinos de la diversidad de su lengua con la de los orientales. Estos fratricidios de prÃncipes reales, fundados en la máxima de Séneca,non capit regnum duos, eran entre los bárbaros muy frecuentes, hasta que el cristianismo y su civilización vinieren a destruirlos.
[263]Jenofonte llama a este prÃncipe Tanasxares, y Justino, Mergis, variación muy usada en los nombres de los prÃncipes bárbaros, nacida entre los griegos y latinos de la diversidad de su lengua con la de los orientales. Estos fratricidios de prÃncipes reales, fundados en la máxima de Séneca,non capit regnum duos, eran entre los bárbaros muy frecuentes, hasta que el cristianismo y su civilización vinieren a destruirlos.
[264]Esta hermana a quien mató Cambises en Egipto, se llamaba Méroe, y su hermana mayor, y mujer también suya, era Atosa. El ejemplo de Cambises abrió la puerta a todo género de incesto entre los persas, que cerrando los ojos al horror de la naturaleza y al grito de la razón, no reconocÃan parentesco alguno, aun en primer grado, que les impidiera el matrimonio.
[264]Esta hermana a quien mató Cambises en Egipto, se llamaba Méroe, y su hermana mayor, y mujer también suya, era Atosa. El ejemplo de Cambises abrió la puerta a todo género de incesto entre los persas, que cerrando los ojos al horror de la naturaleza y al grito de la razón, no reconocÃan parentesco alguno, aun en primer grado, que les impidiera el matrimonio.
[265]Estos consejeros de Estado, en número de siete, parece que seguÃan siempre a la corte y al soberano, si bien algunos más residirÃan quizá ya en una, ya en otra provincia del imperio, según la urgencia de los negocios. El despotismo de los monarcas y la arbitrariedad de los sátrapas no debÃa permitir en los jueces tribunales que Jenofonte nos pinta en suCiropedia, menos según la realidad que según lo que debÃa ser.
[265]Estos consejeros de Estado, en número de siete, parece que seguÃan siempre a la corte y al soberano, si bien algunos más residirÃan quizá ya en una, ya en otra provincia del imperio, según la urgencia de los negocios. El despotismo de los monarcas y la arbitrariedad de los sátrapas no debÃa permitir en los jueces tribunales que Jenofonte nos pinta en suCiropedia, menos según la realidad que según lo que debÃa ser.
[266]No es posible sacar a estos dioses del caos de la mitologÃa, ni dar razón de su nombre, procedencia y número, a menos que se les tome por compañeros de Hefesto, padre de los herreros, venidos de Fenicia a varios lugares de la Grecia.
[266]No es posible sacar a estos dioses del caos de la mitologÃa, ni dar razón de su nombre, procedencia y número, a menos que se les tome por compañeros de Hefesto, padre de los herreros, venidos de Fenicia a varios lugares de la Grecia.
[267]La isla de Samos, separada del Asia menor por un estrecho de mil pasos de ancho, situada entre el grado 38 y 39 de latitud, y de unas 87 millas de circuito, poblada desde el principio por Macareo, hijo de Eolo, ocupada después por los carios, y conquistada por los jonios en tiempo de Roboam, fue una de las más célebres de Grecia. Su gobierno serÃa antiguamente monárquico, pues se hace memoria no solo de Macareo, Tembrio y Procles, antiguos posesores de la isla, sino también del rey AnfÃcrates, anterior a la edad de Cambises. Prevaleció después la democracia en tiempo de Creso y de Ciro, de quienes nunca fueron vasallos los samios, muy poderosos por mar y opulentos comerciantes; pero a la democracia sucedió la oligarquÃa de losgeómoros, o de algunos nobles que repartiéndose los campos gobernaron la isla con una especie de Senado, hasta que fueron todos degollados por el pueblo; el cual no recobró su libertad sino para recaer en manos del general Silosonte, y poco después de la muerte de este, en las de Eaces, quien dejó el mando a su hijo PolÃcrates, 531 años antes de Jesucristo.
[267]La isla de Samos, separada del Asia menor por un estrecho de mil pasos de ancho, situada entre el grado 38 y 39 de latitud, y de unas 87 millas de circuito, poblada desde el principio por Macareo, hijo de Eolo, ocupada después por los carios, y conquistada por los jonios en tiempo de Roboam, fue una de las más célebres de Grecia. Su gobierno serÃa antiguamente monárquico, pues se hace memoria no solo de Macareo, Tembrio y Procles, antiguos posesores de la isla, sino también del rey AnfÃcrates, anterior a la edad de Cambises. Prevaleció después la democracia en tiempo de Creso y de Ciro, de quienes nunca fueron vasallos los samios, muy poderosos por mar y opulentos comerciantes; pero a la democracia sucedió la oligarquÃa de losgeómoros, o de algunos nobles que repartiéndose los campos gobernaron la isla con una especie de Senado, hasta que fueron todos degollados por el pueblo; el cual no recobró su libertad sino para recaer en manos del general Silosonte, y poco después de la muerte de este, en las de Eaces, quien dejó el mando a su hijo PolÃcrates, 531 años antes de Jesucristo.
[268]Si no es este realmente el ejemplar de la carta de Amasis, o un extracto del discurso de Solón con Creso, está en ella perfectamente imitada la simplicidad majestuosa de los antiguos soberanos. Sus máximas, aunque fundadas en los errores del fatalismo y de la envidia que se atribuye a los dioses, podrán ser ciertas aplicándolas a la infalibilidad con que se cumplen los divinos decretos, una vez previstos, pero no violentados los actos de nuestro libre albedrÃo, y a la insolencia injuriosa, compañera de una larga prosperidad, con que suele obcecar a los prÃncipes la justicia divina.
[268]Si no es este realmente el ejemplar de la carta de Amasis, o un extracto del discurso de Solón con Creso, está en ella perfectamente imitada la simplicidad majestuosa de los antiguos soberanos. Sus máximas, aunque fundadas en los errores del fatalismo y de la envidia que se atribuye a los dioses, podrán ser ciertas aplicándolas a la infalibilidad con que se cumplen los divinos decretos, una vez previstos, pero no violentados los actos de nuestro libre albedrÃo, y a la insolencia injuriosa, compañera de una larga prosperidad, con que suele obcecar a los prÃncipes la justicia divina.
[269]PolÃcrates conservaba al parecer, contra lo que sucede generalmente, aquella afectación de familiaridad con el pueblo, aquella afabilidad y bizarrÃa en convites y en servicios que le habÃan conducido al mando, ganándole el aura popular.
[269]PolÃcrates conservaba al parecer, contra lo que sucede generalmente, aquella afectación de familiaridad con el pueblo, aquella afabilidad y bizarrÃa en convites y en servicios que le habÃan conducido al mando, ganándole el aura popular.
[270]Véaselib I, pár. LXX.
[270]Véaselib I, pár. LXX.
[271]Concuerda Plinio con Heródoto en la descripción de este peto y de la lana de que era formado, producto del arbusto del algodón que se crÃa en los confines del Egipto con la Arabia; pero no acierta en atribuir a AlejandrÃa el primer uso de las telas de hilos de varios colores, conocidas ya desde José, hijo de Jacob, y a Ãtalo la invención del brocado o tela entretejida con hilos de oro, que vemos usados ya en el peto de Amasis.
[271]Concuerda Plinio con Heródoto en la descripción de este peto y de la lana de que era formado, producto del arbusto del algodón que se crÃa en los confines del Egipto con la Arabia; pero no acierta en atribuir a AlejandrÃa el primer uso de las telas de hilos de varios colores, conocidas ya desde José, hijo de Jacob, y a Ãtalo la invención del brocado o tela entretejida con hilos de oro, que vemos usados ya en el peto de Amasis.
[272]Los asirios y babilonios fueron verosÃmilmente los primeros autores del eunuquismo, pues antes de los persas lo vemos ya usado en los palacios lidios y medos: barbarie cruel y afeminación indigna que se imita escandalosamente en Italia para dar buenas voces a los conciertos y teatros.
[272]Los asirios y babilonios fueron verosÃmilmente los primeros autores del eunuquismo, pues antes de los persas lo vemos ya usado en los palacios lidios y medos: barbarie cruel y afeminación indigna que se imita escandalosamente en Italia para dar buenas voces a los conciertos y teatros.
[273]Es incierta la época en que los corintios enviaron sus colonias a Corfú, aunque debió ser posterior a Homero, quien la llama en suOdisea, Esqueria, la tierra de los feacios, sin hacer mención de Egnecrates, conductor de la colonia.
[273]Es incierta la época en que los corintios enviaron sus colonias a Corfú, aunque debió ser posterior a Homero, quien la llama en suOdisea, Esqueria, la tierra de los feacios, sin hacer mención de Egnecrates, conductor de la colonia.
[274]Ciudad de la Argólida, quizá Pigiada hoy dÃa, célebre por el templo de Esculapio.
[274]Ciudad de la Argólida, quizá Pigiada hoy dÃa, célebre por el templo de Esculapio.
[275]No asiento a que el primogénito, como quieren algunos, se llamase Gorgias, pues este era el nombre de un hermano de Periandro, cuyo hijo Psamético sucedió en el gobierno a su tÃo.
[275]No asiento a que el primogénito, como quieren algunos, se llamase Gorgias, pues este era el nombre de un hermano de Periandro, cuyo hijo Psamético sucedió en el gobierno a su tÃo.
[276]La muerte de Licofrón ocasionó al parecer entre los corintios y corcÃreos una batalla naval, de las más antiguas y célebres que vio la Grecia.
[276]La muerte de Licofrón ocasionó al parecer entre los corintios y corcÃreos una batalla naval, de las más antiguas y célebres que vio la Grecia.
[277]En Sifanto, que tal es el nombre de la antigua Sifnos, isla de 40 millas de circunferencia, no se trabajaba en el dÃa mina alguna, aunque se asegura que las hay de plomo. Tiene la isla cinco muy buenos puertos, Faros, Vati, Quitriani, Jerrónisos y Calanca.
[277]En Sifanto, que tal es el nombre de la antigua Sifnos, isla de 40 millas de circunferencia, no se trabajaba en el dÃa mina alguna, aunque se asegura que las hay de plomo. Tiene la isla cinco muy buenos puertos, Faros, Vati, Quitriani, Jerrónisos y Calanca.
[278]Wesselingiocorrige por dos códices insignes el texto, que en vez deHidreadecÃaTirea, ciudad dentro de tierra en la Argólida, lo que a muchos hizo incurrir en error.
[278]Wesselingiocorrige por dos códices insignes el texto, que en vez deHidreadecÃaTirea, ciudad dentro de tierra en la Argólida, lo que a muchos hizo incurrir en error.
[279]Aún quedan ruinas de este célebre templo dedicado a Hera, del muelle que atestigua que los samios fueron los primeros negociantes por mar entre los griegos, y de la mina descrita por el autor, que se encuentra entre los restos de la ciudad y el monte Metelino, con dos bocas, de las que una corresponde al camino cubierto, y otra al acueducto excavado al lado con mayor profundidad, al cual se podÃa bajar desde la mina para conservarle en buen estado.
[279]Aún quedan ruinas de este célebre templo dedicado a Hera, del muelle que atestigua que los samios fueron los primeros negociantes por mar entre los griegos, y de la mina descrita por el autor, que se encuentra entre los restos de la ciudad y el monte Metelino, con dos bocas, de las que una corresponde al camino cubierto, y otra al acueducto excavado al lado con mayor profundidad, al cual se podÃa bajar desde la mina para conservarle en buen estado.
[280]Sin duda el mago contaba más con el odio de los vasallos contra los excesos de Cambises, que con la legitimidad de las pretensiones del personaje cuyo nombre habÃa tomado, pues ¿cómo hubieran los persas reconocido por rey a Esmerdis mientras vivÃa su hermano mayor, y sin saber si tenÃa este sucesión?
[280]Sin duda el mago contaba más con el odio de los vasallos contra los excesos de Cambises, que con la legitimidad de las pretensiones del personaje cuyo nombre habÃa tomado, pues ¿cómo hubieran los persas reconocido por rey a Esmerdis mientras vivÃa su hermano mayor, y sin saber si tenÃa este sucesión?
[281]Siguiendo a Plinio, Ecbatana de Siria estaba situada junto al monte Carmelo.
[281]Siguiendo a Plinio, Ecbatana de Siria estaba situada junto al monte Carmelo.
[282]Estos oráculos, cuando no eran profecÃas de lo pasado, llevaban en sà tantas anfibologÃas e incertidumbre que no se comprende cómo podÃan ser oÃdos seriamente.
[282]Estos oráculos, cuando no eran profecÃas de lo pasado, llevaban en sà tantas anfibologÃas e incertidumbre que no se comprende cómo podÃan ser oÃdos seriamente.
[283]En Oriente era muy antigua en boca de alguna persona pública la costumbre de estas bendiciones y maldiciones sobre todo un pueblo, que se practicaba siempre con ceremonias y visos de religión, de las cuales se ven tan frecuentes ejemplos en la Biblia.
[283]En Oriente era muy antigua en boca de alguna persona pública la costumbre de estas bendiciones y maldiciones sobre todo un pueblo, que se practicaba siempre con ceremonias y visos de religión, de las cuales se ven tan frecuentes ejemplos en la Biblia.
[284]Este rey mago, llamado diversamente por los antiguos Esmerdis, Mardis, Espendadates, Oropastes, y por Esdras Artajerjes, prohibió a los judÃos llevar adelante su templo, cuya reedificación, mandada por Ciro, fue entorpecida en el reinado de Cambises, conocido en el mismo libro de Esdras por Asuero.
[284]Este rey mago, llamado diversamente por los antiguos Esmerdis, Mardis, Espendadates, Oropastes, y por Esdras Artajerjes, prohibió a los judÃos llevar adelante su templo, cuya reedificación, mandada por Ciro, fue entorpecida en el reinado de Cambises, conocido en el mismo libro de Esdras por Asuero.
[285]Reconozco en estos discursos lo que varias veces observé en los polÃticos modernos, que nada de bueno nos dan en sus escritos que no se deba a la Grecia. Los fundamentos de la sociedad polÃtica, sus géneros, sus progresos, sus atrasos, su decadencia, su variación, su vuelta periódica, todo lo indica Heródoto, lo amplifica Platón y lo descifra y analiza Aristóteles.
[285]Reconozco en estos discursos lo que varias veces observé en los polÃticos modernos, que nada de bueno nos dan en sus escritos que no se deba a la Grecia. Los fundamentos de la sociedad polÃtica, sus géneros, sus progresos, sus atrasos, su decadencia, su variación, su vuelta periódica, todo lo indica Heródoto, lo amplifica Platón y lo descifra y analiza Aristóteles.
[286]Los confederados compusieron un orden principal en el imperio, como grandes de primera clase, y de sus familias se formó después una especie de Consejo de Estado.
[286]Los confederados compusieron un orden principal en el imperio, como grandes de primera clase, y de sus familias se formó después una especie de Consejo de Estado.
[287]Seis esposas de primera clase tuvo DarÃo: de la hija de Gobrias, con quien casó antes de ser rey, tuvo tres hijos, Artobazanes, Aariabignes y Arsamenes; de Atosa, su esposa favorita, tuvo a Jerjes, Masistes, Aquemenes e Histaspes; de Aristona, a dos, Arsames y Gobrias; de Parmis le nació Ariomardo; de Fratagina, hija de Artanes, le nacieron Abrocones e Hiperantes; de Fedima no se sabe que tuviese hijo alguno.
[287]Seis esposas de primera clase tuvo DarÃo: de la hija de Gobrias, con quien casó antes de ser rey, tuvo tres hijos, Artobazanes, Aariabignes y Arsamenes; de Atosa, su esposa favorita, tuvo a Jerjes, Masistes, Aquemenes e Histaspes; de Aristona, a dos, Arsames y Gobrias; de Parmis le nació Ariomardo; de Fratagina, hija de Artanes, le nacieron Abrocones e Hiperantes; de Fedima no se sabe que tuviese hijo alguno.
[288]Aunque no presumo de monetario, creo que el talento babilónico valÃa 314 cequines o 628 escudos, y el talento euboico 714 escudos. No puedo inclinarme a creer que la economÃa pública fuese una ciencia desconocida a los antiguos, pues los indicios que nos quedan del reino de Salomón, del de DarÃo, de la república de Atenas y del imperio romano, persuaden la buena dirección de los negocios respecto a las rentas del estado, aunque se haya adelantado en el dÃa el comercio de los ciudadanos entre sà o con los extranjeros.
[288]Aunque no presumo de monetario, creo que el talento babilónico valÃa 314 cequines o 628 escudos, y el talento euboico 714 escudos. No puedo inclinarme a creer que la economÃa pública fuese una ciencia desconocida a los antiguos, pues los indicios que nos quedan del reino de Salomón, del de DarÃo, de la república de Atenas y del imperio romano, persuaden la buena dirección de los negocios respecto a las rentas del estado, aunque se haya adelantado en el dÃa el comercio de los ciudadanos entre sà o con los extranjeros.
[289]Los tracios asiáticos se llaman más comúnmente bitinios, y los sirios, capadocios. En el catálogo de estas satrapÃas no sigue Heródoto el orden de excelencia ni de tiempo, pues provincias tenues se anteponen a muchas más ricas, y las más lejanas a otras más próximas por las cuales empezó DarÃo a arreglarlas.
[289]Los tracios asiáticos se llaman más comúnmente bitinios, y los sirios, capadocios. En el catálogo de estas satrapÃas no sigue Heródoto el orden de excelencia ni de tiempo, pues provincias tenues se anteponen a muchas más ricas, y las más lejanas a otras más próximas por las cuales empezó DarÃo a arreglarlas.
[290]El año de los persas no constaba sino de 360 dÃas.
[290]El año de los persas no constaba sino de 360 dÃas.
[291]Ciudad marÃtima de la Siria, llamada también Posidonio, cerca de Heraclea.
[291]Ciudad marÃtima de la Siria, llamada también Posidonio, cerca de Heraclea.
[292]Esta satrapÃa era la más remota del imperio, según se infiere de la posición de los gandarios o gargaridas situados junto al Ganges.
[292]Esta satrapÃa era la más remota del imperio, según se infiere de la posición de los gandarios o gargaridas situados junto al Ganges.
[293]El nono gobierno se llama al presente Kurdistán; el décimo Schiván; el undécimo, contenido entre el Tauro y el mar Caspio, se llamó después Media Atropatene; el duodécimo es hoy el Korasán.
[293]El nono gobierno se llama al presente Kurdistán; el décimo Schiván; el undécimo, contenido entre el Tauro y el mar Caspio, se llamó después Media Atropatene; el duodécimo es hoy el Korasán.
[294]El decimotercio gobierno además de la Armenia comprenderÃa la Mingrelia, la Georgia y la Albania: el decimocuarto, según se infiere de los Sarangas colocados entre los rÃos Indo y Arbis, era formado por la antigua Gedrosia, al presente Macran; el decimoquinto se llamaba Hircania, y comprende los provincias de Mazandau y de Hilan; el decimosexto es en el dÃa Erak-AgamÃ.
[294]El decimotercio gobierno además de la Armenia comprenderÃa la Mingrelia, la Georgia y la Albania: el decimocuarto, según se infiere de los Sarangas colocados entre los rÃos Indo y Arbis, era formado por la antigua Gedrosia, al presente Macran; el decimoquinto se llamaba Hircania, y comprende los provincias de Mazandau y de Hilan; el decimosexto es en el dÃa Erak-AgamÃ.
[295]Los etÃopes de la satrapÃa decimoséptima estarÃan probablemente situados cerca del Indo; la decimoctava corresponderÃa a la Armenia menor; la decimonona al Ponto, célebre reino de MitrÃdates; la vigésima no comprenderÃa regularmente todo el Indostán situado entre el Indo y el Ganges, sino una parte de él únicamente.
[295]Los etÃopes de la satrapÃa decimoséptima estarÃan probablemente situados cerca del Indo; la decimoctava corresponderÃa a la Armenia menor; la decimonona al Ponto, célebre reino de MitrÃdates; la vigésima no comprenderÃa regularmente todo el Indostán situado entre el Indo y el Ganges, sino una parte de él únicamente.
[296]Esta región se llama hoy Pars o Fars, en la que se halla Schiras, la antigua Persépolis.
[296]Esta región se llama hoy Pars o Fars, en la que se halla Schiras, la antigua Persépolis.
[297]Los citados etÃopes son los árabes confinantes con el mar Rojo, donde estaba la sagrada Niso. Los colcos ocupaban el paÃs actualmente llamado Gurgistán, que comprende las comarcas de Mingrelia, Imereta, Guriel, Laket y Carduel.
[297]Los citados etÃopes son los árabes confinantes con el mar Rojo, donde estaba la sagrada Niso. Los colcos ocupaban el paÃs actualmente llamado Gurgistán, que comprende las comarcas de Mingrelia, Imereta, Guriel, Laket y Carduel.
[298]Hasta muchos siglos después de Heródoto no se tuvo en Grecia conocimiento de las provincias situadas más allá del Ganges, lo que hace creer que la China no fue un imperio tan antiguo como la pintan sus anales, pues su grandeza, mayor que la de los persas, no hubiera podido esconderse a los escritores de la antigüedad. Los indios de que habla el autor son los del Indostán, de los cuales, aunque diga verdad Heródoto en algo, especialmente en su vestido de enea y corteza de árbol de que sacan en el dÃa vastas telas en muchas partes del Asia, no es creÃble la brutal disolución que les atribuye, la inhumanidad de degollar a sus padres y abandonar a los enfermos, mayormente cuando los banianos, descendientes de los antiguos moradores, son tan compasivos hasta con los animales, que mantienen en Surate dos hospitales para ellos. Plinio previene que los antiguos, y Heródoto en especial, no hicieron más que verter mil fábulas sobre la historia natural, ciencia felizmente perfeccionada por los modernos.
[298]Hasta muchos siglos después de Heródoto no se tuvo en Grecia conocimiento de las provincias situadas más allá del Ganges, lo que hace creer que la China no fue un imperio tan antiguo como la pintan sus anales, pues su grandeza, mayor que la de los persas, no hubiera podido esconderse a los escritores de la antigüedad. Los indios de que habla el autor son los del Indostán, de los cuales, aunque diga verdad Heródoto en algo, especialmente en su vestido de enea y corteza de árbol de que sacan en el dÃa vastas telas en muchas partes del Asia, no es creÃble la brutal disolución que les atribuye, la inhumanidad de degollar a sus padres y abandonar a los enfermos, mayormente cuando los banianos, descendientes de los antiguos moradores, son tan compasivos hasta con los animales, que mantienen en Surate dos hospitales para ellos. Plinio previene que los antiguos, y Heródoto en especial, no hicieron más que verter mil fábulas sobre la historia natural, ciencia felizmente perfeccionada por los modernos.
[299]La situación de estos indios corresponde a las provincias septentrionales del Indostán, comarcanas del Cáucaso, llamadas ahora Kacmira y Hacares; pero en lo que refiere de ellos se equivoca el historiador, pues no hay allà arenales sino valles comparables a la Tesalia, ni hormigas en toda el Asia semejantes a las que pinta, ni minas de oro y plata en el Indostán, a no ser arenas de oro en los rÃos o las minas ya agotadas de Siam, que será quizá la Quersoneso Aurea de los antiguos.
[299]La situación de estos indios corresponde a las provincias septentrionales del Indostán, comarcanas del Cáucaso, llamadas ahora Kacmira y Hacares; pero en lo que refiere de ellos se equivoca el historiador, pues no hay allà arenales sino valles comparables a la Tesalia, ni hormigas en toda el Asia semejantes a las que pinta, ni minas de oro y plata en el Indostán, a no ser arenas de oro en los rÃos o las minas ya agotadas de Siam, que será quizá la Quersoneso Aurea de los antiguos.
[300]Ni al anochecer se siente el frÃo referido, ni al medio dÃa se templa el calor, como supone Heródoto, pues en pocos paÃses es tan intenso, aunque pudo dar fundamento a esta noticia la marea y el viento de tierra que reina regularmente en las costas del mar Ãndico.
[300]Ni al anochecer se siente el frÃo referido, ni al medio dÃa se templa el calor, como supone Heródoto, pues en pocos paÃses es tan intenso, aunque pudo dar fundamento a esta noticia la marea y el viento de tierra que reina regularmente en las costas del mar Ãndico.
[301]Diodoro SÃculo atribuye a la eficacia del sol la grandeza de los vivientes y la variedad de los colores en las aves, flores y minerales de aquella extremidad oriental de la tierra, como llama nuestro autor a la India, siguiendo la opinión vulgar de los griegos que, sin pararse en la redondez del globo, colocaban a Delfos en el centro de la tierra.
[301]Diodoro SÃculo atribuye a la eficacia del sol la grandeza de los vivientes y la variedad de los colores en las aves, flores y minerales de aquella extremidad oriental de la tierra, como llama nuestro autor a la India, siguiendo la opinión vulgar de los griegos que, sin pararse en la redondez del globo, colocaban a Delfos en el centro de la tierra.
[302]Este es el arbusto del algodón, diferente de la planta que también lo produce, y si la China fuera entonces conocida, se sospechara que hablaba el autor de la seda blanca que en Chantong ciertos gusanos crÃan sobre los árboles.
[302]Este es el arbusto del algodón, diferente de la planta que también lo produce, y si la China fuera entonces conocida, se sospechara que hablaba el autor de la seda blanca que en Chantong ciertos gusanos crÃan sobre los árboles.
[303]El principio de reconocer un espÃritu próvido que dirija el universo es exactÃsimo y universalmente reconocido, salvo por los epicúreos, aunque sean apócrifos todos estos fenómenos naturales y maravillosos partos de la vÃbora y la leona, que cita en su apoyo.
[303]El principio de reconocer un espÃritu próvido que dirija el universo es exactÃsimo y universalmente reconocido, salvo por los epicúreos, aunque sean apócrifos todos estos fenómenos naturales y maravillosos partos de la vÃbora y la leona, que cita en su apoyo.
[304]De estas ovejas de disforme cola que existen en Ãfrica todavÃa, según he leÃdo, habla Plinio, como también de la droga del ládano, que no es la única en adquirir aprecio y estimación a pesar de su vil origen, pues otro tanto sucede con la piedra bezar que se crÃa en los intestinos del pasán, especie de cabrón de Golcenda.
[304]De estas ovejas de disforme cola que existen en Ãfrica todavÃa, según he leÃdo, habla Plinio, como también de la droga del ládano, que no es la única en adquirir aprecio y estimación a pesar de su vil origen, pues otro tanto sucede con la piedra bezar que se crÃa en los intestinos del pasán, especie de cabrón de Golcenda.
[305]Ciertamente el Ãfrica occidental, llamada aquà EtiopÃa, es abundante en oro y grandes bestias; pero sus negros no son por lo común tan altos y gallardos como supone.
[305]Ciertamente el Ãfrica occidental, llamada aquà EtiopÃa, es abundante en oro y grandes bestias; pero sus negros no son por lo común tan altos y gallardos como supone.
[306]Esta confusa noticia sin duda nace de los fenicios, que dirÃan que el electro venÃa del norte, donde lo arrojaba al mar un rÃo que llamaban Rodaune, nombre que los griegos convertirÃan en ErÃdano.
[306]Esta confusa noticia sin duda nace de los fenicios, que dirÃan que el electro venÃa del norte, donde lo arrojaba al mar un rÃo que llamaban Rodaune, nombre que los griegos convertirÃan en ErÃdano.
[307]De ellos volverá a hablar Heródoto en el libro IV. La abundancia de oro que supone en el norte de Europa es fabulosa.
[307]De ellos volverá a hablar Heródoto en el libro IV. La abundancia de oro que supone en el norte de Europa es fabulosa.
[308]Nada puedo encontrar en ninguno de los viajeros acerca de este rÃo ni de cuanto le pertenece. Si los corasmios, cuyo asiento no se sabe fijamente, no se colocaran comúnmente en los confines de la Partia, se sospechara que el paÃs descrito es el de Cachemira, al norte del Indostán, que se cree fuese antes un lago encerrado entre montes, y desaguado por una quebrada abierta a ruegos de Kacheb, según los indios, o por la violencia de algún terremoto.
[308]Nada puedo encontrar en ninguno de los viajeros acerca de este rÃo ni de cuanto le pertenece. Si los corasmios, cuyo asiento no se sabe fijamente, no se colocaran comúnmente en los confines de la Partia, se sospechara que el paÃs descrito es el de Cachemira, al norte del Indostán, que se cree fuese antes un lago encerrado entre montes, y desaguado por una quebrada abierta a ruegos de Kacheb, según los indios, o por la violencia de algún terremoto.
[309]No es verosÃmil que Intafrenes, si algo maquinaba, hubiese dado aquel paso tan falso que le imposibilitaba encubrirse por más tiempo; más bien que vÃctima de su conjuración doméstica, lo fue de la venganza de DarÃo.
[309]No es verosÃmil que Intafrenes, si algo maquinaba, hubiese dado aquel paso tan falso que le imposibilitaba encubrirse por más tiempo; más bien que vÃctima de su conjuración doméstica, lo fue de la venganza de DarÃo.
[310]Se ignora si Heródoto imitó a Sófocles en este pasaje, o si el último en suAntÃgonaimitó al historiador. En Luciano se lee una máxima semejante, en que un escita saca del incendio a un amigo con preferencia a su mujer y a sus hijos.
[310]Se ignora si Heródoto imitó a Sófocles en este pasaje, o si el último en suAntÃgonaimitó al historiador. En Luciano se lee una máxima semejante, en que un escita saca del incendio a un amigo con preferencia a su mujer y a sus hijos.
[311]Era esta la tercera satrapÃa, situada en la Bitinia, en las costas del Helesponto.
[311]Era esta la tercera satrapÃa, situada en la Bitinia, en las costas del Helesponto.
[312]VivÃa Anacreonte en los reinados de Ciro, Cambises y DarÃo.
[312]VivÃa Anacreonte en los reinados de Ciro, Cambises y DarÃo.
[313]Entre el tiempo en que Minos tuvo el imperio del mar de Grecia, y aquel en que vivió PolÃcrates, hubo muchos pueblos que mantuvieron el dominio naval.
[313]Entre el tiempo en que Minos tuvo el imperio del mar de Grecia, y aquel en que vivió PolÃcrates, hubo muchos pueblos que mantuvieron el dominio naval.
[314]Este era el nombre propio del templo de Hera, en Samos.
[314]Este era el nombre propio del templo de Hera, en Samos.
[315]Debe entender el autor por tiranos de Siracusa a Gelón y a Hierón el Viejo, célebres por sus virtudes y amor a las artes. En cuanto al juicio sobre PolÃcrates, no se dude de su talento superior, de su magnificencia y protección a Pitágoras y a Anacreonte; de su humanidad para con los samios, y de su violencia para con los extraños se habla con mucha diversidad. Acerca de su muerte, feneció quizá desollado vivo, o cortada la cabeza y puesto en un palo, que eran los más crueles suplicios entre los persas.
[315]Debe entender el autor por tiranos de Siracusa a Gelón y a Hierón el Viejo, célebres por sus virtudes y amor a las artes. En cuanto al juicio sobre PolÃcrates, no se dude de su talento superior, de su magnificencia y protección a Pitágoras y a Anacreonte; de su humanidad para con los samios, y de su violencia para con los extraños se habla con mucha diversidad. Acerca de su muerte, feneció quizá desollado vivo, o cortada la cabeza y puesto en un palo, que eran los más crueles suplicios entre los persas.
[316]Los persas fueron los autores de la economÃa y orden polÃtico de una vasta monarquÃa distribuida en varias provincias, sin que entre ellos hubiera unas de dominio real y otras de dominio feudatario, sino que todas eran otros tantos reinos subalternos bajo el gobierno de su sátrapa dependiente del emperador, forma que aún se observa en algunas provincias de Persia en que dura todavÃa el empleo citado de secretario de oficio, a quien dan el nombre devakanavisch.
[316]Los persas fueron los autores de la economÃa y orden polÃtico de una vasta monarquÃa distribuida en varias provincias, sin que entre ellos hubiera unas de dominio real y otras de dominio feudatario, sino que todas eran otros tantos reinos subalternos bajo el gobierno de su sátrapa dependiente del emperador, forma que aún se observa en algunas provincias de Persia en que dura todavÃa el empleo citado de secretario de oficio, a quien dan el nombre devakanavisch.
[317]Sin disputar a Democedes su riqueza, no creo que contando el talento por mil escudos, le diera Egina los mil, Atenas más de mil setecientos escudos, y PolÃcrates dos mil, pues no era entonces en Grecia tan abundante la moneda.
[317]Sin disputar a Democedes su riqueza, no creo que contando el talento por mil escudos, le diera Egina los mil, Atenas más de mil setecientos escudos, y PolÃcrates dos mil, pues no era entonces en Grecia tan abundante la moneda.
[318]Esta razón, tomada acaso por el autor de Demócrito, su contemporáneo, aunque harto material a primera vista, se explica perfectamente, en cuanto maleado el instrumento del sentido, no puede el alma inmortal usar de toda la eficacia y gallardÃa del espÃritu. Respecto al discurso entero, se ve que Heródoto creÃa a los médicos no solo discretos en la elocuencia familiar, sino aun sofistas, maestros de ella en los palacios.
[318]Esta razón, tomada acaso por el autor de Demócrito, su contemporáneo, aunque harto material a primera vista, se explica perfectamente, en cuanto maleado el instrumento del sentido, no puede el alma inmortal usar de toda la eficacia y gallardÃa del espÃritu. Respecto al discurso entero, se ve que Heródoto creÃa a los médicos no solo discretos en la elocuencia familiar, sino aun sofistas, maestros de ella en los palacios.
[319]Las fuerzas prodigiosas de este atleta crotoniata, o Sansón profano, se leen en mil autores.
[319]Las fuerzas prodigiosas de este atleta crotoniata, o Sansón profano, se leen en mil autores.
[320]La Yapigia o Messania es la penÃnsula de Calabria, cuyo istmo está entre Brindis y Tarento. El mismo Gilo, libertador de los persas, fue probablemente quien rescató a Pitágoras, cautivo de Cambises.
[320]La Yapigia o Messania es la penÃnsula de Calabria, cuyo istmo está entre Brindis y Tarento. El mismo Gilo, libertador de los persas, fue probablemente quien rescató a Pitágoras, cautivo de Cambises.
[321]Esta respuesta, más insolente que libre, muestra que al mando puede aplicarse el proverbio «lupum manibus tenes», siendo más peligroso el soltarlo que molesto el retenerlo.
[321]Esta respuesta, más insolente que libre, muestra que al mando puede aplicarse el proverbio «lupum manibus tenes», siendo más peligroso el soltarlo que molesto el retenerlo.
[322]En este pasaje he tenido que valerme de las palabras modernasaparador, vajilla, reposterÃa, para expresar el lujo antiguo, que se reducÃa por lo común a vasos preciosos de oro con varios emblemas y colores.
[322]En este pasaje he tenido que valerme de las palabras modernasaparador, vajilla, reposterÃa, para expresar el lujo antiguo, que se reducÃa por lo común a vasos preciosos de oro con varios emblemas y colores.
[323]Plinio da por común el parto de las mulas en Ãfrica y Capadocia.
[323]Plinio da por común el parto de las mulas en Ãfrica y Capadocia.
[324]Infiérese de aquà que Beroso, citado por Josefo, se engañó cuando dijo que Ciro arruinó los muros exteriores de Babilonia.
[324]Infiérese de aquà que Beroso, citado por Josefo, se engañó cuando dijo que Ciro arruinó los muros exteriores de Babilonia.
[325]Este era el pretexto de la guerra; el motivo pudo ser o el deseo de vengarse de la repulsa indecorosa con que el rey de los escitas, según Justino, negó a DarÃo una hija por mujer, o la ambición de extender más bien la gloria que los intereses de su imperio con la conquista de una nación más belicosa que rica y abundante.
[325]Este era el pretexto de la guerra; el motivo pudo ser o el deseo de vengarse de la repulsa indecorosa con que el rey de los escitas, según Justino, negó a DarÃo una hija por mujer, o la ambición de extender más bien la gloria que los intereses de su imperio con la conquista de una nación más belicosa que rica y abundante.
[326]Plutarco, citando a Heródoto, da la razón de esta barbarie, la que se hacÃa, según los mejores intérpretes, para que los esclavos revolvieran la leche de sus amos, lo que se comprenderá si suponemos que giraban incesantemente alrededor de las vasijas, con peligro de caer turbada la cabeza si tuvieran vista.
[326]Plutarco, citando a Heródoto, da la razón de esta barbarie, la que se hacÃa, según los mejores intérpretes, para que los esclavos revolvieran la leche de sus amos, lo que se comprenderá si suponemos que giraban incesantemente alrededor de las vasijas, con peligro de caer turbada la cabeza si tuvieran vista.
[327]Sin duda los escitas invasores de Media, habiendo salido sin sus mujeres, pensaban volver en breve a su paÃs, después de haber dejado en el Asia algunas colonias, y sin duda se apresuraron sus mujeres a unirse a los esclavos ciegos, pues aquellos hallaron ya a su vuelta una falange de espurios tan crecida. Temerosas ellas por su infidelidad, contribuyeron acaso más que el látigo de los hombres a la reducción de los esclavos, en cuyo castigo se ensañaron cruelmente. Dos monumentos nos quedan de esta guerraservil: el uno la estatua ecuestre con el látigo en la mano que se ve en Novogorod, ciudad situada en la antigua Escitia; el otro la costumbre de presentar las moscovitas a sus futuros esposos una varilla obra de sus manos.
[327]Sin duda los escitas invasores de Media, habiendo salido sin sus mujeres, pensaban volver en breve a su paÃs, después de haber dejado en el Asia algunas colonias, y sin duda se apresuraron sus mujeres a unirse a los esclavos ciegos, pues aquellos hallaron ya a su vuelta una falange de espurios tan crecida. Temerosas ellas por su infidelidad, contribuyeron acaso más que el látigo de los hombres a la reducción de los esclavos, en cuyo castigo se ensañaron cruelmente. Dos monumentos nos quedan de esta guerraservil: el uno la estatua ecuestre con el látigo en la mano que se ve en Novogorod, ciudad situada en la antigua Escitia; el otro la costumbre de presentar las moscovitas a sus futuros esposos una varilla obra de sus manos.
[328]El sabio Bayer, académico de San Petersburgo, quiere que este origen de los escitas se entienda de la época en que empezaron a formar una sociedad civil, época que coincide con los últimos años de la esclavitud de los hebreos en Egipto. El mismo conjetura que Targitao pudo ser un prÃncipe hijo de algún papeo y de alguna princesa de los cimerios situados cerca del BorÃstenes; pero si estas fábulas son susceptibles de explicación histórica, no asà de todas; pues ¿qué verdad puede esconderse en los dones de oro de Arpoxais?
[328]El sabio Bayer, académico de San Petersburgo, quiere que este origen de los escitas se entienda de la época en que empezaron a formar una sociedad civil, época que coincide con los últimos años de la esclavitud de los hebreos en Egipto. El mismo conjetura que Targitao pudo ser un prÃncipe hijo de algún papeo y de alguna princesa de los cimerios situados cerca del BorÃstenes; pero si estas fábulas son susceptibles de explicación histórica, no asà de todas; pues ¿qué verdad puede esconderse en los dones de oro de Arpoxais?
[329]Escitassignifica en su mismo idiomaballesteros, palabra que aún se conserva en las lenguas septentrionales de origen escÃtico. Los atenienses no dejaron de nombrarlos escólotos o tolotas.
[329]Escitassignifica en su mismo idiomaballesteros, palabra que aún se conserva en las lenguas septentrionales de origen escÃtico. Los atenienses no dejaron de nombrarlos escólotos o tolotas.
[330]Algunos comprenden el paÃs de los escitas entre el grado 45 y 57 de longitud y el 47 y 55 de latitud; hay quien lo extiende desde el grado 25 hasta el 110 de longitud. Esta enorme diferencia no es más que de palabra, según se coarte el nombre de escitas, o se aplique a todos los pueblos descendientes de Jafet, establecidos en el Asia septentrional hasta el Danubio.
[330]Algunos comprenden el paÃs de los escitas entre el grado 45 y 57 de longitud y el 47 y 55 de latitud; hay quien lo extiende desde el grado 25 hasta el 110 de longitud. Esta enorme diferencia no es más que de palabra, según se coarte el nombre de escitas, o se aplique a todos los pueblos descendientes de Jafet, establecidos en el Asia septentrional hasta el Danubio.
[331]Toda esta narración, a más de fabulosa, es singularmente oscura. De la isla EritÃa no consta si era la de Cádiz u otra que el mar haya hecho desaparecer: de Gerión, no se sabe si vivÃa en el Epiro o en Cádiz: de Heracles no está averiguado si era el griego o el fenicio. Querer además que Heracles de vuelta de Cádiz tocase con sus rebaños en Escitia, es un error inepto y grosero de los griegos del Ponto, quienes sin embargo, a pesar de Heródoto, acertaban en decir que el Océano rodeaba la tierra.
[331]Toda esta narración, a más de fabulosa, es singularmente oscura. De la isla EritÃa no consta si era la de Cádiz u otra que el mar haya hecho desaparecer: de Gerión, no se sabe si vivÃa en el Epiro o en Cádiz: de Heracles no está averiguado si era el griego o el fenicio. Querer además que Heracles de vuelta de Cádiz tocase con sus rebaños en Escitia, es un error inepto y grosero de los griegos del Ponto, quienes sin embargo, a pesar de Heródoto, acertaban en decir que el Océano rodeaba la tierra.