V
Despacho de la Aduana.—"Poblic Store."—"Delivery Office."—Puerta de salida.—M. Clark.—M. Grogan.—Depósitos del agua.—Division en secciones para el despacho.—Vigilancia.—"Luck up."—Reflexiones.
Al fin logré mi objeto de ver á mi sabor y hacerme cargo, como Dios manda, de las operaciones de la Aduana, en la parte de lo que llamamos el despacho, y en eso he empleado casi todo el dia.
El Sr D. Pedro Córdova, corredor muy acreditado y persona en quien no supe qué admirar más, si su bondad para conmigo ó la suma de sus excelentes conocimientos, ha puesto á mi alcance las operaciones aduanales con la mayor lisura y con paciencia inagotable.
El llamadoPoblic Store, ó sea el edificio formadoad hocpara el despacho aduanal, está cercado por calles de tráficoactivísimo, que son, como hemos dicho en otra parte, una prolongacion del Mercado de Washington. Omnibus, wagones, carruajes, girando entre tercios, barriles, pacas y carros numerosos con verduras, entre cuyos objetos hierve este inmenso gentío de dia de juicio, que da á toda concurrencia aspecto tumultuario.
El edificio que vamos á visitar tiene diez pisos, sin contar con los subterráneos; diez pisos que son otras tantas filas de ventanas unas sobre otras. Es de advertir que estas ventanas son mi desesperacion, porque ellas interrumpen y convierten en imposible todo órden arquitectónico.
El primer piso, en todo el rededor del edificio, se compone de puertas rematando en arcos, y arcos, propiamente hablando, en número de treinta y cuatro, que equivalen á otras tantas puertas cocheras de las nuestras en México.
Nos dirigimos á un costado del edificio donde en una pequeña eminencia dimos con un caballero fresco, rojo como un betabel, blanca dentadura, revoleando de las puntas el pañuelo para darse aire.
Por las explicaciones que me hizo el Sr. Córdova y el rubro de esa puerta,Delivery-Office, conocí que ella funge como la puerta desalida, es decir, que salen los efectos despues de concluido su reconocimiento.
El empleado alegre y regordete nos recibió afable, indicándonos una oficina en el interior para obtener el permiso respectivo, ó mejor dicho, para proveernos de un guía experto.
El departamento en que estamos es una galera de sesenta varas de extension por cosa de veinte de ancho, con las cuatro secciones formadas de los pilares del edificio.
En una pieza elegante que dice:Deputy Colector, fuí presentado á Mr. Clark, persona muy distinguida, quien nos dió por guía á un empleado, tal como lo podia apetecer. Consignados á Mr. Grogan, nos dirigimos á uno de los elevadores, que son cinco los que recorren en perpétuo movimiento la vía aérea: tienen la forma de un platillo de balanza, en que caben veinte personas; de suerte que en cada viaje pueden subir y bajar cien personas.
Se camina de pié y montado al aire, en todo el rigor de la palabra.
Subimos al décimo piso, donde están los depósitos del agua, es decir, verdaderos estanques de fierro para la provision de todo el edificio, y para acudir á un incendio en caso necesario, haciendo tremendas cataratas.
—Vamos, me dijo nuestro guía, á recorrer el edificio; pero para que vd. forme juicio en conjunto, le advertiré que, así como vió vd. esa puerta de salida, hay una de entrada que da á una espaciosa galera: en ella se depositan todos los bultos designados para el registro en conjunto, y de ese depósito se extraen las mercancías, y se van colocando separadamente en cada piso, los cueros y las lanas, los tabacos, los libros, los licores, sin que nada se confunda. Los pisos están relacionados con las secciones del arancel.
Cada piso se compone de galeras como la que vió vd. abajo, con cuatro divisiones; una la forman las piezas de las oficinas ó sea despachos; otra es un corredor en que se practica la vista; el del medio es la calle ó tránsito, y las dos secciones últimas, enfardelamiento y depósito para la salida de los tercios.
Bajamos un piso.
—Aquí tienen vdes. el departamento de las lanas y los cueros, de que hace mucho tráfico México. Estos cueros tienen otro depósito más fresco en los sótanos.
Las oficinas que vd. ha visto en todos los pisos, son de reconocedores y aforadores, y sus ayudantes.
Es decir, me traduje yo, vistas y ayudantes de vistas; de suerte que los empleados vistas pueden pasar de doscientos, y creí quedar corto.
—Está vd. en el departamento de los tabacos, me dijo, bajando y escabulléndonos en pilas de tercios.
El aviso estaba en la atmósfera, que nos hacia estornudar.
—Descendamos, me dijo Mr. Grogan: esta inmensa seccion es de las medicinas; aquí tiene vd. habilitacion para todas las boticas del mundo.
Esta oficina llena de armazones, pesas, etc., está á cargo de un médico eminente, hombre de vastísima instruccion.
Preguntóme mi opinion sobre la clasificacion del arancel: me atreví á indicarle que era complicada y absurda en muchos puntos, y traté de probárselo: el doctor se mostró muy complacido; tuve el gusto de que mostrara aprobacion con mis ideas sobre tarifa. Y hubiera quedado allí mucho tiempo, tal fué el encanto de la conversacion con esta persona, que me colmó de distinciones.
En cada uno de los pasadizos de una seccion á otra, hay lavamanos de mármol, toallas y los útiles de aseo, así como lugares de desahogo en perfecto estado de limpieza.
Siempre descendiendo y entrando por vericuetos que nos conducian á grandes salas, nos iba diciendo el guía:
—Aquí se revisan equipajes. Este departamento es el que se entiende con losExpress. Esta estancia más elegante y que parece más cuidada, es la seccion de joyería. Vea vd. esos cuadros, esos mapas, esos libros: todo es aquí librería.
Y así vimos las galeras de los abarrotes, licores, loza, etc.
Estábamos en el primer piso de regreso, y todavía se nos dijo que descendiéramos.
Hicimos el descenso al limbo de los cueros y de la loza y cristalería: los unos estaban allí presos porque el calor no los malease; la otra, por evitar en el tragin del mundo contactos que pusieran en peligro su existencia.
Aquellos subterráneos alumbrados por luz artificial; aquella ciudad desierta y cruzada por las sombras, es toda una epopeya de espanto.
Despues de andar algun tiempo, descendimos aún y nos encontramos circundados, despues de atravesar espesos muros, de la apacible luz del dia.
Ese es el palacio de las máquinas, el gobierno de las aguas y de la atmósfera.
El jóven que sirve este departamento estaba forrado materialmente en un lienzo listado, y apénas se puede dar idea de carácter más jovial y complaciente.
Lleno de tizne; con el vestido quemado y con el aspecto de un fogonero burdo, es un ingeniero de vasta instruccion, de finos modales y de bondad extrema.
Nos enseñó sus máquinas con el amor que un hortelano sus plantas queridas; como un inglés sus perros; como un viejo soldado sus armas. Nos dijo:
—Esos elevadores por donde vdes. han hecho el camino,pueden contener tres toneladas cada uno; tienen la fuerza de diez caballos. En esas hornillas se consume al dia cerca de una tonelada de carbon. Esos tubos son para calentar el edificio: con esos otros se les comunica ventilacion.
Y el chico subia y bajaba y recorria las quiebras y accidentes de su reino, como una mano ejercitada las teclas de un piano.
—Habrá vd. advertido, me dijo M. Grogan, grandes números en todos los pisos y debajo de ellos una cajita. Esa cajita tiene un boton del que pende un alambre eléctrico puesto en contacto con un reloj. Esa es la gran vigilancia de estos almacenes.
De muchos guardas que se turnan, cada uno á su vez, y sin descanso, tiene la obligacion de recorrer todo el edificio en todos sus departamentos, en ménos de una hora, subiendo de piso á piso en cuatro minutos. Los botones están colocados de modo que se recorra todo el departamento ántes de llegar á ellos. El guarda sube y oprime el boton. Esta presion se marca en el reloj encerrado en la pieza del jefe del edificio. Cuando la señal no es exacta, se marca en el reloj el tramo, y puede decirse, que hasta el lugar en que se detuvo, se entretuvo ó se durmió el guarda, y hacer efectiva la responsabilidad.
Estos empleados son de gente escogida y tienen fianzas.
Los cargadores son gente escogida tambien, pero fungen á las órdenes de un contratista que responde de su seguridad.
Estábamos otra vez á flor de tierra y miciceronedispuesto á seguir; yo queria tirarme de bruces al suelo, rendido de cansancio.
—Un momento, me dijo Mr. Grogan: ¿vd. ve esa pieza por donde con unos ganchos están rodando barriles?
—Sí, señor.
—¿Ve vd? diceLuck up. En esa pieza se reponen y arreglan los envases descompuestos para que en nada padezcan las mercancías, y este es motivo de delicada atencion.
Despues de afectuosos cumplimientos nos despedimos de Mr. Grogan, á quien gustoso consagro, lo mismo que á M. Clark, un recuerdo de gratitud.
La simple clasificacion de artículos hecha en el edificio y los numerosos vistas, hacen el despacho rapidísimo: en dos horas pueden despacharse á la vez ciento ó más cargamentos, y esto por medio de las prácticas más sencillas.
Si á nuestro edificio de la Aduana se quitara su carácter de casa de vecindad, y en sus tres pisos se hicieran divisiones semejantes, ¡con qué holgura, con qué prontitud, con qué decencia se haria el despacho!.
EnPoblic Storese verifica el despacho de los vistas: en el edificio de la Aduana se practica la liquidacion y se entrega el dinero que dia por dia se remite á la Tesorería general, observándose estrictamente que cinco pesos de devolucion se remitan de Washington, sin permitirse la extraccion de lo que una vez se ha depositado en la caja.
No obstante el buen órden de que he hablado, y refiriéndose á otros tiempos, hoy se pueden citar, respecto á aduana, escandalosos abusos: entre otros, se hablaba de depósitos confiados á la Aduana, que despues de extraviarse allí,se obligó á pagar derechos de lo que le habian robado al causante, no obstante sus eficaces representaciones al Ministerio de Hacienda.... En México, que se pinta tan desordenado é inmoral en casos semejantes, ha pagado la Aduana su efecto al comerciante. Aquel es un rasgo decivilizacion, que no nos atreveriamos á imitar.
Otro dia hablaremos más de la Aduana.